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Latinoamérica

7 de agosto del 2002

Colombia: Lo que vendrá

SERPAL

Alvaro Uribe asumirá mañana miércoles la presidencia de Colombia. Miles de policías, soldados, helicópteros, tanquetas y hasta un avión espía-vigía norteamericano, formar parte del operativo que procura garantizar la seguridad de los funcionarios entrantes, los salientes y de los 600 invitados especiales entre los que se cuentan varios presidentes latinoamericanos y enviados europeos.
Alvaro Uribe ganó con amplitud las elecciones. Es indudable que muchos colombianos, por convicción o por desesperación han creído en sus promesas. Hace poco más de cuatro años, Pastrana obtuvo la mayor votación de la historia con su propuesta de alcanzar la paz. "El cambio es ahora" prometía. Mañana se vá Pastrana dejando atrás un país todavía más empobrecido, con un conflicto que ha dejado de ser "interno" al abrir las puertas a la injerencia militar norteamericana, millares de refugiados, en muchos casos desprotegidos y una economía con negras perspectivas.
Durante la gestión de Pastrana el nivel de pobreza subió más de 8 puntos y se aproxima ahora al 60 por ciento de la población. Dentro de esos 24 millones de pobres, hay nueve millones de colombianos viven en la indigencia con ingresos mensuales inferiores a los 70 mil pesos ( aproximadamente 26 dólares) . Estas cifras nos eximen de abundar en otros índices tributarios del de pobreza, como los que señalan el aumento del desempleo, de la capacidad adquisitiva de los salarios, de asistencia sanitaria, etc.
Lo que vendrá
Roberto Junguito, futuro ministro de hacienda de Uribe afirma que Colombia necesita crecer a un ritmo del 6% durante los próximos seis años. Para ello, lógicamente promete reactivar la economía. Pero en cuanto a medidas concretas anunció que presentará al Congreso dos reformas que permitirán al gobierno ingresar 2.400 millones de dólares en los próximos cuatro años. Una de ellas, pretende crear bonos de seguridad ( o de guerra) . Este tributo estará destinado a reforzar el financiamiento de las Fuerzas Armadas. La otra reforma, procura aumentar la recaudación de los impuestos. Ninguna de las dos parece que puedan contribuír a la reactivación de la economía, sino todo lo contrario.
De los 2.400 millones de dólares que calcula recaudar Junguito en cuatro años, casi un 70 % de ese montante será destinado " a financiar la guerra contra la guerrilla". Al confirmar que el nuevo gobierno colombiano desviará fondos que podrían destinarse al desarrollo económico y social para gastarlos en el presupuesto militar, afirmó que "el conflicto armado requiere recursos inmensos". En un análisis sobre el nuevo gobierno, Fabio Villegas director de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) dijo que la prioridad es una economía sana que permita crear empleo. "Este país no es viable con 10 millones de desempleados y subempleados", añadió Villegas. Sin embargo, a pesar de estos comentarios casi de sentido común, el gobierno de Uribe asume con la firme idea de apagar el incendio con gasolina.
El futuro ministro de Hacienda de Uribe también piensa "honrar la deuda externa" colombiana. ( 23 mil millones de dólares ). Este año las amortizaciones de capital y el pago de intereses consumieron el 35 % del presupuesto del país. Su futuro ministro de Hacienda ni siquiera piensa en la renegociación de la deuda. Por este camino es previsible augurar un mayor endeudamiento con la consiguiente pérdida de soberanía, y el creciente deterioro de las áreas sociales, salud, educación...
En el campo de la justicia, el gobierno de Uribe propondrá la eliminación de la Defensoría del Pueblo, y además, algunas modificaciones a la Corte Constitucional para que esta no pueda ejercer control constitucional a la declaratoria del Estado de Excepción. ( Diario "La Patria", de Manizales)
"Yo también soy anti-terrorista"
