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12 de julio del 2002
¿Sobrevivirá el proyecto de Chávez?
Gregory Wilpert
Znet Magazine español
Aunque en gran parte todavía permanezca envuelto en un halo de
misterio, están comenzando a surgir más y más detalles
acerca del intento de golpe de estado en contra del presidente de Venezuela,
Hugo Chávez. Tal vez el más grande de estos misterios sea quiénes
fueron los francotiradores que comenzaron a disparar hacia las marchas del 11
de abril, lo que trajo como consecuencia la muerte de 17 personas y, a su vez,
proporcionó una justificación para el golpe. Al parecer hubo unos
cinco o seis francotiradores, disparando desde varios edificios. Algunos de
ellos podrían haber sido arrestados y, posteriormente, liberados durante
el breve régimen golpista, antes de haber podido ser identificados. Las
informaciones anteriores que indicaban que dos miembros del radical y violento
partido izquierdista de oposición, Bandera Roja, se hallaban entre los
francotiradores, se han vuelto menos veraces. No obstante, aquí, los
partidarios de Chávez muestran pocas dudas acerca de que los únicos
que habrían derivado algún beneficio de aquellos disparos hacia
los que protestaban serían, precisamente, los organizadores del golpe.
Las fuerzas antichavistas, empero, parecen sostener que la condición
mental de Chávez es tan inestable que éste colocaría francotiradores
aún para dispararle a sus seguidores, yendo en contra de toda lógica
e interés propio.
Desde luego, otro gran misterio que ronda la mente de todo el mundo aquí,
en Venezuela, es hasta qué punto se involucró el gobierno de Estados
Unidos en todo esto. En los actuales momentos, existen pocas dudas sobre el
hecho de que el gobierno de Estados Unidos ha estado apoyando a la oposición
venezolana, financieramente y a través del asesoramiento, según
lo reportan artículos recientes del New York Times y del Washington Post.
El "Fondo Nacional para la Democracia", una institución financiada por
el gobierno norteamericano conocida por brindarle apoyo a las fuerzas anti-progresistas
de todo el mundo, donó casi un millón de dólares a la oposición
a Chávez durante el año 2001, mientras que otro millón
viene en camino para el 2002. Además, como lo refiere Wayne Madsen, un
antiguo oficial de inteligencia de la Agencia para la Seguridad Nacional, la
Marina Norteamericana había colocado sus barcos a cierta distancia de
la Costa de Venezuela, con el propósito de monitorear el movimiento de
las tropas e informar de ello a los oficiales que formaban parte del intento
de golpe. Suponiendo que el golpe fue cuidadosamente planificado hasta el último
detalle y que no se trató de una mera coincidencia de hechos, como aducen
los promotores del golpe aquí, uno también tiene que suponer la
existencia de una fuerza coordinadora central detrás de este movimiento
de oposición, normalmente fragmentado y descoordinado. Lo que probablemente
no sepamos con seguridad hasta que, dentro de algunas décadas, sean desclasificados
los documentos relevantes sea si el gobierno de los Estados Unidos desempeñó
ese papel coordinador o hasta qué punto se involucró en todo este
asunto.
Chávez, desde el intento de golpe
Más importante que conocer los detalles sobre cómo fue organizado
el golpe sea, tal vez, el descifrar lo que el golpe significa para el futuro
de las políticas de Chávez y para su permanencia en el poder.
El golpe ha hecho, por lo menos, cinco cosas para cambiar la situación
política de Venezuela.
En primer lugar, ha ayudado a Chávez a diferenciar a los adversarios
secretos y a los oportunistas de aquellos que le son leales. El golpe duró
apenas lo justo para que los oportunistas de su gobierno se descubrieran a sí
mismos al celebrarlo.
En segundo lugar, debido a que el golpe fracasó y debido a que arrojó
cierta claridad sobre quién está con Chávez y quién
no, ha animado a muchos de sus seguidores de línea dura a reclamar una
realización más completa del programa político de Chávez.
En tercer lugar, el golpe demostró lo fuerte que es la oposición
y lo lejos que está dispuesta a llegar con tal de destituir a Chávez.
