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25 de april del 2002
La Gran Colombia al revés
Jaime Galarza Zavala
ALTERCOM
En carta dirigida por Simón Bolívar al Cónsul británico
en Bogotá desde Guayaquil, el 5 de Agosto de 1829, expresó: "Los
Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América
de miserias a nombre de la libertad".
Más que una amarga profecía, propia del visionario, esa previsión
tenía por base las experiencias que Bolívar hiciera respecto de
la actitud norteamericana hacia la causa independentista del Sur. Wahington
no sólo permaneció sordo a las invocaciones de hermandad continental,
sino que apoyó a España en su demencial campaña para conservar
sus colonias.
Once años antes, el 20 de Agosto de 1818, desde Angostura, Bolívar
se dirigió a Bautiste Irvine, delegado norteamericano para Venezuela,
protestando por la captura que las autoridades estadunidenses ejecutaran entonces,
de las goletas Tigre y Libertad, que intentaron transportar pertrechos para
los patriotas. Reclamó el Libertador: "Hablo de la conducta de los Estados
Unidos del Norte respecto a los independientes del Sur, y de las rigurosas leyes
promulgadas con el objeto de impedir toda especie de auxilios que pudiéramos
procurarnos allíŠ Se ha visto imponer diez años de prisión
y diez mil pesos de multa, que equivale a la muerte, contra los virtuosos ciudadanos
que quisiesen proteger nuestra causa, la causa de la justicia y de la libertad,
y la causa de la América".
Bolívar, además, tuvo otra previsión. Conciente de que
las riquezas de Venezuela y Sud América cayesen en manos de extranjeros
y testaferros, decretó expresamente: "Las minas de toda clase pertenecen
a la República".
La experiencia asumida por Bolívar conformó los ideales que consignara
en 1816 en su célebre Carta de Jamaica, en relación con aglutinar
a los pueblos del continente ("Mi patria es América") en una poderosa
unión que fuese imbatible ante todas las potencias del orbe. De allí
nació la que debía ser la primera célula del poderoso organismo:
la Gran Colombia, integrada por Venezuela, Colombia y Ecuador, en sus denominaciones
actuales.
Los grupos de poder criollo, basados en la explotación de siervos y esclavos
y en el permanente contubernio con los intereses norteamericanos, sepultaron
el sueño de Bolívar, entregaron los minerales y el petróleo
a Estados Unidos y sus socios, y establecieron dictaduras de hierro o democracias
de plastilina en las tierras liberadas con torrentes de sangre.
De allí que la figura de Bolívar reaparezca con tanta porfía
en el continente. Si José Martí afirmó que lo que no logró
hacer Bolívar en América, está por hacerse todavía,
otro de sus grandes seguidores, el jefe de la Revolución Liberal Ecuatoriana,
General Eloy Alfaro, cuando luego de numerosas batallas ganó el poder
a fines del Siglo XIX, intentó reconstruir la Gran Colombia, cobijado
en su enorme liderazgo continental, siendo saboteado en sus tenaces propósitos
por los mismos círculos antibolivarianos, comandados por Washington.
Hoy se ha vuelto a prender en Venezuela la llama bolivariana, al margen de las
limitaciones, errores y defectos de quien proclama una revolución bajo
el signo del bolivarismo: Hugo Chávez.
En el caso, los Estados Unidos quieren una Gran Colombia al revés. Una
que sirva de plaza de armas para aplastar cualquier brote de soberanía
y cambios sociales en Sud América. Para ello, Colombia debe afianzar
su actual rol de mandadero de la CIA y el Pentágono, Ecuador debe permitir
que la Base de Manta, entregada a Estados Unidos, so capa de combatir el narcotráfico,
se emplée a fondo para la guerra de exterminio contra la insurgencia
colombiana, lo mismo que debe hacer Venezuela con su vecindad y sus enormes
recursos. Esto sin contar con que la nueva Gran Colombia, erigida por Washingto
al revés, debe poner los muertos y encima pagar los ataúdes.
* Escritor y periodista ecuatoriano