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ARGENTINA ¡Señor, sí señor!...
Anoop Singh, el Director de Operaciones (¡financieras!) Especiales del FMI,
no se imaginaba quizás días atrás el fracaso de la otra
operación que pintaba como exitosa con el primer flash televisivo, la
de Venezuela. Se sentó en el salón de conferencias del Ministerio
de Economía y dio una conferencia de prensa en la que advirtió
que era sí o sí. El gobierno argentino dispuso que se sirviera
café y agua mineral a los presentes, e hizo mutis. Anoop ya había
dejado precisas instrucciones. El periodista económico Maximiliano Montenegro,
que acompaña a Román Lejtman en Radio del Plata y a Jorge Lanata
en "Detrás de las noticias", lo cuenta así en el porteño
Página/12. Imperdible. (G.E.)
Por Maximiliano Montenegro*
"Un alto funcionario del Gobierno debería hacer una extensa declaración
explicando los siguientes puntos:...". "El Gobierno debería
hacer una declaración pública aclarando su rol en..." La
frase se repite en varios pasajes del documento reservado que la misión
del Fondo Monetario Internación entregó a la administración
Duhalde y al que accedió Página/12. Es un verdadero manual de
instrucción para gobernar. Nunca antes el FMI había llegado tan
lejos en la imposición de sus recetas a un gobierno democrático
en Argentina. Además de decirle qué debe hacer si no quiere un
"futuro penoso" –como amenazó el miércoles el jefe Singh–,
le ordena cómo decirlo a sus ciudadanos, como si éstos residieran
en Washington y no en Argentina. Como todas, la mayoría de las medidas
que exige difícilmente serían validadas por el voto popular, ni
en Washington ni en Argentina. Anoop Singh sólo podría ser presidente
de un gobierno de facto.
El viernes, a horas del golpe militar que por entonces aparentemente había
derrocado a Hugo Chávez en Venezuela, el vocero oficial del Fondo, Thomas
Dawson, pronunció un "estatement" sorpresivo: el FMI "está
listo para asistir a las nuevas autoridades", afirmó. Vale recordar
que Washington manifestó su apoyo al nuevo gobierno, mientras que los
países latinoamericanos –con México, Brasil y Argentina a la cabeza–
condenaron el golpe. Dawson, un clásico burócrata de Washington,
no respondió a una decisión del directorio ejecutivo del organismo
(conformado por 24 directores) sino a la gerencia, liderada por el alemán
Horst Koehler y la economista republicana Anne Krueger.
Venezuela no tenía un acuerdo formal en marcha con el Fondo y eso es
lo que le propusieron. Antes deberá cumplir algunos requisitos básicos
del llamado "consenso de Washington": privatización de la empresa
estatal de petróleo, ruptura con Cuba, etc., etc., etc. Después
vendrán las reformas promercado y medidas puntuales. Más allá
del impresentable Chávez, lo impresionante es el mensaje de Washington
en la era Bush: "o están conmigo o están contra mí",
ya se trate de la lucha contra el terrorismo o de las reformas económicas.
Página/12 publicó el miércoles pasado parte del documento
que la misión del FMI dejó en la Casa Rosada. En ese capítulo,
titulado "Resolution of the Corralito", se explicaba cuál debía
ser la política oficial para desarmar el corralito, camino que el Banco
Central siguió hasta hora al pie de la letra.
Ese mismo miércoles por la tarde el jefe de la misión, Anoop Singh,
ofreció una conferencia de prensa, en la que blanqueó cada una
de las exigencias del Fondo para llegar a un acuerdo. Singh no dijo, como revela
hoy Página/12, que el Fondo prevé cierres masivos de "bancos
débiles" y que ya instruyó al Banco Central sobre los pasos
a tomar en esa dirección. Pero igualmente, nunca antes un funcionario
del FMI había brindado una declaración de esas características
–mucho menos en medio de una delicada negociación–, reclamando abiertamente
la modificación de leyes votadas recientemente por el Congreso y un ajuste
en las cuentas provinciales que, inevitablemente, se traduciría en despidos
y/o recortes salariales.
