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Es una judía proveniente de Rusia pero vivía como la segunda esposa de un palestino en un campo de refugiados y ahora está acusada de llevar a su meta, junto con su marido, a terroristas palestinos. Este es su extraño caso.
Por Suzanne Goldenberg*
Desde el campo de refugiados
Deheishe, cerca de Bethlehem
La rareza de Marina Pinsky como única residente judía del escuálido
campo de refugiados Deheishe pasó a la notoriedad ayer por ser acusada
de transportar a terroristas suicidas palestinos. La policía israelí
dijo que Pinsky, de 26 años y su marido, Ibrahim Sarahna, de 33, permanecían
en custodia, acusados de llevar a hombres bomba desde Deheishe, a las afueras
de Bethlehem, hasta la ciudad israelí de Rishon Le Zion. Pinsky aseguró
a la policía que no sabía que los hombres planeaban un ataque.
La mujer no es la primera judía implicada en encubrir a un palestino.
En abril del año pasado otra mujer –como Pinsky, una inmigrante de la
ex Unión Soviética– fue acusada de brindar santuario a su compañero,
el encargado de llevar tres bombas. Pero casos así son inusuales –tanto
como los matrimonios entre árabes y judíos– y el arresto de la
pareja ha provocado un gran interés en Israel, así como intriga
sobre el modo en que una joven vendedora judía conoció y se casó
con un palestino ladrón de autos, dejando atrás el confort de
Tel Aviv por un campo de refugiados en Cisjordania.
Los Sarahna condujeron a los dos suicidas a Rishon Le Zion, el 22 de mayo. Uno
de ellos, la mujer, se echó atrás, pero su secuaz adolescente
se hizo estallar en una zona pública donde los inmigrantes rusos como
Marina Pinsky se encuentran para jugar ajedrez, matando a dos personas e hiriendo
a 51. Al día siguiente arrestaron a Pinsky en una tienda cercana a Bat
Yam, mientras que a su marido lo detuvieron en una playa de estacionamiento.
Marido y esposa admitieron haber llevado a la pareja palestina en su auto, pero
Pinsky dijo que no se dio cuenta de que eran suicidas hasta que regresó
a su casa. La policía informó que Sarahna les dijo que fue idea
suya dirigir el ataque a Rishon Le Zion, una ciudad contigua a Tel Aviv, y les
entregó un mapa a los suicidas, que pertenecían a las Brigadas
Mártires de Al Aqsa, brazo armado del movimiento Fatah de Yasser Arafat.
En Deheishe, donde varios parientes de los Sarahna viven en un amplio y bello
complejo con geranios rosas volcándose desde las macetas ventanales,
la familia insistió con la inocencia de la señora Pinsky. "Si
tu pregunta es si creo que Ibrahim pudo hacer algo así, digo que sí
–dijo su hermano Musa Sarahna–, pero no Marina, que no puede ver matar a un
pollo... no puede parar de llorar si matamos una oveja."
Por improbable que parezca, la señora Pinsky se hizo de una especie de
vida en el campo de refugiados. Su foto de bodas muestra la imagen de una rubia
corpulenta sosteniendo un ramo de rosas contra su vestido carmesí, superando
en altura a su compañero entrado en calvicie. Pinsky ha pasado la mayoría
de los últimos seis años esperando a que su marido saliera de
sus intermitentes períodos de prisión. A principios de este año
fue puesto en libertad después de su última sentencia por robo
de autos. Además, Pinsky se ajustó a una vida como segunda esposa,
mirando la televisión satelital rusa en el primer piso del lujoso departamento,
mientras que su marido iba y venía desde su casa al departamento de planta
baja de su primera esposa, Marvat, y sus cinco hijos.
Los Sarahna creen que Pinsky no tiene familiares en Israel. Su madre está
en Ucrania, donde cuida a Jasmin, de tres años, hija de la pareja. Pinsky
era una figura familiar en el campo Deheishe, pero los comerciantes locales
dijeron ayer que no sabían si era judía o israelí. "¿Marina?
Es rusa, no judía", dijo uno. La pareja se conoció en una zona
de Tel Aviv donde Pinsky trabajaba en una tienda de ropa en alguno de los raros
períodos de Sarahna fuera de prisión. "Todo el mundo la amaba,
no solamente en su casa, también en la calle. Era buena y siempre solidaria.
Era como una mujer palestina, siempre nos ayudaba con las tareas domésticas",
dijo Fayez, la mujer de Musa. Detrás de ella, Marvat ardía de
rabia.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Mercedes López San Miguel.