31 de julio del 2002
A los Compatriotas y Camaradas de Venezuela
Isrrael Sotillo
Rebelión
En los encuentros que hemos ido sosteniendo con los Compatriotas y Camaradas en los diferentes rincones de la patria nos preguntan con insistencia: ¿Por qué no se ha tomado el poder aún? Y la respuesta que les hemos dado, es que la Cuarta República no ha finalizado todavía, no ha concluido. Recuerden a Gramsci les decimos. Sucede que el anciano régimen no termina de morir, y el nuevo, la Quinta República, no termina de nacer... También les respondemos, que un partido, unos dirigentes, no se improvisan. Chávez, por ejemplo, no nos cayó de las alturas, representa una tradición revolucionaria, como a todos nos consta. Les explicamos, también, que el Comandante Hugo Chávez no es más que una brizna de paja en el viento de la historia presente, pero eso sí, una brizna muy significativa.
A lo anterior habría que agregarle otro problema, queridos Compatriotas y Camaradas: Para que los postulados del proyecto que lidera el Comandante bolivariano puedan asentarse en la conciencia de las masas, del pueblo venezolano todo, tienen que existir cuadros, como de hecho los hay, aunque ahora sean numéricamente limitados; y tiene que coexistir, además, la confianza en esos cuadros de dirección, una confianza fundamentada en toda la experiencia anterior: Siete procesos electorales ganados, con algunos bemoles, es cierto, pero sin duda exitosos; y esa gran gesta histórica, como lo fue, la retoma del Palacio de Miraflores. La teoría marxista, por ejemplo, exige tener en cuenta todos los procesos objetivos. Excluir estos elementos de la propia conjetura, en lenguaje de Borges, es simplemente ignorar la esencia de la Revolución.
Compatriotas y Camaradas: Toda revolución responde a causas objetivas, a fuerzas históricas superiores a cualquier persona. Hay mucha gente dentro de la Revolución Bolivariana que suele llamarse revolucionario, y de la misma manera, sabemos que tan sólo son revolucionarios de expresión, es decir, los propios neoliberales oportunistas. Este momento reclama que la actitud de los dirigentes bolivarianos debe ser, tiene que ser, como la de la terquedad del izote, como nos lo han enseñado los hermanos salvadoreños.
Por lo tanto, no se puede ceder ni siquiera un ápice del contenido popular de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Ahora bien, reconocer y explicar los errores, mediante la autocrítica y la crítica, será siempre el camino correcto para evitar que la Revolución Bolivariana se devalúe; las concepciones pequeño-burguesas siempre estarán a disposición de la revolución, por lo que la tarea inmediata debe ser cumplirle al pueblo su exigencia de hoy y de todos los días, su reclamo constante: Una política intransigente frente a todos los matices de la cuarta república. Por eso, es bueno evocarles aquí a los Compatriotas y Camaradas de Venezuela, revolucionarios todos, que "el marxismo no es un dogma, sino una guía para la acción". De allí que estamos seguros que los debates iniciados en el seno del pueblo, lejos de desalentar al proceso revolucionario, sin temor a equívocos, acrecentarán la organización.
El movimiento revolucionario bolivariano y sus dirigentes deben estar a la altura de este tiempo histórico. Venezuela vive una etapa que exige la noble e inexorable misión de consolidar "las conquistas del pueblo". Es compromiso, por consiguiente, desarrollar una paciente labor de esclarecimiento y propaganda a lo largo y ancho de la geografía nacional y allende los mares, incluso. La táctica en esta hora crucial, debe ser, ahora más que nunca: "Horror a la oligarquía", tal como lo expresara Ezequiel Zamora, uno de los inspiradores de este proyecto de cambio; por lo tanto, negar cualquier tipo de apoyo a los neoliberales de adentro y de afuera, será una cuestión de vida o muerte para la Revolución Bolivariana.
El marxismo siempre ha explicado que la sociedad de clases se sostiene por la existencia de la violencia, pero la violencia por sí misma, se sabe que no basta. De allí que los sucesos del 11 de abril demostraron que no hay más garantía que el propio pueblo revolucionario armado, tanto en las ideas, como en lo material. Las bases populares demostraron, además, el 13 de abril una intuición revolucionaria mucho más eficaz que la de su dirigencia política. Entonces, esa verdad histórica, incontestable por lo demás, demanda a todos los cuadros y militantes de la Revolución Bolivariana, que hay que esforzarse en obrar como revolucionarios auténticos y consecuentes. La lección es clarísima, así nos lo recuerda el Tío Ho: "para la resistencia y la reconstrucción nacionales, las fuerzas esenciales residen en el pueblo". En voz de los hermanos peruanos: "trabajo con las masas como tarea apremiante, es decir, junto a los obreros, a los campesinos, a los jóvenes, a las mujeres y a los intelectuales; en cada uno de esos sectores se deben generar movimientos para el trabajo de masas, con líneas específicas, por su puesto". Un trabajo a gran escala no se puede hablar con el viento, se tiene que comunicar a determinados y receptivos oídos. Al mismo tiempo precisar la recomendación de Louis Althusser:
"otorgarle la palabra a las masas, que son quienes hacen la historia".
Siempre será un deber de los cuadros revolucionarios darle oídos y entender sus aspiraciones en sus contradicciones, saber persistir atentos a la creatividad y a la iniciativa de las masas".
¡Larga vida a la Revolución Bolivariana¡ Compatriotas y Camaradas todos.
PS: Un texto conocido universalmente como "Las Tesis de Abril", escrito por Vladimir Lenin, originó los comentarios que acaban de leer. Está dispuesto para todos y cada uno de los revolucionarios venezolanos que se preocupan por darle profundidad al proceso bolivariano.
Isrrael Sotillo es Periodista y Abogado