1 de deciembre del 2002
Te veo en el Tribunal
George Monbiot
The Guardian
Llevar al Gobierno [inglés] a los tribunales podría ser el
único medio de contener los planes de EEUU y Gran Bretaña de invadir
Iraq.
El Parlamento podría haber negado su debate y el Gabinete
podría haber sido silenciado, pero hay otro medio de contener las justificaciones
del gobierno. Si, para las cuatro del 26 de noviembre, sus abogados no acuerdan
que no atacaran Iraq sin una resolución de la ONU, la Campaña
para el Desarme Nuclear llevara al Primer Ministro a los tribunales. Por primera
vez en la historia, el gobierno británico podría ser forzado a
defender la legalidad de sus planes de guerra frente a un jurado.
El caso, tramado por el comediante Mark Thomas, parece directo. EL Reino Unido
y los Estados Unidos están preparando invadir, con o sin recibir permiso
de las Naciones Unidas. Jack Straw, el ministro de exteriores, ha fijado que
el Reino Unido "se reserva el derecho de actuar militarmente", si esto es requerido
dentro del actual cuerpo de las resoluciones del consejo de seguridad de la
ONU. "Pero ninguna resolución de la ONU concede tal derecho.
La semana pasada, Matrix Chambers, la consulta legal fundada por la esposa del
Primer Ministro, preparó una opinión legal para la CDN. Sus investigaciones
eran no daban lugar a la duda: "El Reino Unido esta a punto de romper la legalidad
internacional si usáramos la fuerza contra Iraq… sin otra resolución
del Consejo de Seguridad." El juez podría decidir que los tribunales
no tienen la autoridad para juzgar asuntos militares, pero si ellos están
de acuerdo para escuchar el caso, las oportunidades de ganar son altas. Si CDN
gana, sus abogados creerán que es inconcebible que el gobierno británico
fuera a la guerra sin una nueva resolución, como si perdiera lo que le
queda de autoridad moral.
Si estos pleitos forzaran a nuestros gobiernos a volver a la ONU, podrían
no prevenir una guerra contra Iraq, pues el Consejo de Seguridad podría
concederles la resolución que ellos quieran. Pero esto no significaría
que el intento no sirviera de nada. Si los países más poderosos
tienen permitido pisar la carta de la ONU con impunidad, entonces el mundo rápidamente
pasaría a ser gobernado por la fuerza bruta, inmediatamente.
Este es el factor que mucho de estos liberales que apoyan la invasión
de Iraq no han logrado comprender. Si una guerra va a ser llevada a cabo justamente,
tiene que cumplir una serie de condiciones. No solo tiene que reducir la suma
total de violencia en el mundo y mejorar la vida de los oprimidos, sino que
tiene también que ser mostrado que nos se cambia una forma de opresión
por otra.
No es duro concebir una guerra justa contra Iraq. Sabemos que es gobernado por
unos de los regímenes más bestiales del mundo y que las vidas
de sus gentes serían inmensamente mejoradas si ese régimen es
reemplazado por un régimen democrático. Si este fuera realmente
el propósito del ataque, si todos los medios menos violentos hubieran
sido agotados, si fuera legal y si el atacante no fuera una nación con
recientes noticias de expansionismo y de agresión exterior, que no tuviera
especial interés en los recursos de Iraq, y cuya clase política
no estuviera hablando de crear un "nuevo imperio", nosotros la apoyaríamos.
Pero ninguna de estas condiciones se cumplen.
Si es evidente que la decisión del gobierno de los EE.UU. de ir a la
guerra vino se tomó primero, su objetivo elegido segundo, y su razón
parra atacar el país en tercer lugar. Todo el mundo parece haber olvidado
que el plan original, después del bombardeo de Afganistán, era
atacar Somalia. Las armas de Iraq y la brutalidad de su gobierno son excusas
usadas para justificar "la guerra contra el terrorismo que mantiene a los halcones
de Washington al acecho. Iraq fue substituido por Somalia parcialmente a causa
de sus suministros de petróleo y parcialmente porque presenta un objetivo
más admisible.
