Editorial de Liberación
Los vencidos de Guantánamo
Liberación
Esta semana los bien mandados medios de comunicación mundiales reprodujeron una vez más sin rubor ni preguntar mucho la Voz del Amo, con la "noticia" de que el gobierno de Estados Unidos había resuelto liberar a algunos de los detenidos en la base militar norteamericana de Guantánamo. Creando de esta manera la sensación de que al fin, a los vencidos de la guerra infinita de Bush contra el terrorismo se les iba tratar con justicia.
De todas las violaciones al derecho internacional y a los derechos de la persona humana que después del 11 de setiembre de 2002, el gobierno de Estados Unidos ha impuesto a la comunidad internacional so pretexto de munirse de "herramientas para la lucha contra el terrorismo", la de los prisioneros que desde enero de este año fueron trasladados desde Afganistán y otros países de la región a las jaulas de la base de Guantánamo, es quizá la más escandalosa y vergonzante de los tiempos que vivimos.
Por lo pronto nadie sabe cuántos son exactamente los prisioneros "talibanes" allí recluídos.
Pero es bueno recordar que Estados Unidos no es el primero en violar el derecho internacional, Israel por ejemplo lo viene haciendo desde hace años. Lo nuevo es que, Estados Unidos no necesita ni se molesta en encontrar excusas para pisotear lo más elemental. Y lo más indignante es el silencio, el dejar hacer, de la mayoría de los gobiernos de todo el mundo, y de manera especial aquellos que como Gran Bretaña, Francia o Suecia por ejemplo, tienen ciudadanos suyos presos sine die en las jaulas de Guantánamo.
Si la situación de Guantánamo es singular no es porque allí la suerte de los prisioneros es la más horrible; otros después del 11-S fueron enviados a la tortura y a la muerte hacia otros países. Y presumiblemente miles permanecen, sin que se sepan sus nombres ni tengan abogados que les defiendan, en las mismas prisiones norteamericanas.
Los pobres han tenido la mala suerte de ser de origen árabe o practicar la religión musulmana, y eso ha bastado para que engrosen la lista de "enemigos combatientes, en esa ola de racismo rampante que lanzó desde la misma Casa Blanca Bush junior, para "vengar" las víctimas blancas y del mundo libre occidental de los ataques a las Torres Gemelas y del Pentágono.
No se ha ahorrado el gobierno estadounidense "informar" y "mostrar" como tiene a los de Guantánamo, las condiciones de detención de los vencidos de Afganistán. Es evidente de que Estados Unidos, busca que el mundo acepte y convalide los métodos bushianos de la lucha contra el terrorismo y la idea misma de lo que ellos consideran terrorismo.
Se busca deshumanizar al vencido y asentar la arbitrariedad. Se intenta volver a la época romana en que el vencido en la derrota nada podía esperar del vencedor, no es sujeto derecho, no es nada. La Convención de Ginebra que buscaba restituir la humanidad al vencido, creó el cargo de prisionero de guerra, que incluso en caso de no haber cometido crímenes de guerra, genocidio o delitos de lesa humanidad, debe ser liberado y entregado a su país de origen, tras el fin de las hostilidades. (Art.118).
Pero en el caso de estos prisioneros, el mundo occidental ha aceptado sin escandalizarse la demonización racista que el Imperio ha hecho de ellos.
Crearon una categoría intemporal e inexistente para caracterizarles y escapar a cualquier instancia del derecho internacional, la de "enemigos combatientes" . Formaron unos tribunales militares para encargarse especialmente de estos «terroristas». A estos prisioneros no se les acusa de nada en concreto, por lo tanto su situación de detención y procesal es indefinida en el tiempo. El haber tomado parte en los combates tampoco puede ser causal de internamiento eterno, según el mismo artículo de la Convención de Ginebra.
Allí están ellos, con uniformes amarillos; sin mirada; sin palabras porque se les ha amordazado -según sus guardianes para que no muerdan como los perros…¿ O que no muerdan a los perros que noche y día les vigilan? Encadenados los pies y sus manos a jaulas como si fueran fieras rabiosas, o acaso fueran a intentar fugarse nadando de esa península caribeña rodeada de mar y de terrenos minados. No son caracterizados como sospechosos, tampoco como culpables. "Son terroristas y fueron vencidos", proclaman los nuevos romanos.
Frente a este escándalo y aberración jurídica y humana, Europa ha claudicado. No está dispuesta a decirle a Estados Unidos que está fuera de la ley, mucho menos oponerse a la realidad de que está imponiéndonos a todos su ley, la del tiempo de Linch. La que los sheriff al estilo Ronald Reagan o John Wayne imponían a indios, mexicanos y otros tipos de bastardos en las pantallas de las matineé de los cine de barrio cuarenta años atrás.