4 de diciembre del 2002
La factura de la guerra de EEUU contra Iraq
Comité de Solidaridad con la Causa Arabe
El coste económico de la guerra contra Iraq y de su futura reconstrucción
-al menos 200 mil millones de dólares- fuerza a Washington a recabar
los apoyos internacionales a la campaña bélica para repercutir
en ellos el grueso de los gastos de la invasión y ocupación de
Iraq.
Los primeros informes económicos no oficiales sobre el coste de la invasión
y ocupación de Iraq por parte de EEUU estiman que serán necesarios
al menos 200 mil millones de dólares para hacer frente a los gastos directos
de la guerra y, sobre todo, de la reconstrucción de Iraq tras la ocupación
militar por parte de EEUU [1].
La Guerra del Golfo de 1991 derivó un gasto militar directo de 80 mil
millones dólares (dólares de 2002). En esa ocasión, la
Administración Bush I consiguió hacer recaer la mayor parte de
los pagos de la guerra a países extranjeros -principalmente a Arabia
Saudí, Kuwait, Alemania y Japón- afrontando EEUU un pago máximo
de 7.000 millones de dólares, es decir menos del 12% del total de los
costes militares derivados de su instigada campaña militar "Tormenta
del Desierto". A los 80 mil millones hay que sumar los costes indirectos que
ascendieron a unos 500 mil millones de dólares, mucho más que
el grueso del gasto oficial estrictamente militar [2].
A diferencia de 1991, al presupuesto estimado para las operaciones militares
de la prevista guerra contra Iraq hay que añadir el coste derivado de
la denominada "reconstrucción del país" en cuyo proyecto Washington
incluye el mantenimiento de una fuerte y duradera presencia militar estadounidense
en Iraq en el marco de su ocupación indefinida de este país.
Los gastos exclusivamente militares, es decir, de la guerra que incluyen el
despliegue de 250.000 tropas estadounidenses- podrían alcanzar la cifra
de 60 mil millones de dólares. Según los expertos del Comité
Presupuestario del Congreso de EEUU, aunque esta cifra es menor a la de la Primera
Guerra del Golfo, el presupuesto deberá casi cuadruplicarse en esta ocasión,
habida cuenta de los gastos derivados de la posterior ocupación de Iraq.
Los cálculos de los expertos económicos-militares de la Institución
estadounidense Brookings, estiman que el coste anual del mantenimiento de la
ocupación militar de Iraq supondrá a EEUU entre 15 mil millones
y 20 mil millones de dólares, cifra que se incrementará hasta
50 mil millones ó 100 mil millones si la ocupación se mantiene
sin fecha límite. Estas cantidades no reflejan el coste real del despliegue
y del mantenimiento de una fuerza militar extranjera en Iraq tras su ocupación
"fuerza de estabilización"- pues están calculados considerando
que EEUU obtenga el compromiso de posibles aliados internacionales para su guerra
contra Iraq que deberán hacer frente al grueso del coste de la ocupación
del país más de dos tercios del total. [3] .
Las previsiones de la Administración Bush de que sea el propio país,
Iraq, quien pague los gastos derivados de su propia invasión y ocupación
a través del incremento de la renta del petróleo iraquí
no podrán realizarse sino a medio plazo ya que la devastación
provocada en este país por la guerra de 1991 y por doce años de
embargo requiere que todas sus infraestructuras -especialmente las relacionadas
con el sector de la extracción y producción del petróleo-
sean renovadas también a un alto precio, pues la alta y media tecnología
de la que dependen para su funcionamiento ha sido destruida o dañada
en su mayor parte.
Las exigencias económicas se unen a las estratégicas para que
el plan de la Administración Bush sobre el futuro de Iraq sea "estratégicamente
viable". Habida cuenta de la debilitada situación económica de
EEUU y del alto coste financiero de su campaña contra Iraq, la Administración
Bush está presionando por todos los medios a los gobiernos de países
proclives a participar en una fuerza internacional para que - con mandato de
NNUU o sin él- además de ceder sus territorios e instalaciones
para las operaciones bélicas de la guerra, asuman la carga financiera
de la misma y de la postguerra. Los intentos de la Administración Bush
de aglutinar una fuerza militar internacional suficiente para la fase posterior
a la posible caída de Bagdad en manos del ejército de EEUU, están
orientados a evitar al máximo que los gastos de la posguerra recaigan
en las arcas estadounidenses, sin tener, por ello, que ceder el control ni la
hegemonía de EEUU en el futuro de Iraq.
La negativa de países como Arabia Saudí a participar en la guerra
contra Iraq excluye no solo la falta de su apoyo logístico y militar
a la guerra de EEUU contra Iraq sino también y muy significativamente,
poder contar con las cuantiosas aportaciones económicas derivadas de
la posguerra en Iraq. En 1991, Arabia Saudí debió de pagar directamente
a EEUU más de 16.8 mil millones de dólares por la operación
Tormenta del Desierto. Estos gastos no incluyen los servicios no militares que
el régimen saudí prestó a EEUU y a la coalición
internacional, tales como el alojamiento y la repatriación de kuwaitíes
exiliados, el aprovisionamiento de gasolina, transporte, alojamiento y mantenimiento
de las tropas de la coalición internacional y las operaciones de limpieza
medioambiental [4].
Ello explica que las presiones contra Arabia Saudí por negarse a participar
en esta nueva iniciativa bélica hayan dejado de ser estrictamente diplomáticas
y políticas por parte de la Administración Bush y hayan pasado
a cubrir una ofensiva mediática que pretende desenmascarar abiertamente
al gobierno saudí a través de la búsqueda de conexiones
de miembros de la familia real y el gobierno saudí con las redes financieras
del islamismo radical internacional- para provocar su debilitamiento máximo
e incluso, de no producirse una modificación en la postura oficial del
régimen saudí sobre la guerra, su caída y la transformación
política del país [5].