También es claro que hay pequeño entusiasmo en Washington por
la democracia en Iraq o para la independencia kurda. Turquía, un aliado
clave en occidente, se opone frontalmente al separatismo kurdo. Durante los
pasados seis meses, el gobierno de los EEUU ha estado reflexionando sobre la
legitimidad del movimiento de la oposición Iraquí e indirectamente
que podría remplazar a Saddam con otro líder militar.
No debemos, por supuesto, ignorar la posibilidad de que los EEUU podrían
cambiar de opinión sobre el futuro gobierno de Iraq, o que una revolución
democrática podría ser una salida accidental de la invasión
del país. No debemos olvidar que algunas gentes oprimidas de Iraq darían
la bienvenida a una guerra contra Saddam, quien fuera quien la emprendiera y
cualquiera fuera el propósito. Pero contra su comprensible entusiasmo
tenemos que sopesar las consecuencias globales de esta guerra. La victoria en
Afganistán claramente potenció a los halcones de Washington y
su hambre de atacar al próximo objetivo podría ser visto como
una consecuencia directa. Si permitimos que los EEUU entre en Iraq, abrimos
la puerta a una forma evidente de dominación mundial, respaldada por
la fuerza de las armas.
Podría parecer despiadado medir el destino de los kurdos y los chiitas
contra estas preocupaciones. Pero solo porque no favorecemos un ataque de la
clase que los EEUU proponen no significa que no podemos apoyar los intentos
hechos por otras naciones, cuyo registro no tenga tacha y cuyos motivos no estén
mezclados, para desestabilizar o derrocar el régimen. Si su acción
es legal y sabemos que este es el limite de sus ambiciones, realmente, si tenemos
éxito en prevenir un ataque de EE.UU., seguramente tengamos una responsabilidad
para presionar por unos medios justos de ayuda a la población iraquí
que desposean a Saddam, llevado por naciones y no por ambiciones imperialistas.
Y podríamos encontrar que esto requiera de la fuerza militar.
Pero incluso así, la más legítima guerra podría
no ser necesaria. Troy Davis de la Fundación Mundial Ciudadana (World
Citizen Foundation) ha estado dando una idea rápida de un medio ingenioso
de tirar de la alfombra a los pies de Saddam. Las Naciones Unidas, propone,
debería ayudar a los grupos de oposición que están en el
extranjero y en zonas de exclusión aérea establecer un gobierno
democráticamente elegido en el exilio. A este gobierno se le da entonces
las embajadas iraquíes en el mundo y los activos congelados de la nación.
Gradualmente tomaría el control de las zonas de exclusión y del
programa alimentos por petróleo. Saddam Hussein se encontraría
aislado diplomáticamente y enfrentado por un gobierno alternativo legítimo.
No es difícil ver como su autoridad sobre su propio pueblo sería
socavada, permitiéndole venirse abajo mas fácilmente. Este plan
también asegura que la democracia es menos probable que sea frustrada
por la instalación de un régimen marioneta.
Pero si esta opción se intenta y fracasa, y una guerra cambia a ser el
único medio de quitar a Saddam, entonces apoyemos una guerra cuyo único
e incontestable propósito es eso y solo eso, que no parará hasta
que la gente de Iraq lleve su propio país, pero parará en el momento
que esto ocurra; cuyo propósito no sea tomar el control de los pozos
petrolíferos, ni apoyar las ambiciones de algunos de los más peligrosos
y rudos personajes del mundo occidental o rechazar las leyes internacionales.
Pero no habrá una guerra justa ni paz justa si no paramos el comienzo
de una guerra injusta. Llevar al gobierno a la corte podría ser la mejor
poción que tenemos.
Publicado en The Guardian el 26 de noviembre bajo el titulo "See you in Court"
Traducido por Mario Cuellar para www.globalizate.org