4 de diciembre del 2002
África sin Occidente
Bartolomé Burgos
Cidaf
Recientemente, han aparecido un par de libros, publicados en francés,
que plantean la siguiente cuestión: ¿Supone la ampliación de la
Unión Europea un riesgo para el Sur? La pregunta está en la mente
de cuantos nos interesamos por el Sur y especialmente por África. Según
Didier Doucet, África ya no es una prioridad para Occidente, ni siquiera
para Francia. La Unión Europea, en la que se integran cuantas potencias
colonizaron África, se abre a latitudes otras que el Sur; sobre todo al
centro y al este de Europa. Francia, Bélgica, Portugal y, hasta cierto
punto, Gran Bretaña privilegiaban sus antiguas colonias de África.
España privilegiaba Hispanoamérica. Alemania e Italia, desposeídas
de sus colonias africanas, han centrado su interés en sus vecinos del este.
A mitad del siglo XX se acrecienta el interés de las antiguas potencias
coloniales por su entorno más inmediato. Comienza a decrecer el interés
de Europa por sus ex-colonias y se concentra en la construcción de sí
misma. Fue el resultado de una opción política, la construcción
de la Unión Europea, pero dinamizada por una búsqueda del interés
propio. La atención que la UE presta a África ha disminuido, ya
no es su prioridad porque la solicitan otros intereses más atractivos,
por lo menos de inmediato.
Sin duda alguna, la ampliación de la UE a sus vecinos está ya afectando
sus relaciones con África y las afectará todavía más
en un futuro próximo.
Disminuirán las ayudas públicas, y los flujos migratorios del Sur
encontrarán mayor resistencia. Alemania intenta retrasar la libre circulación
del personal procedente de los países que, próximamente, van a integrarse
en la UE, pero este retraso tiene sus límites. Como miembros de la UE tendrán,
tarde o temprano, el derecho de libre circulación. Los inmigrantes del
Centro-Este europeo van a suplir la población requerida por una Europa
occidental envejecida; por lo menos una buena parte. Y esto por razones de pertenencia
y de idiosincrasia: tendrán derecho a establecerse en la UE de la que forman
parte y, como europeos, son más afines a nuestra propia identidad.
De aquí que la concurrencia con los países al sur del Mediterráneo,
y de África en general, se va a endurecer. La emigración clandestina
y los controles para emigrantes no europeos van a ir en aumento. Las tensiones
que se producirán podrían suponer un riesgo de desestabilización,
sobre todo para los países musulmanes del Mediterráneo. No olvidemos
que la emigración masiva del Sur hacia el Norte es uno de los síntomas
de la incipiente rebelión de los pobres. De esto se hace ya eco el proyecto
de Revisión Estratégica de Defensa que considera la "inmigración
ilegal masiva" como una de las nuevas amenazas para la seguridad de España,
hasta tal punto, que la Fuerzas Armadas podrían realizar "alguna tarea
complementaria" en la lucha contra la inmigración irregular.
La expansión de la UE costará caro y los beneficios para todos,
nuevos y antiguos miembros, no serán inmediatos. Llevar a los nuevos miembros
al nivel de vida medio del que gozan los componentes actuales de la UE será
una tarea a largo plazo. Esta expansión va a favorecer sobre todo a Alemania
ya que es su área de influencia tradicional; estos países comercian
sobre todo con Alemania.
Sin embargo los costes los pagaremos todos.
Al parecer, la estrecha relación de los países africanos con sus
antiguas colonias y el trato preferencial con la UE -de que han beneficiado durante
un tiempo- no han sido beneficiosos para África. Son los países
asiáticos y algunos sudamericanos los que más éxito han tenido
en su esfuerzo por desarrollarse.
Para conseguirlo han combinado una mayor autonomía, una mayor independencia
cultural -dicen algunos-, la fuerte valoración del trabajo manual y un
liberalismo económico abierto que no se limita a un determinado país
industrializado, por ejemplo la antigua potencia colonial. Éste es, más
o menos, el proyecto que propone la Nueva Asociación para el Desarrollo
de África (NEPAD) y que representa la nueva política de desarrollo
de la Unión fricana para el continente. Es una propuesta de colaboración
que tiene de original el hecho de ser una iniciativa africana que contempla los
intereses tanto del continente africano como de sus asociados occidentales y funda
sus expectativas ante todo en el sector privado.
La Unión Europea quiere seguir ayudando a África pero en un nuevo
marco. Las relaciones privilegiadas entre la UE y África, que no están
permitidas por la normativa de la Organización Mundial del Comercio (OMC)
y que por otra parte han mostrado su ineficacia, darían paso, con la ayuda
de la UE, a la creación de mercados y de bloques políticos regionales
de envergadura. El objetivo final de este proceso, sin duda progresivo, sería
constituir una zona de libre comercio entre la Unión Africana y la Unión
Europea. Los EE UU, por su parte, también intentan aumentar el volumen
de su comercio con los países de la UA.
Quizás, a la larga, el abandono de África por Occidente y en particular
por sus antiguos colonizadores sea su verdadera oportunidad. Esta es la opinión
de Jean-Paul Ngupandé expuesta en su libro "L'Afrique sans la France" publicado
recientemente por Albin Michel en París. África necesita reemplazar
su retórica baldía de acusaciones a Occidente por una actitud emprendedora
que conlleva creatividad, mayor independencia, promoción de sus propios
intereses. En definitiva África tiene que tomar en mano sus propias responsabilidades.
El buen gobierno, la democratización la lucha contra la corrupción
y el respeto de los derechos humanos son condiciones indispensables. El interés
de Occidente por la Unión Africana se incrementará en la medida
en que vea mayores posibilidades de promover sus intereses. Esto se aplica tanto
al sector público como al privado, pero sobre todo a éste último.
Todo esto parece haberlo entendido la UA y, en consecuencia, está dando
pasos en este sentido. Por primera vez, los ministros de la UA han elaborado una
política común que será llamada el "Combate de la Convención
de la UA contra la Corrupción", y que está diseñada para
cortar sus efectos nocivos. En ella se invita a todos los funcionarios a declarar
sus activos al tomar posesión de sus cargos, propone una formación
en los valores éticos y sugiere medidas que permitan perseguir eficazmente
a los infractores. También exige del sector privado que se abstenga de
la competencia injusta. El documento que consta de 26 artículos debe ser
corroborado por los jefes de Estado, durante la próxima cumbre de la UA
que tendrá lugar el próximo año en Maputo (Mozambique).
En este sentido va también la elaboración del APRM (sigla inglesa
de "Mecanismo Africano de Evaluación entre Iguales"). Es una especie de
auditoría a la que se someterían libremente los países que
quieran demostrar sus buenas disposiciones y la puesta en práctica de las
mismas. Es evidente que los candidatos voluntarios que salgan aprobados en este
examen de buena gobernación y administración honesta, tendrán
la prerrogativa de pasar a la categoría de examinadores de sus pares. Sobre
todo serán los candidatos más solventes ante los organismos internacionales
y el G-8. Ellos serán los que atraigan inversiones en mayor cuantía
tanto del sector público como del privado.
El abandono de África por Occidente podría de hecho constituir su
mejor oportunidad de desarrollo.
Bartolomé Burgos. Director de CIDAF