Parece que los militantes palestinos han terminado por encontrar el talón de Aquiles de Israel. No hubo una matanza civil, sino un combate armado entre soldados de infantería de Israel y milicias palestinas. Pueden insistir todo lo que quieran en que la matanza de civiles judíos es particularmente condenable, pero el gobierno de Ariel Sharon parece querer probar que los ataques contra las fuerzas armadas de invasión de Israel y los colonos constituyen una amenaza aún mayor. Eso en combinación con la debilidad moral de las tácticas terroristas, debería llevar a los partidarios palestinos en todas partes a apoyar abiertamente un paso estratégico de la actividad terrorista a la de guerrillas.
El viernes 16 de noviembre, defensores palestinos armados emboscaron a un grupo de soldados del ejército israelí, guardas fronterizos, y paramilitares de los colonos. Al final, murieron doce israelíes, y catorce más fueron heridos. Todos eran combatientes armados, operando ilegalmente en tierra palestina. Durante algún tiempo, la mayor parte de la prensa occidental dejó que el ejército israelí los llevara a la conclusión de que los militantes palestinos habían atacado a fieles que volvían al asentamiento Kiryat Arba desde la Tumba de los Patriarcas en Hebrón ocupado. En realidad, los palestinos habían dejado que los judíos desarmados pasaran sin incidente alguno, y atacaron a su escolta armada sólo cuando ésta volvía del asentamiento.
El derecho internacional reconoce el derecho de los palestinos a utilizar todo medio necesario para combatir a los soldados y colonos israelíes que ocupan ilegalmente su tierra. No sólo la emboscada fue decididamente legal según las Convenciones de Ginebra, sino también una demostración notable de lo que los combatientes palestinos pueden lograr cuando planifican cuidadosa y pacientemente un ataque contra colonos adultos y personal militar israelí. La emboscada fue una clásica táctica de guerrilla, con la intención no de aterrorizar a civiles sino de golpear a la infantería invasora y a las fuerzas paramilitares. Si en parte el objetivo de los combatientes palestinos fue provocar miedo, fue en los corazones de soldados que la próxima vez lo pensarán dos veces cuando los llamen a invadir y patrullar áreas palestinas.
La emboscada fue la acción más amenazante que el estado de Israel, y su Ocupación del territorio palestino, han confrontado en muchos años. La opinión mundial llegará a apoyar dramáticamente a los militantes palestinos si sus tácticas pasan del terrorismo a la guerrilla. La reacción de Israel a la emboscada demuestra que el gobierno de Sharon comprende esa realidad mejor que nadie. Simplemente no pueden aceptar un cambio de táctica por parte de las milicias palestinas. La reacción inmediata del gobierno fue bautizar la emboscada "la Masacre del sábado," insistiendo en que había sido una matanza de civiles que volvían de la oración dentro de una ciudad palestina. Luego Israel pasó a retractarse de esa afirmación, pero sólo después de que los medios israelíes y occidentales habían dañado irreversiblemente su historia. El ataque fue duramente condenado por Estados Unidos, e incluso por el Secretario General de la ONU Kofi Annan, cuando los hechos aún habían sido descritos sólo unilateralmente.
La represalia israelí por una acción puramente militar dentro de los Territorios Ocupados ha sido ya más dura que la mayor parte de las reacciones a las operaciones suicidas dentro de las fronteras de Israel, demostrando que la consideran más grave que éstas. Y las represalias prometen tornarse mucho peores en los días por venir. Al escribir estas líneas, varios palestinos han sido matados, por lo menos quince heridos, y más de cincuenta arrestados, en la ciudad palestina de Hebrón. Seis casas palestinas han sido demolidas, y quince familias han recibido órdenes de demolición. Jóvenes colonos andan por Hebrón armados hasta los dientes, atacando a árabes y pintando con esprays "Maten a todos los árabes" y "Venganza" en las puertas de las casas palestinas (la mayor parte ya han sido marcadas). Sharon ha exhortado a establecer una continuidad territorial entre el asentamiento Kiryat Arba al Este de Hebrón y los emplazamientos religiosos en la Tumba de Abraham / Mezquita Ibrahimi. El plan es desplazar a miles de palestinos, la mayor parte gente que ha vivido durante siglos en ese lugar. Ya se está construyendo un nuevo asentamiento en el lugar de la masacre. Los colonos admiten de buena gana que no saben a quién pertenece la tierra, aunque saben que es palestina. Todo esto a pesar de que la presencia de tropas y colonos israelíes en y alrededor de Hebrón es incontrovertiblemente ilegal según el derecho internacional.
