Un año después... El lugar adecuado del atentado a las torres gemelas en la historia
Carlos Lozano G.
ANNCOL
Un año después del atentado de las torres gemelas, los medios de comunicación nos quieren convencer que "es el peor atentado terrorista en la historia de la humanidad". Aunque en realidad, el peor acto terrorista de todos los tiempos, fue la explosión de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki hace 57 años, por orden del presidente Truman.
Ni siquiera el atentado de hace un año en Nueva York se puede comparar con los "efectos colaterales" de acciones intervencionistas de los Estados Unidos en otras latitudes. O con la reacción del gobierno de Bush contra Afganistán por los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, que ya ha dejado miles de civiles muertos y horrible destrucción en el empobrecido país asiático. Sin mucha retórica se puede decir que los peores atentados terroristas en la historia mundial han corrido por cuenta de la política exterior hegemónica de los Estados Unidos, de gran potencia e intervención.
Sin embargo, un año después de los tristes y lamentables acontecimientos, que no soslayamos, se puede hablar, paradójicamente, de la fragilidad de esta política. Sobre todo, cuando en Estados Unidos está siendo cuestionada la actitud pasiva de la Casa Blanca ante la alerta temprana de la posibilidad de que se presentaran este tipo de actos en el corazón del imperio y la ineficacia de los servicios secretos que fracasaron estruendosamente en la labor de inteligencia, a pesar de su sofisticación y tecnología."El odiado enemigo", Bin Laden, en cuya captura se han invertido millones de dólares y adelantado numerosas operaciones bélicas a un alto costo de desprestigio ético y humano, no ha podido ser destruido como se lo prometió Bush a sus compatriotas. El trofeo de guerra no aparece por ninguna parte. Ni vivo, ni muerto, como lo ofreció, creyendo estar en un antiguo circo romano.
Cuánto odio han acumulado los gobernantes norteamericanos en sus potenciales enemigos por esta política de agresión y sojuzgamiento mundial. Como también, este desajuste interno que crean los actos de retaliación, son aprovechados por los círculos más belicistas y derechistas yanquis para su propio ajuste de cuentas, como parece haber ocurrido con el atentado al Pentágono el 11 de septiembre, centro del militarismo mundial, destruido al margen de los ataques a las torres gemelas. Al menos así lo revela la juiciosa investigación de Thierry Meyssan, en el libro La Gran Impostura, un auténtico best seller mundial. * Director de Voz