Cambio de postura alemán
A pesar de mantener su compromiso electoral de no participar en la guerra de
EEUU contra Iraq, el canciller Gerhard Schroeder ha anunciado que el gobierno
alemán permitirá utilizar las bases de EEUU en Alemania para lanzar
las operaciones militares contra Iraq y garantizará al ejército
estadounidense y a los posibles aliados de la OTAN que intervengan en la guerra
la utilización sin restricciones del especio aéreo alemán
para las operaciones bélicas [6].
Esta decisión, que forma parte de la estrategia alemana de recuperar
las relaciones con la Administración Bush deterioradas como consecuencia
de su posición formal contraria a la intervención militar en Iraq,
es la respuesta alemana a la solicitud que en la última semana ha hecho
EEUU a diversos países para valorar las contribuciones que están
dispuestos a hacer en la campaña bélica contra Iraq [7]. En el
caso alemán, la posición del gobierno de Schoroeder y la negativa
rotunda a participar en la iniciativa de la guerra condujo en semanas previas
a la evaluación legal, por parte de representantes legales de la Administración
Bush, de la competencia alemana para negar el uso de las bases estadounidenses
que albergan a más de 70.000 miembros del ejército de EEUU en
su suelo, además de equipamiento militar. Al parecer, el acuerdo de cooperación
militar estadounidense-alemán prevé la capacidad del gobierno
de Alemania para bloquear el uso de tales instalaciones militares por EEUU.
Además de permitir el uso de las bases militares, Schroeder ha anunciado
que la petición cursada por EEUU de permitir la utilización de
una unidad alemana de vehículos armados para detección de agentes
nucleares, químicos y biológicos que Alemania tiene ubicada en
Kuwait será aceptada "en el marco de la operación Libertad Duradera
-denominación de las operaciones militares lanzadas por EEUU en Afganistán-
; no facilitaremos más recursos de los que he mencionado". Respecto al
resto de peticiones de EEUU -entre otras, asistencia financiera y material para
la reconstrucción de Iraq tras la guerra- el canciller alemán
ha la reiterado que es un error asumir que la guerra se producirá indefectiblemente;
"esperamos que no habrá necesidad de una intervención militar
y esa es la meta política del gobierno alemán", aunque añade
"el país deberá ser reconstruido".[8] .
La oposición alemana han exigido al gobierno de Schroeder que haga pública
la lista de los requisitos solicitados por la Administración Bush y que
sea sometida a un debate parlamentario.
Duración de la guerra y posibles escenarios
De acuerdo con el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de
Washington [9], la guerra contra Iraq podría desarrollarse en tres posibles
escenarios. El más favorable de los tres, cuya probabilidad se estima
entre un 40% y un 50%, sería aquel en el que se la victoria de EEUU y
de sus posibles aliados- tuviera lugar entre cuatro y seis semanas y sin que
se viese afectado el suministro de petróleo por parte de Arabia Saudí
principalmente. En estas condiciones, el fin de la campaña militar propiamente
abriría paso para una rebaja considerable del precio del crudo estimulando
la economía de EEUU.
El segundo escenario -el menos favorable para los intereses de Washington- incluye
que la guerra se prolongue de tres a seis meses, causando daños a gran
escala en las instalaciones petrolíferas iraquíes, así
como una fuerte reacción internacional, protestas de NNUU, la retirada
del apoyo de países como Turquía o de países árabes,
la expresión pública de los movimientos internacionales contra
la guerra y, especialmente, la irrupción de conflictos y movilizaciones
masivas en todo Oriente Medio, incluyendo la intensificación de la Intifada
palestina o la intervención de Israel en la guerra, además de
la oposición de la población iraquí a la intervención
de EEUU y la hostilidad árabe, incluida la no cooperación de Arabia
Saudí para seguir suministrando petróleo al mercado internacional.
Las posibilidades de esta opción oscilan entre el un 5% y un 10%.
Un escenario intermedio, con posibilidades del 30% al 40%, extendería
la guerra a tres meses e incluiría daños a las instalaciones petrolíferas
y la prolongación de la guerra urbana por una inesperada capacidad de
defensa iraquí. Igualmente, este escenario contempla la pasividad de
Arabia Saudí en el suministro petrolífero aunque no su cancelación,
cuyos retrasos podrían generar problemas políticos a EEUU por
parte de los países occidentales.
Cualquiera de estas dos últimas posibilidades tendrá, según
los expertos estadounidenses "serios efectos adversos" para la economía
estadounidense lo que conducirá probablemente a una gran recesión
económica internacional.
2 de diciembre de 2002. Nota informativa, CSCAweb
Notas:
1. Según William Nordhaus, profesor de economía en la Universidad
de Yale, recogido en The Washington Post, 1 de diciembre de 2002.
2. Ibíd.
3. Ibíd.
4. Según Chas Freeman, ex embajador de EEUU en Arabia Saudí, citado
en Ibíd.
5. Véase CSCAweb: EEUU intensifica sus preparativos para la intervención
contra Iraq, mientras presiona a los Estados árabes para que apoyen la
guerra
6. The Guardian, 27 de noviembre de 2002
7. Véase CSCAweb: EEUU intensifica sus preparativos para la intervención
contra Iraq, mientras presiona a los Estados árabes para que apoyen la
guerra
8. The Guardian, 27 de noviembre de 2002, op. cit.
9. Anthony H. Cordesman: "An attack on Iraq: the Military, Political and Economic
Consequences", Centre for Strategic and International Studies, Washington, 11
de noviembre de 2002, www.csis.org/...backgroundcord.pdf