Los gobiernos de Estados Unidos contra los pueblos
del mundo Pedro Echeverría V.
Desde hace varios meses, sobre todo a partir del pasado 11 de septiembre,
el gobierno de las empresas transnacionales norteamericanas encontró el
pretexto para reiniciar una gran guerra contra los pueblos del mundo. Como lo
hiciera Kennedy, Nixon, Reagan, Bush I, Clinton, el actual gobierno de Bush II
ha emprendido una guerra que -con el pretexto de acabar con el terrorismo- pretende
derrocar gobiernos para adueñarse de su petróleo y demás
recursos naturales. Después de bombardear Afganistan y amenazar con armas
nucleares a una serie de países árabes, además de China,
ha desatado una guerra contra el pueblo palestino (usando a Israel) y -con la
sumisión de gobiernos de Latinoamérica- busca acabar con las luchas
en Venezuela, Colombia y Argentina.
El fallido golpe de Estado que desde hace algunos meses Bush, los empresarios,
el clero y los medios de comunicación venezolanos, vinieron preparando
intensamente contra el gobierno de Chávez en ese país, es sólo
un ejemplo del descaro con el que los consorcios norteamericanos se quieren adueñar
del petróleo; pero además, el derrocamiento de Chávez sería
para Bush el primer paso para destruir el movimiento armado de Colombia. Esos
son los dos objetivos principales de esos sectores empresariales golpistas, no
otros. No olvidar que las primeras medidas tomadas por los usurpadores en Caracas
el pasado 12 y 13 de abril, fueron: cambiar a los funcionarios de la empresa petrolera,
prohibir la venta de petróleo a Cuba y acusar a Chávez de estar
apoyando a la guerrilla colombiana.
Pero la historia se repite y los discursos parecen ser los mismos. Pareciera que
las cosas no cambian porque los pueblos siguen siendo sojuzgados y la clase dominante
sigue siendo la misma. Mis amigos en la Facultad, en el sindicato o en la plaza
pública suelen decir que mi discurso no cambia, que es el mismo de hace
décadas porque siempre hablo contra la dominación imperial, contra
los empresarios explotadores, en contra de los gobierno corruptos y represivos
o contra la institución controladora. La realidad es que el imperialismo
norteamericano lleva casi un siglo de saqueo de nuestros pueblos; las burguesías
de América y del mundo llevan varios siglos de dominación y nuestros
pueblos siguen sufriendo pobreza y hambre desde siempre. ¿Cómo cambiar
el discurso? Sólo cambian de discurso los que cambian de objetivos.
Recuerdo a los gobiernos y las luchas de los pueblos de Iberoamérica a
principios de los sesenta, cuando la joven Revolución Cubana era un ejemplo
y un modelo para quienes soñábamos con la revolución socialista
en América. Estaban presentes las guerrillas de Venezuela, de Colombia,
de Guatemala, de Perú y también se iniciaba en Bolivia. Venezuela,
con Rómulo Betancourt en el gobierno, era la continuación de la
dictadura de Pérez Jiménez, personaje que desde 1952 comenzó
a entregar la riqueza petrolera al gobierno yanqui. Este dictador dio a las empresas
norteamericanas concesiones por más de 800 mil hectáreas A los poderosos
consorcios gringos no les atrajo el café, ni el cacao, ni los cueros, ni
el oro, solamente el petróleo; por eso desde las primeras décadas
del siglo XX esos poderosos imperialistas lograron que el dictador Juan Vicente
Gómez les otorgara una concesión de 50 años.
En pueblo venezolano, como todos los pueblos de América, sufría
represión miseria, hambre y muertes prematuras. Los partidos políticos
electoreros -incluso el llamado Partido Comunista- gozaban de subsidios y atenciones
que les otorgaba el poder. Acción Democrática de Betancourt y Leoni,
estaba en el gobierno a `principios de los sesenta; el Frente Nacional del conservador
Uslar Pietri participaba aliado a él. El cristiano COPEI, encabezado por
Caldera, era una organización más derechista que las anteriores.
El Partido Comunista, encabezado por los hermanos Machado y Pompeyo Márquez,
buscaba la colaboración con el gobierno de Betancourt y luego con el de
Leoni, queriendo una "paz democrática"; sufrió incluso la escisión
de lo que sería el MIR.
