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Latinoamérica

27 de septiembre del 2002

Antonio Prado, coordinador de los equipos económicos de Lula
Mantener las metas pactas con el FMI y gradualismo


Clarín, 22-9-02

En el equipo del favorito, el dirigente histórico del Partido de los Trabajadores, Luiz Inacio Lula da Silva, que tiene 40% de las intenciones de voto, la palabra "ruptura" fue eliminada del diccionario programático. En su remplazo, aparece otra idea: "transición gradual". Antonio Prado, economista que coordina el plan económico de la alianza "Lula Presidente", despejó las dudas que pueden subsitir en los medios financieros internacionales, y dice que hay una clave: "La estabilidad macroeconómica es fundamental. Cuando se consigue, se resuelven la gran mayoría de los problemas productivos".
- Pero ¿qué gobierno no quiere la estabilidad? El problema es como se consigue. Basta ver a la Argentina.
- No se pueden comparar Brasil y Argentina. Estuve reunido hace poco con John Williamson (ideólogo del Consenso de Washington, la receta para todos los males del FMI y el Banco Mundial durante los ´90). Hizo una lista de diferencias entre los dos países, porque lo que quería demostrar es que Brasil está en una situación intermedia.
- ¿O sea...?
- Su tesis era que aún cuando Brasil esté realizando un serio esfuerzo para reducir su necesidad de financiamiento externo, tiene un riesgo de caer en "default" por causa de una "quiebra de confianza" de los inversores externos. Pero en ese trabajo de diferencias con Argentina, hubo varias interesantes. Una es que Brasil no tiene dificultades para recaudar impuestos. La otra es que la deuda pública brasileña es interna y fijada en reales.
- Y como el gobierno tiene la máquina de fabricar reales, pase lo que pase siempre puede emitir papel moneda...
- Sí, claro. Pero ahí se crea hiperinflación. Y no vamos a hacer eso. La cuestión es que Williamson concluyó que con el superávit fiscal primario de 3,75% (pactado con el Fondo) hay margen de sobra para reducir la relación entre deuda pública y producto bruto interno. Eso significa que esa deuda está lejos de ser explosiva.
- El ajuste fiscal comprometido con el Fondo impuso e impondrá bajas del gasto estatal. La Argentina probó que sucesivos recortes del gasto aceleran la caída económica y afectan la recaudación. ¿Por qué Brasil sería diferente?
- El problema es de eficiencia del gasto. Nosotros estamos convencidos que con los recursos disponibles podríamos aumentar la oferta de bienes y servicios a la sociedad, sólo con hacer que el gasto sea más eficiente.
- ¿Cómo piensa el PT que puede contener las demandas sociales si continúa la misma política económica?
- Hoy existen tensiones en varios sectores sociales. Desde hace 8 años, no existen ajustes lineales en los salarios públicos; hay 23 millones de personas por debajo de la línea de pobraza y 11,5 millones de desempleados. Hay dos respuestas a eso. Una es el diálogo y la negociación, donde Lula ya demostró su capacidad. La otra es la madurez de los movimientos sociales, que deben entender que no es posible atender de inmediato demandas reprimidas durante tanto tiempo. Van a existir presiones pero no significa que terminen en conflicto abierto.
- Lula habla de una gran pacto social. ¿Es una alianza con el empresariado nacional?
- La economía de Brasil tiene un grado importante de internacionalización. Un 30% está en manos de empresas multinacionales. Luego, no es solo el empresariado nacional. Tiene que incorporar a las compañías extranjeras.
- Pero las empresas extranjeras instaladas en Brasil vinieron sólo para el mercado interno ¿no? Y ustedes plantean que ahora hay que exportar...
- Sí, es verdad. Las multinacionales atienden sobre todo el mercado interno. Pero se pueden negociar condiciones suficientemente atractivas, no solo con las filiales sino las matrices, como para decidirlas a exportar desde Brasil.
- ¿Cuáles son los problemas más agudos con que se enfrentarán en los primeros meses de gobierno, en caso de ganar?
- El problema más grave es la renegociación de una deuda externa de 26.000 millones. Son vencimientos de papeles de la deuda externa y de préstamos extranjeros al sector privado brasileño. Como hay una retracción muy fuerte del crédito internacional, se hace dificil refinanciar esos vencimientos.
- ¿Cómo lo van a enfrentar?
- Eso va a depender de la confianza del sistema financiero internacional en la política económica brasileña. A partir del resultado de las elecciones, y luego que se anuncien los equipos económicos, se sentirá de inmediato la reacción de los bancos internacionales. Creo que la cuestión es conquistar la confianza. Como nuestra propuesta es una política muy gradual de transición durante el 2003, no veo imposibilidades.
- ¿ Y a quién va a poner en el Banco Central, que parece concentrar las miradas de todo el mundo?
- Lula ya indicó su intención de incorporar cuadros de varias corrientes políticas en su gobierno. En el caso específico del Banco Central, el criterio para ocupar la presidencia del organismo se regirá por tres criterios bien precisos: capacidad técnica, experiencia en el área financiera y un reconocimiento del sector financiero sobre la solidez de quien sea designado.
- ¿Cómo cree que puede influir el escenario internacional en la economía de Brasil y de la región?
- Lo que se ve claramente es que el reflujo de liquidez internacional no se trata, ya, de una crisis de países emergentes. Ahora, la crisis alcanza al núcleo capitalista internacional: Estados Unidos, Europa y Japón. En verdad, la mayor dificultad viene de la propia crisis norteamericana, que puede empeorar si hubiera un ataque a Irak. La otra cuestión es que los inversores aumentaron su aversión al riesgo, precisamente por cuenta de los problemas en Estados Unidos. Y es evidente que la economía brasileña sigue mostrando una alta vulnerabilidad externa. Por eso, somos tan prudentes.