La Victoria es cíclica cuando está en manos del Pueblo. Lo saben aquellos hombres, muchos de ellos casi niños, que una mañana como la de este jueves, pero hace 41 años, avanzaban bajo las bombas y el napalm rumbo a Playa Girón. Ninguno de ellos sabía que estaba entrando en la historia. Que aquella ofensiva, hecha más de valor que de armas, le daría al imperialismo el escarmiento que nunca había recibido en América Latina.

Girón —desde el mismo fragor de los combates— dejó de ser una batalla para convertirse en símbolo. Es el punto de referencia histórico al que la Patria mira en los momentos de peligro. Y da fuerzas, ejemplos, estrategias... En honor a aquellos bisoños guerreros de la Revolución se multiplicó la Victoria. Y hubo un Girón africano, allá en las entrañas de las selvas angolanas. Y otro, muy reciente, acá en la hermana Venezuela.
Girón es la trinchera común desde donde seguimos defendiendo nuestros sueños. El enemigo —que también es cíclico— ya no anda vestido de camuflaje, pero sigue al abrigo del imperio, destilando rabias y odios, tratando de escamotearnos a traición la victoria que nunca obtuvo en los campos de batalla. Ahora, como en aquel abril, desembarcan por Ginebra con su ejército mercenario. Pero juntos se hundirán en el mar de la historia, como aquella tarde en que el Houston zozobró herido, como preludio de nuestra Victoria