3 de agosto del 2002
Significado actual del 26 de julio
Gilberto López y Rivas
La Jornada
Para los latinoamericanos que se formaron políticamente al fragor
de la Revolución Cubana, el significado del asalto al cuartel Moncada,
el 26 de julio de 1953, tiene una connotación clara: el inicio de un
movimiento popular contra una sangrienta dictadura apoyada por Estados Unidos
que daría cauce al establecimiento del socialismo en Cuba.
El giro radical que tomó el proceso revolucionario desde su inicio en
favor de profundas transformaciones en la virtual colonia yanqui, concitó
el apoyo de los pueblos de nuestra América que repudiaron inmediatamente
las brutales agresiones organizadas por el gobierno estadounidense desde el
año uno de la revolución. Sabotajes, quemas de cañaverales,
intentos de asesinato de sus dirigentes, inicio del bloqueo, económico,
diplomático y militar, organización inmediata de la contrarrevolución,
la invasión a Playa Girón fraguada -preparada y llevada cabo por
la Agencia Central de Inteligencia-, la ruptura de relaciones de todos los países
integrados en la OEA, a excepción de México, orquestada por Washington,
fueron factores que paradójicamente facilitaron el rumbo de las transformaciones
sociales más profundas llevadas a la práctica en un país
de América Latina: reformas agraria y urbana; nacionalización
de los principales sectores de la economía y recursos estratégicos;
campaña nacional de alfabetización; conformación de milicias
y fuerzas armadas populares; transparencia en la política exterior y
con plena independencia nacional; derecho a la salud, a la educación,
al deporte, a la cultura.
Un pequeño país, considerado por los padres fundadores de Estados
Unidos como la fruta madura que inevitablemente formaría parte del "Edén
estadounidense" en sus afanes expansionistas, retaba con éxito a Goliat
y salía airoso de conspiraciones encaminadas a derrocar al gobierno revolucionario.
Desde los primeros meses de la Revolución, muchas fueron las represiones
sufridas en América Latina por defender el derecho a existir y resistir
de la gran mayoría del pueblo cubano. Una y otra vez, en un 26 de julio,
la policía embistió con furia sobre los manifestantes, siendo
incluso una de estas brutalidades policiacas el hecho circunstancial que origina
el movimiento estudiantil popular de 1968.
Al grito de "¡Cuba sí, yanquis no!" los latinoamericanos intentaban romper
la cadena histórica de guerras de conquista (México,1846-1848),
incursiones e invasiones militares (México, República Dominicana,
Cuba, Nicaragua, Panamá), tratados leoninos (de Bucareli, Canal de Panamá,
Enmienda Platt), golpes de Estado (Huerta, Somoza, Batista, Pinochet), apoyo
incondicional a feroces dictaduras (Argentina, Chile, Guatemala), asesores policiacos
y de inteligencia (con las consiguientes desapariciones, asesinatos, torturas,
persecuciones, exilios, cárceles), dependencia estructural, apropiación
de nuestros recursos, fuga de cerebros, racismo y discriminación en la
metrópoli imperial.
Cuba ha sido el referente de una soberanía popular amenazada, pero nunca
violentada. El régimen socialista cubano ha sido la contraparte del diagnóstico
latinoamericano de analfabetismo, muerte por desnutrición o enfermedades
curables de millones de niños, pelagra, parasitosis, desamparo de los
ancianos, deserción escolar, drogadicción, criminalidad, desempleo,
polarización social, fin de la sustentabilidad alimentaria.
De esta ínsula voluntariosa han salido los miles de médicos solidarios
para la asediada Nicaragua, las vacunas de la meningitis para los niños
de Uruguay, las asesorías deportivas de alto nivel, las trovas viejas
y renovadas, los numerosos artistas plásticos, los poetas, los profesionistas,
los técnicos, los maestros, las escuelas técnicas y de medicina
en las que se han formado sinnúmero de latinoamericanos.
A pesar del bloqueo estadounidense, vigente hasta la fecha, y la desaparición
de la Unión Soviética y del bloque socialista, Cuba ha navegado
contra viento y marea, manteniendo los satisfactores mínimos para el
desarrollo humano por los que esa revolución luchó y triunfó.
Hoy, como ayer, Cuba sigue acumulando odios y solidaridades. No es casualidad
que a menos de dos años del "gobierno del cambio", el entreguismo de
Vicente Fox y su canciller a los intereses estratégicos de Estados Unidos
ha provocado que las relaciones diplomáticas entre nuestros países
se tensaran al borde de la ruptura.
Esta singular situación a la que nos ha llevado la derecha mexicana y
la dicotomía maniquea que pretenden globalizar los gobernantes estadounidenses
entre "terrorismo" y sus propios intereses imperiales, obligan a un posicionamiento
de fraternidad entre los pueblos. Así, hoy como ayer, defender a Cuba
es defender la dignidad de América Latina.