VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

1 de abril del 2002

Dolarizar: el tiro de gracia

Telma Luzzani
Clarín, Suplemento Zona, 27 de enero de 2002

La idea de dolarizar la economía sobrevuela a los países de América Latina como "la única salida posible". Sabemos por experiencia que es siempre bajo esa mentira extorsiva que se acentúa el saqueo de los pueblos. Y que los argentinos solemos ser entusiastas a la hora de creer en las recetas milagrosas de nuestros verdugos. Primero nos ganan en la cabeza y después se apoderan de nuestras vidas.

Hace dos años Ecuador dolarizó su economía, convirtiéndose en el país que sufrió el empobrecimiento más acelerado en la historia de Latinoamérica. El camino que lo llevó a la dolarización es llamativamente parecido al que está recorriendo nuestro país. Los argentinos deberíamos asomarnos a esa "experiencia" para comprender lo que en realidad nos espera si seguimos dando pasos en ese sentido.
En marzo de 1999 el gobierno ecuatoriano implementó su "corralito" congelando las cuentas bancarias para evitar la quiebra del sistema y la fuga de dinero. En ese momento, con 5.000 sucres se compraba un dólar. Con el pretexto de devolver el dinero congelado, el gobierno emitió dinero y provocó una inflación ficticia que, entre marzo de 1999 y enero del 2000, alcanzó el 300%. Por supuesto, el dinero que salía del banco también se iba de Ecuador con lo que todo empeoró. Entonces, presentada por el entonces presidente Jamil Mahuad como "la única salida posible", se produjo la dolarización. Pero cada dólar ahora costaba 25.000 sucres.
Trasladando el plan a la argentina, aquí se dolarizaría cuando el dólar alcance los 5 pesos. Eso sí, cuando no haya "otra salida".
En Ecuador las medidas terminaron por provocar un estallido social. El 21 de enero tomó el poder una Junta de Salvación Nacional liderada por el indígena Antonio Vargas. Se pedía "refundar el país" y el "fin del neoliberalismo". Al día siguiente se incorporó el general Carlos Mendoza, militar próximo a Washington. Se decidió entonces disolver la Junta y asumió el poder el vicepresidente de Mahuad, quién lejos de cuestionar el neoliberalismo ratificó la dolarización y dictó prisión preventiva para los ex líderes de la Junta.
En Ecuador, como a veces se escucha en Argentina, se dijo que las ventajas de dolarizar serían "mantener fijo y estable el precio del dólar, que las tasas de interés se ubiquen a nivel internacional y que la inflación se reduzca a menos del 10%". ¿Qué pasó en realidad? La inflación pasó del 52% en el '99, al 90% en el 2000 y al 40% en el 2001 ¡en dólares!, decuplicando la inflación de los Estados Unidos y batiendo el record total de Latinoamérica. La "única alternativa posible" fue una medida estrictamente política para salvar a los banqueros, que eran el sustento real del poder gubernamental. El resultado se ve en las calles de Ecuador hoy:
acelerado deterioro de la vida cotidiana, creciente inseguridad, enormes masas de desocupados que vagan por las calles sin protección ni futuro y una disgregación familiar que provocó uno de los mayores éxodos en la historia de Latinoamérica. En el período 2000/01 salieron de Ecuador 500.000 personas, es decir, casi un 20% de la población económicamente activa que es de 3 millones.
Los estragos de la dolarización siguen: el desempleo superó el 50% y el país experimentó el empobrecimiento más acelerado en la historia de América Latina: los pobres pasaron del 34% de la población en 1995 al 71% en el 2000. La extrema pobreza también se duplicó, pasando del 12 al 31%. El índice de chicos escolarizados bajó del 50 al 4%. El tercio de personas que en el '99 no tenían agua potable ni accedían a las mínimas condiciones de higiene y servicios de salud siguen igual en el 2002. La dolarización ecuatoriana produjo, por supuesto, una mayor concentración de la riqueza: en 1990, el 20% más pobre tenía el 4,6% del total nacional, ahora tienen menos del 2%. Los más ricos tenían el 52%, y ahora el 61%. Se incrementó la deuda externa. Y por su propia dinámica la dolarización exige el ingreso de dólares. Y no hay muchas vías: exportar, pedir prestado o privatizar. La otra condición es la apertura de los mercados, que en Ecuador significó un crecimiento de las importaciones del 50% y una caída de las exportaciones tradicionales del 16,3%.
Las únicas "ventajas" de la dolarización son las que bien defiende el senador Conni Mack, republicano ultraconservador, como beneficios para Estados Unidos. Este senador definió las estrategias y condiciones para implantar la dolarización en el continente americano en su "Ley para la Estabilidad Monetaria Internacional". Dice con trasparencia que la dolarización incrementará las ventas de los Estados Unidos y disminuirá el riesgo de los inversores norteamericanos. Algunos analistas especulan (¿¡!?) que Buh podría relanzar este proyecto. Los países que dolarizaron, además de Ecuador, son: Panamá (1904) y El Salvador (1 de enero de 2001). Guatemala sancionó la ley que permite la libre circulación y el pago de sueldos en dólares. En Costa Rica, el banco central insiste en la posibilidad de hacer oficial la dolarización.
En nuestro país, es el ex Presidente Menem, principal representante político de la banda dolarizadora, quién lleva adelante la cruzada norteamericana.
La otra "casualidad" es que dolarización viene acompañada de la instalación de bases militares norteamericanas: base aérea de Manta en Ecuador, operativo "Nuevos Horizontes" en Guatemala y Paraguay, Centro Regional de Drogas en El Salvador y un plan de patrullaje conjunto en Costa Rica.
Para algunos, la dolarización de Ecuador fue obra de un plan prefijado. Para otros, las decisiones estuvieron condicionadas por las presiones y velocidades de los acontecimientos, sumada a la incapacidad y corrupción de los gobernantes. A esta altura sería sano pensar que la segunda hipótesis es el camino para llegar a la primera. Y que bajo las apariencias de "la única salida posible" siempre se esconde el plan prefijado de quienes manejan nuestras vidas como le corresponde a todo colonizado. Para muestra debería bastarnos conocer nuestra propia historia argentina, desde al '76 a la fecha.