Tampoco, nunca antes otro funcionario había explicitado tan descarnadamente
las opciones: si no hay acuerdo con el Fondo –y mientras no se cumpla con las
condiciones previas no lo habrá– el futuro para la administración
Duhalde será "penoso", advirtió.
El ex ministro de De la Rúa, José Luis Machinea, solía
decir que estaba implementando "el programa del gobierno argentino",
que además contaba con la aprobación del Fondo. En aquel entonces,
como sucedió durante la era menemista, las misiones del FMI negociaban
en secreto con los funcionarios del Ministerio de Economía, y éstos
se encargaban luego de presionar al ala política para tramitar leyes
o decretos. Los chispazos entre Economía y los políticos no eran
otra cosa que las fricciones entre Washington y un sistema político democrático,
que debía cuidar por que no se cruzaran loslímites que lo validaban
frente a sus representados. Ahora, en cambio, Washington baja línea abiertamente,
consciente de que negocia con un gobierno que no fue electo por el voto popular
y que la política argentina ya cruzó todos los límites
posibles.
Jorge Remes Lenicov ensayó también en un comienzo el discurso
del "plan propio". Después del miércoles, sin embargo,
esa idea suena ridícula. Pero es más inverosímil aún
si se analiza el documento confidencial que la misión entregó
al Gobierno, para que no olvide qué camino debe seguir si pretende salvarse.
Es un verdadero manual de instrucciones para la gestión Duhalde. No sólo
porque contiene, como es habitual, cada una de las medidas que Washington considera
se deben aplicar en los próximos meses en áreas clave (corralito,
fusión y cierre de bancos, tipo de cambio, ley de quiebras, etc.), sino
que además plantea cómo debe anunciarlas el Gobierno.
Valen los siguientes ejemplos:
Corralito. El documento dice que la pesificación de depósitos
y la emisión de bonos para compensar a los bancos es una de las "tareas
cumplidas" por el Gobierno. Después ofrece al Ministerio de Economía
la receta para recobrar la confianza de los ahorristas. "Un alto funcionario
del Gobierno debería hacer una extensa declaración, explicando
los siguientes puntos...", asegura. Y enumera: "el sistema bancario
fue severamente dañado por la devaluación y la pesificación
asimétrica; el daño fue revertido por la compensación con
el bono; se están tomando medidas para prevenir un mayor deterioro (incluyendo,
por ejemplo, la modificación en la ley de quiebras)". Luego agrega:
"El funcionario podría también aprovechar esta oportunidad
para destacar los elementos de la estrategia para el sistema bancario que se
propone".
Cierre de bancos. El FMI considera que hay "bancos débiles",
que el Banco Central deberá cerrar en los próximos meses. Para
ello, exige un esquema de intervención del Banco Central basado en dos
puntos: otorgar limitada asistencia a los bancos que lo requieran, pero con
la condición de que sea repagada en un mes. "El fracaso para devolver
el redescuento o el pedido de asistencia adicional requerirá una inspección
especial" del Central. Y en el caso de que los redescuentos superen dos
veces el capital del banco, éste deberá ser intervenido por el
Banco Central. Pero luego advierte: "Los anuncios de cierres de bancos
deben manejarse con extrema precaución".
Ley de quiebras. El Fondo dijo públicamente que quiere se derogue
la ley de quiebras, que inhibe a los bancos y acreedores extranjeros de accionar
legalmente contra las empresas locales. Pero en forma reservada al Gobierno
le dio poco menos que un ultimátum: "La ley 25.563 (ley de quiebras)
es insostenible, niega el derecho de los acreedores y amenaza la supervivencia
del sistema bancario... Debe ser modificada de inmediato", asegura. Más
adelante, ordena: "El Gobierno debe hacer una declaración pública
aclarando su rol en la reestructuración de empresas. Dada la desconfianza
que acompañó la aprobación de la ley 25.563, es crítico
que el Gobierno manifieste clara e inequívocamente que no pesificará
la deuda de las compañías contraídas con acreedores extranjeros".
*Publicado en Página/12 de Buenos Aires del domingo 14 de abril de
2002, con el título "Cuando Anoop copó la Rosada". El
excelente fotomontaje que acompaña la nota es de Alfredo Argento (Redacción
Surmedia en Argentina).