En otras palabras, que la oposición puede movilizar cerca de un cuarto
de millón de manifestantes y que está bastante dispuesta a pisotear
la Constitución de Venezuela, aprobada mediante la vía democrática.
En cuarto lugar, y como un reflejo del punto anterior, el golpe ha demostrado
lo fuerte que es el apoyo a Chávez y lo lejos que están dispuestos
a llegar sus seguidores para defender la "Revolución Bolivariana". Los
seguidores de Chávez se las arreglaron para movilizar en muy pocas horas
al mismo número de manifestantes que la oposición, y lo hicieron
durante el cese de la cobertura informativa por parte de los medios de comunicación,
únicamente mediante información transmitida de "boca en boca".
Lo que también queda claro ahora, es que los seguidores de Chávez
están dispuestos a defender la "Revolución Bolivariana" con sus
vidas, si ello fuese necesario.
Finalmente, el golpe y el contragolpe subsiguiente han creado un grado de incertidumbre
política nunca antes visto. Todo el mundo se pregunta si habrá
otro intento de golpe; si alguien tratará ahora de asesinar a Chávez;
si Chávez es tan sólo un títere de los militares en este
momento o si el país se encamina hacia un interminable punto muerto entre
el gobierno y la oposición.
Parece que Chávez ha decidido que la única forma de avanzar, en
esta situación post-golpe, es a través de la reconciliación
y el diálogo. En numerosas declaraciones públicas, Chávez
ha prometido "envainar su espada" e iniciar un diálogo con la oposición.
Aunque muchos en el sector de la oposición se muestran extremadamente
escépticos al respecto, otros sectores tales como la Iglesia, algunos
líderes empresariales y algunos líderes sindicales han decidido
aceptar esta oferta de Chávez. Como parte de este enfoque más
conciliador, el partido de Chávez ha prometido crear una "Comisión
de la Verdad", cuya labor será la de llevar a cabo una investigación
independiente sobre los acontecimientos del 11 al 14 de abril, siguiendo el
modelo de las comisiones de la verdad de Guatemala, El Salvador y Argentina.
El problema que Chávez enfrenta, quizá más que nunca, es
que sus seguidores están divididos entre los llamados "Taliban", los
radicales que dicen que Chávez debe, hoy más que nunca, llevar
a cabo sus programas de gobierno y los "Miquelenistas", nombrados así
por Luis Miquelena, el moderado ex-Ministro de Interior y Justicia y antiguo
estadista de la política venezolana . Miquelena abandonó el gabinete
de Chávez durante el pasado otoño, a raíz de las controversias
en torno al conjunto de 49 leyes habilitantes, que indignaron al sector empresarial
y que habrían conducido al paro empresarial del 10 de diciembre.
Lo que hace que esta división sea especialmente peligrosa para el programa
político de Chávez es que algunos miembros de su coalición
en la Asamblea Legislativa han abandonado dicha coalición. La otrora
sólida mayoría de Chávez en la Asamblea se ha reducido
de un 99-66 a un 85-80. Cinco de los desertores más recientes son miembros
de su partido y pertenecen a la facción Miquelenista. Se estima que otros
15 miembros más forman parte de esta facción y si sólo
tres de ellos se fuesen Chávez perdería su mayoría en la
Asamblea Nacional; hecho que haría extremadamente difícil la puesta
en práctica de su programa. Es decir, Chávez tiene que andar con
pies de plomo, no solamente debido a la poderosa oposición mediática,
sino porque su propia base en la Asamblea amenaza con separarse si no modera
su enfoque.
La oposición a Chávez
Como se mencionó anteriormente, algo que hizo el intento de golpe y los
acontecimientos que llevaron a él, fue recordarle a Chávez cuán
poderosa es la oposición. Chávez, su "Movimiento Quinta República",
el partido (MVR) y los otros partidos de su coalición (Movimiento al
Socialismo - MAS, Patria Para Todos - PPT y los partidos indígenas) mantienen
poder en todas las ramas del sistema político como resultado de las tremendas
victorias electorales obtenidas durante los años electorales de 1998-2000.