Para los simpatizantes de la causa palestina en todo el mundo, los acontecimientos del último fin de semana constituyen un llamado de alerta. Muchos han dudado, seria y severamente, de cómo reconciliar la solidaridad con los palestinos y sus aspiraciones de tener un estado propio, con las tácticas más espectaculares empleadas por las milicias palestinas. Los atentados suicidas han constituido de lejos el principal detrimento para el apoyo público internacional a la causa palestina. Los palestinos han dejado bien en claro que no están interesados en una Intifada unilateralmente no violenta –en la que no podrían asestar golpes importantes a la política israelí, y que los llevaría a desaparecer del interés mundial, para ser silenciosamente aplastados por la ilegal Ocupación. Los partidarios de los palestinos tienen que aceptar que la mayoría de los palestinos jamás presentarán la otra mejilla ante los ataques y abusos israelíes. La lucha enfrentará a dos adversarios, mientras quede en Palestina una piedra que se pueda arrojar.
La primera excusa para los ataques suicidas ha sido que los soldados y colonos israelíes son prácticamente inaccesibles para los potenciales atacantes. El viernes por la noche, se demostró que esa suposición es errónea. Si jamás se ha de producir un cambio en el equilibrio del poder entre Israel y Palestina, puede ser ahora, después del exitoso ataque del viernes. Hay que expresar apoyo para las tácticas de guerrilla en los Territorios Ocupados. Los palestinos se sienten abandonados porque la comunidad mundial se ha negado a apoyar a los terroristas entre ellos, y al hacerlo le ha hecho el vacío a todo un pueblo. No se puede prescribir a los palestinos cómo han de resistir la Ocupación. Sin embargo, cuando los militantes palestinos hacen algo que no horrorice a sus partidarios, sino que ofrece alguna esperanza, hay que alentarlos.
¿Qué pasaría si los militantes palestinos ya no fueran terroristas, sino luchadores por la libertad que muestran una clara comprensión de cuál es su enemigo inmediato? De repente, un lado estaría discriminando entre combatientes y civiles, ganando sin duda al hacerlo la superioridad moral. Además, la única queja israelí contra los palestinos que ha sido aceptada por la comunidad mundial –los actos de terrorismo palestinos—se evaporaría repentinamente. Israel se quedaría sin excusas legítimas perceptibles para la Ocupación, y EE.UU. perdería todo argumento para apoyar a una de las pocas potencias coloniales que quedan en el mundo de hoy.
Sin duda, un enfoque guerrillero no acercaría mayormente a los palestinos a una victoria por la fuerza –numerosos factores, incluyendo el poco entrenamiento y la falta de armas, terreno inadecuado, y la abrumadora dominación en el territorio palestino del ejército de Israel harían que una tal victoria fuera prácticamente imposible. Sin embargo, una estrategia de guerrillas serviría para mantener la presión sobre Israel, recordar al mundo los sufrimientos palestinos, y conquistar una superioridad moral muy necesaria. Además, una resistencia mediante la lucha de guerrillas serviría para desmoralizar aún más a los soldados del ejército israelí, que ya se están cansando y amedrentando ante las tareas de la ocupación. Junto con formas no violentas de resistencia que están ganando en popularidad en la sociedad palestina, esta nueva estrategia puede generar la tan ansiada esperanza en un pueblo particularmente desesperanzado.
Mientras tanto, los activistas de la solidaridad con Palestina tienen que movilizar más presión internacional sobre Israel. Ya que los palestinos tienen evidentemente poca influencia en el conflicto, el aumento permanente de los costos impuestos por la comunidad mundial es el segundo elemento en una estrategia que podría aliviar la Ocupación e impulsar el establecimiento de un estado palestino. Los palestinos no verán otra alternativa que recurrir a una o a otra táctica violenta, mientras el resto del mundo continúe permitiendo que Israel aplaste la Intifada con una fuerza abrumadora. Los que prefieren un movimiento no violento palestino de resistencia deben establecer primero las circunstancias bajo las cuales la no violencia en sí no equivale al suicidio. * Brian Dominick es un activista y periodista que vive en Syracuse, NY. También ha trabajado como un técnico sanitario de emergencia en ambulancias palestinas en toda Cisjordania.
Título original: Ambushing The Occupation
Link: http://www.zmag.org/content/showarticle.cfm?SectionID=22&ItemID=2653
Autor: Brian Dominick, 22 de noviembre de 2002
Traducido por Germán Leyens