El nuevo presidente de Colombia accede al cargo en una coyuntura favorable para sus planteos de alcanzar la paz aumentando la guerra. En lo interno , por el fracaso del camino negociador seguido por Pastrana. En lo internacional, el discurso "anti- terrorista" de George Bush, bajo cuyo paraguas se puede cobijar cualquier tipo de represión siempre que se haga a favor de los intereses del gobierno norteamericano. Uribe aspira a la misma "bula" que disfruta Ariel Sharon en su "pacificación" de Medio Oriente: una guerra abierta y desigual con constantes y gravísimas violaciones a los Derechos Humanos, ataques y control militar de la población civil.
La comparación no es caprichosa. También Uribe –como Sharon – prefieren desconocer el trasfondo de los conflictos. Caracterizar al enemigo como fanático, loco, o asesino descarta de hecho la posibilidad de que existan causas reales para el conflicto. El nuevo presidente reduce la situación a una "guerra anti-terrorista" y omite el fondo de injusticia social que subyace en cuatro decenios de violencia. En el horizonte, el posible aumento de la implicación militar norteamericana y "soluciones" como alcanzar un millón de confidentes o "chivatos" en base a compensar económicamente eventuales delaciones. Una reedición institucional de los sicarios, aunque éstos en principio no asesinen y se limiten a "señalar".
Ninguna enseñanza parece haberse extraído de la vigencia del Plan Colombia. El diario "El Tiempo" de Bogotá recordaba esta semana que los legisladores norteamericanos "han comenzado a criticar los pobres resultados que hasta ahora arroja esta iniciativa en la que han invertido mas de dos mil millones de dólares". Y hace una cita que atribuye a esos legisladores: " Estamos decepcionados por los resultados del Plan Colombia. Ni los colombianos ni otros donantes internacionales están aportando la cuota financiera que les corresponde y los cultivos de coca y amapola se han incrementado. Además, el proceso de paz se colapsó y el conflicto armado se ha intensificado". Por si fuera poco, ponen en duda ( a buena hora ) que las fumigaciones con glifosato destinadas a eliminar cultivos ilícitos no estén afectando a la población y al medio ambiente. Piden que se exijan las mismas normas que existen en Estados Unidos para fumigar con ese producto. El Departamento de Estado no ha dicho nada y si esa situación se mantiene Colombia no podría utilizar los recursos norteamericanos para comprar glifosato ni adquirir las avionetas de fumigación, ni contratar al personal especializado.
Comienza un duro tramo
El gobierno y las instituciones armadas y de seguridad del Estado colombiano han sido generosas con Uribe. Por si su final es parecido al de Pastrana, han preferido que las medallas lleguen antes que los resultados. Nada menos que ocho distinciones recibió el nuevo presidente. Pastrana le entregó la Orden de Boyacá en el grado de Gran Collar. Pero además Uribe fue condecorado con la Orden Nacional al Mérito Militar; la Cruz de la Fuerza Aérea al mérito Aeronáutico, la Orden de la Estrella de la Policía…
Pero hay millones de colombianos que no se sienten tan eufóricos ni propensos a medallas y solemnidades. Albergan una justificada desconfianza en el nuevo gobierno. Hace pocos días miles de mujeres provenientes de diversas regiones del país, Chocó, Putumayo, Magdalena Urabá, Santander, mujeres del sur, del norte, del este y del oeste de Colombia marcharon por las calles de Bogotá expresando su compromiso por la paz. "Ni un hombre más, ni una mujer más, ni un niño más para la guerra". "Pequeños sueños hacen grande un país". Con estas consignas y una firme voluntad recorrieron la capital, recibiendo simpatía y adhesiones que parecen contradecir la intención belicista del nuevo presidente. Representantes de organizaciones de derechos humanos, políticos de la oposición, sindicalistas, religiosos, periodistas, líderes campesinos y profesionales –entre otros – no ocultan su temor de que Uribe protagonice una "huída hacia delante" y propicie aún más inseguridad. Los últimos años arrojan una escalofriante secuencia de miles de asesinatos impunes de quienes trabajan por la justicia, por los derechos de la gente, por organizarse de forma independiente, por decir o escribir la verdad de lo que sucede.
Colombia es un país clave en la región andina y en Latinoamérica. Su futuro no nos es ajeno ni desde la solidaridad, ni desde el sentimiento bolivariano.
* Redacción de SERPAL, 6 de agosto de 2002
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