31 de julio del 2002
Terrorismo de Estado en Israel
Simón Royo
Rebelión
Dos cosas terribles volvemos a ver en Palestina últimamente. Se derriban
las casas de las familias de los implicados en atentados y se asesina extrajudicialmente
a los líderes de los movimientos radicales.
La técnica de derribar las casas de las familias de los implicados
en un atentado contra Israel se asemeja a la medida nazi de dinamitar entero
el edificio de una de cuyas ventanas salió una bala.
Muchos conocemos lo que significa el castigo colectivo a causa de la falta de
uno, pues vivimos, cuando niños, ese método militar consistente
en castigar a toda la clase cuando un niño cometía una falta y
no sabía el profesor quién era el culpable. Se nos recriminaba
entonces el colaborar con la ley del silencio, propia de la mafia, al no delatar
a nuestro compañero. Pero nunca lo delatábamos, aunque tuviésemos
que afrontar el castigo colectivo y aumentar nuestra ira hacia quien lo imponía.
El ejemplo de los niños es ciertamente trivial frente al terrible caso
que nos ocupa, pero ilustra, a mi juicio, un fenómeno mal comprendido
por el Estado de Israel. No puede pretender que se delate o se entregue a un
infractor un poder injusto capaz de asesinar inocentes. No es entonces ninguna
ley del silencio lo que impera, sino una falta de las mínimas garantías
judiciales y un poder absoluto y arbitrario lo que lleva a no delatar a un infractor,
aunque la infracción sea tan grave como la terrorista.
En el caso del terrorismo suicida la paradoja es importante. No se puede detener
y ajusticiar al infractor porque está muerto, pero un sistema de justicia
que se ha trocado en un sistema de la venganza no puede quedar satisfecho con
el hecho de que el terrorista, de facto, haya pagado ya con su vida el atentado,
y tiene que descargar su venganza sobre alguien. Ése es el caso de Israel
cuando descarga su ira contra las familias palestinas de los terroristas suicidas.
Se derriban sus casas no por justicia, sino por una venganza, como la de la
Ley del Talión, pero contra inocentes a falta del infractor, una venganza
que devuelve el daño con creces.
No es el caso de colaboración con banda armada el de una madre, pues
en casa de nuestras madres todos tenemos acogida seamos lo que seamos y hagamos
lo que hagamos, y nuestras madres nada tienen que ver con lo que nosotros hagamos
con nuestras vidas. Me imagino que derriban la casa de mi madre a causa de mis
escritos en Rebelión y me imagino a mí intentando explicar a la
policía que mi madre es de derechas, que vota a Aznar, que no tiene nada
que ver con mis posiciones políticas y que tenemos ideologías
antagónicas pese a lo cual nos llevamos bien filialmente.
Incluso El País hacía eco exacto de la inalterable noticia
con el titular: "El Ejército de Israel detiene a 20 familiares de terroristas
y dinamita sus casas. El Gobierno amenaza con deportarlos pese a las denuncias
de grupos de derechos humanos" (El País, sábado 20 de julio
de 2002). Y el Washington Post manifestaba que incluso el presidente
Bush no había podido menos que reconocer que se estaba actuando contra
inocentes:
"La administración Bush criticó ayer la propuesta israelí
de deportar las familias de los militantes palestinos, diciendo que: tomando
medidas punitivas contra gente inocente no se resolverán los problemas
de seguridad en Israel" (The Washington Post, U.S. Faults Israeli
Deportation Proposal. Criticism of Plan Targeting Militants' Families Follows
Bush Pledge on Palestinians. By Karen DeYoung Washington Post Staff Writer.
Saturday, July 20, 2002; Page A15. Noticia recogida en El País
de 22/7/2002). El 24 de julio ya era medio mundo, no sólo EEUU y la UE,
sino también China y Rusia, entre otros, los que se manifestaba contra
semejantes medidas.
Respecto al asesinato extrajudicial, lanzar una bomba de 1000 Kilos desde un
F-16 en Gaza contra la vivienda del líder de Hamás, el jeque Salá
Shejada, con el resultado de su muerte y la de los "daños colaterales"
de unos 17 inocentes entre ellos alrededor de 11 niños, más unos
150 heridos, revela que los GAL en España fueron un juego de niños
comparados con el terrorismo de Estado de Israel. Resulta hipócrita que
Simón Peres dijese al principio, excusándola, antes de pedir luego
perdón, que la operación ya había sido aplazada antes debido
a que siempre provocaba daños a civiles, como resulta grotesco que Sharon
la calificase de "éxito". Incluso se ha insinuado que el líder
de Hamás se hacía rodear de niños para su protección:
żUna bomba de una tonelada para matar a un solo hombre y se culpa a los 11 niños
muertos de estar en las inmediaciones?
Con la expresión "la operación" se ocultaba que tal cosa no es
más que un asesinato extrajudicial cometido por un Estado supuestamente
democrático y de derecho. Un asesinato extrajudicial es inaceptable,
pero un asesinato extrajudicial cometido por el Estado y acompañado de
víctimas inocentes ya es grotesco.
Ni el más hábil escritor u orador podrá llegar a tergiversar
ese hecho y conseguir hacer ver lo intolerable como algo admisible, aunque muchos,
incluso los menos hábiles, lo intentarán.