Pero en aquellos años surgió con fuerza un gran movimiento estudiantil
antiimperialista en las universidades, mismo que posteriormente se convirtió
en un amplio movimiento guerrillero. Los Estados Unidos habían establecido
en Venezuela las fuerzas armadas mejor equipadas de América Latina, bajo
la dirección directa del Pentágono. En las intervenciones contra
las guerrillas los oficiales estadounidenses no solo participaban en la preparación
militar de las fuerzas y la planeación de los golpes, sino también
directamente en acciones. Los gobiernos de Kennedy, de Johnson y de Nixon en ningún
momento pensaron en la legalidad internacional porque desde entonces la ONU y
la OEA eran sus dóciles instrumentos.
El movimiento guerrillero venezolano comenzó con un centenar de estudiantes
idealistas y otros no estudiantes. Según el investigador James Petras existían
entonces entre 200 y 300 guerrilleros en Venezuela, 200 en Colombia y de 100 a
200 en Guatemala; en Perú, se priorizaba el movimiento indígena
de masas, encabezado por Hugo Blanco. El escritor Petras dividía la historia
de la guerrrilla venezolana en 1) El período de los estudiantes vanguardistas,
de 1960 a 1962; 2) El período de intensa lucha urbana, con una variedad
de luchas urbanas que ostensiblemente galvanizarían a las masas, y que
abarca el lapso de 1962-1964 y, 3) La fase de la "reforma agraria", desde 1964
hasta el presente (fines de los sesenta). El 20 de febrero de 1963, los diferentes
grupos guerrilleros se unieron y formaron las Fuerzas Armadas de Liberación
Nacional (FALN). Los dirigentes más notables fueron Douglas Bravo, Fabricio
Ojeda y Lino Martínez.
Fuera de Venezuela, en los países vecinos, ¿quién no recuerda al
cura Camilo Torres que en 1965 inició en Colombia una gran lucha legal
y de masas por la expropiación de latifundios sin indemnización,
por la nacionalización de los recursos naturales, por la reforma urbana,
por el control popular del gobierno? ¿Se olvida acaso que al ver cerrado los caminos
democráticos, el padre Torres tomó el camino de las armas -con la
condena del alto clero- para luchar denodadamente a favor de los pobres hasta
que murió luchando con las armas en la mano? En Guatemala, años
después del derrocamiento de Jacobo Arbenz, el marxista Marco Antonio Yon
Sosa y el MR-13 mantuvieron una guerrilla. En ese mismo país Turcios Lima
del FAR, en alianza con el Partido Comunista Guatemalteco sustuvieron una guerrilla
pero también una relación con el gobierno burgués de Méndez
Montenegro...
César Montes sería el continuador de aquellas batallas armadas.
Muy distinta a la experiencia Venezolana, en Perú la lucha revolucionaria
se basó en la movilización de masas, en torno a las reivindicaciones
inmediatas, en la ocupación de tierras y el trabajo de las mismas. Esas
luchas estuvieron bajo la dirección de Hugo Blanco desde 1960. A partir
del surgimiento del MIR de una escisión del APRA, aparecieron en Perú
las guerrillas de Luis de la Puente y Guillermo Lobatón. En Bolivia se
vivió otra experiencia, enriquecido por los hermanos Inti y Coco Peredo
y la participación del Che, asesinado en 1967 por los militares bolivianos
asesorados por el Pentágono yanqui.
El regreso triunfal de Chávez a Venezuela, después de ser derrocado
y desaparecido por más de 30 horas, ha causado enorme alegría entre
muchos pueblos del mundo. Esos regresos de gobernantes nacionalistas o antimperialistas
son muy pocos en la historia. En México no regresaron ni Madero en 1913
ni Carranza en 1920; tampoco Jacobo Arbenz de Guatemala en 1954, ni Getulio Vargas
a Brasil, Juan Bosh en Dominicana o Domingo Perón a Argentina. Mucho menos
el socialdemócrata Salvador Allende quien en 1973 fue derrocado y salvajemente
asesinado por la élite militar y aristocrática chilena encabezada
por Pinochet y el ejército norteamericano bajo las órdenes del presidente
Nixon. El regreso de Chávez acrecienta la ira de Bush. Otro golpe de Estado
se prepara en Venezuela; éste será más sangriento.