20 de agosto del 2002
Sepultando el estado de bienestar
Como "un algodón entre dos cristales"
Carlos Santiago
Uruguay vive horas difíciles, mostrando un declive económico
que se sigue acentuando, como reflejo de una serie de políticas, aceptadas
por nuestros gobernantes pero que tienen su razón de ser en una estrategia
internacional que, obviamente, no es propia. La crisis de la economía
norteamericana debe ser visualizada como un elemento central en la situación
de los países latinoamericanos que, como Uruguay, sufren extracciones
cada vez más agudas de riqueza que van dirección al país
del norte, utilizándose para ello el recurso del endeudamiento externo
que, en las actuales condiciones del país, se está volviendo ingobernable.
Las tasas de ganancias impuestas en sus productos, inclusive los financieros,
tienden a compensar la pérdida de competitividad que evidencia EE.UU.
en varias regiones del mundo, especialmente en relación con las producciones
de la Unión Europea, China, Japón y Corea.
Las características del proceso que se verifica a nivel mundial es de
claro decaimiento del modelo neoliberal, el que está perdiendo fuerza
también en América Latina, al reducirse el nivel de competitividad
de los productos de EE.UU., que son sustituidos por otros de distinta procedencia.
Inclusive los capitales están siendo desplazados, especialmente los utilizados
en la inversión directa, por otros provenientes de Europa,
¿Cómo interpretar, entonces, las razones de la brutal destrucción
de riqueza que se produjo en nuestro país? Si sobrevolamos los índices
que muestran en deterioro industrial uruguayo y observamos lo ocurrido en cualquier
rama de la producción nacional, comprenderemos que ese resultado atroz
para el país no es solo el producto de la insensatez de nuestros gobernantes,
ni de su incapacidad para utilizar los más adecuados instrumentos económicos
y, de alguna manera, evitar que la riqueza acumulada por el esfuerzo de generaciones
de uruguayos desapareciera en años, meses y ahora en días, en
una caída en espiral que cada día aumenta en velocidad.
Es que EE.UU. necesita mantener el superávit comercial con América
Latina, que le compense el déficit creciente que tiene con el resto del
mundo, para lo cual está acentuando su política de dominación,
utilizando para ello los mecanismos económicos - a través de las
recetas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) - mucho más
eficaces que la utilización, como en la década del sesenta, de
los ejércitos pretorianos a su servicio, que tomaron el poder en casi
la totalidad de los países del continente.
La apertura irrestricta de las importaciones a lo que se sumo la compulsiva
eliminación de las barreras arancelarias, fue uno de los caminos iniciales
para que las economías del continente, inclusive la uruguaya, comenzaran
una paulatina pérdida de riqueza que, en grandes números, es de
una brutal significación. Si analizamos rama por rama, vemos el deterioro
impuesto: de alrededor de quince empresas textiles de importante monto hoy apenas
se mantiene un par. Si vamos a la vestimenta, comprobamos que de las 150 empresas
que existían en ese ramo, solo sobreviven cinco. El panorama de la construcción
también se ha deteriorado, pese a que en el marco de una ley de reactivación,
se pretende rebajar aportes, sin entender que estos no existen en razón
del deterioro de la actividad en su conjunto que ha dejado por el camino a miles
y miles de trabajadores.
Si hay un elemento realmente insólito es pretender reactivar al país
en base a una ley de esas características, que toca la epidermis de algunos
problemas, sin hincar el diente en ningún tema en profundidad y, que
además, establece nuevos mecanismos que encarecerán el costo país,
como la instalación de peajes que encarecerán el transporte, reducirán
el tránsito en aras de una acumulación de capital que se destinaría
a futuros proyectos viales.
Una clara y nada novedosa medida recesiva, pomposamente llamada "megaconceción"
que, en definitiva, multiplicará el lucro de concesionarios que, como
ocurrió con la "interbalnearia", no se aportarán capitales para
las obras prometidas hasta no conseguirlo en los peajes, extrayéndolos
de los bolsillos de los usuarios. Empresas, además, en las que se repiten
los mismos nombres de quienes, desde hace muchos años, han trabajado
para el Ministerio que puso en marcha la nueva sangría para los bolsillos
de la gente.
¿Este es el camino para la reactivación? Parece increíble que
con esas medidas, a lo que se suma una refinanciación de deudas con el
Banco de Previsión Social, se pretenda que el país salga adelante,
especialmente cuando la destrucción de riqueza se puede medir por miles
de millones de dólares, asistiéndose a una caída del PBI
que es histórica.
De ex profeso en este trabajo no hemos querido incursionar en la situación
de la banca, otra rama del rubro servicios que se encuentra en violenta reestructuración,
luego de haber sido la "mimada" de los distintos gobiernos que la apuntalaron
con las cuantiosas reservas del país y, posteriormente, con miles de
millones de dólares provenientes del FMI, sin que ese aporte haya solucionado
las graves disfuncionalidades de un sector que en lugar de aportar al desarrollo
del país, actuó en su contra, pues su negocio estaba en otro lado.
Lord Ponsomby afirmaba que Uruguay, a pesar de su tamaño económico,
siempre tuvo la particularidad de ser un "algodón entre dos cristales"
- tal como sostiene un documento de la Secretaría de Relaciones Internacionales
del PS - y hoy se corre el riesgo de que el default argentino (cesación
de pagos) se proyecte a través de nuestra caída a otras zonas
del continente. Esta crisis es también la oportunidad de que la llamada
coalición de gobierno utilice para profundizar aún más
el modelo neoliberal, eliminando lo que va quedando del estado de bienestar
y del rol de rector económico del Estado.
Por supuesto que esa política, para quien vea las colas de jóvenes
que se forman ante los consulados o en las oficinas de legalización del
Ministerio de Relaciones Exteriores, es suicida. El modelo perimido está
provocando que otra generación de uruguayos abandone el país,
que crezca la marginación y la violencia social.
Aprovechar la coyuntura para profundizar la destrucción de riqueza, castigando
más a nuestra sociedad, convertirán al país en un páramo
lleno de fantasmas hambreados.
El logro de ese objetivo, ¿a quién beneficiará? Es una buena pregunta
para hacerle al presidente de la República.
Carlos Santiago Periodista, secretario de redacción de Bitácora