Sin embargo, la oposición a Chávez conserva un tremendo poder
económico y mediático.
Esta oposición, al igual que el territorio de Chávez, está
dividida entre los que buscan la confrontación y los reconciliadores.
La buena noticia para Chávez es que la mayor parte de los del ala que
busca la confrontación se encuentran en la Asamblea, donde están
fragmentados en casi 10 partidos políticos. La oposición real
a Chávez reside en la principal federación de trabajadores, el
sector empresarial, la mayoría de los medios de comunicación y
la Iglesia. La oposición extra-parlamentaria, desde el intento de golpe,
ha mostrado signos de estar dispuesta a comprometerse junto a Chávez
en su iniciativa de diálogo y reconciliación.
La oposición parlamentaria a Chávez no demuestra signos de haber
aprendido nada del fallido golpe y sigue adelante, a todo vapor, con llamamientos
para pedir su renuncia, procesos de incapacitación presidencial (por
causa de inestabilidad mental, no por haber quebrantado alguna ley) y se esfuerza
por convocar un referéndum para acortar el período presidencial.
Acerca de esto último, de acuerdo con lo previsto en la constitución,
el período oficial de permanencia en el poder de Chávez es de
seis años y se prolongaría hasta el 2006. No obstante, pueden
ser convocadas nuevas elecciones en el cuarto año de su mandato. Además,
la constitución permite la puesta en práctica de referendos populares,
que es lo que la oposición planea organizar. Tal referéndum, sin
embargo, solo puede ser de orden consultivo en lo referente a la duración
del mandato de Chávez, a menos que cambie lo dispuesto en la constitución.
En una tentativa por apaciguar a la oposición extraparlamentaria, especialmente
al sector empresarial, Chávez designó recientemente a un equipo
económico más orientado hacia la economía de mercado, con
el propósito de incorporarlo a su gabinete. Uno de los integrantes de
dicho equipo hasta obtuvo su doctorado en economía en la Universidad
de Chicago. Aunque lo que más preocupa al sector empresarial son las
leyes recientemente aprobadas relacionadas con la reforma agraria, la banca,
los ingresos petroleros y las micro finanzas, entre otras muchas cosas. Tal
vez, la más importante de ellas, para el proyecto político de
Chávez y para sus seguidores, sea la reforma de la ley de tierras, la
cual se supone que redistribuye lotes de terrenos sin utilizar, entregándolos
a los campesinos sin tierras. Los legisladores que forman parte de la coalición
de Chávez han declarado que ellos están dispuestos a revisar estas
leyes para permitir el aporte de la oposición. Aunque parece dudoso que
fuesen realmente estos asuntos, más bien técnicos, incluyendo
la reciente disputa acerca de la gerencia de la compañía petrolera
estatal, lo que movilizó a más de 250.000 ciudadanos caraqueños
para marchar en oposición a Chávez el día 11 de abril.
En lugar de ello, la creciente impopularidad de Chávez entre la clase
media probablemente tenga más que ver con el deterioro de la situación
económica, la cobertura parcial, por parte de los medios, de la acción
del gobierno y los resentimientos clasistas hacia un presidente orgulloso de
sus raíces indígenas, quien se expresa como un miembro de la clase
baja y que menosprecia a la clase alta.
Cuatro semanas después del fallido golpe, las divisiones dentro de la
sociedad venezolana se han hecho más notorias que nunca. El golpe ha
radicalizado a muchos de los seguidores de Chávez que viven en los "barrios"
-los vecindarios pobres de Venezuela. Muchas personas de la clase baja mantenían
ciertas dudas con respecto a Chávez antes del golpe, principalmente,
debido a que creyeron en la campaña mediática en contra de Chávez.
Actualmente, después del golpe, muchos escépticos se han convertido
en partidarios de Chávez y muchos de sus antiguos seguidores han radicalizado
sus posiciones. Por otro lado, la oposición intransigente a Chávez
que todavía, sin duda alguna, está tratando de encontrar la manera
de organizar otro golpe; no parece comprender que cualquier derrota anti-constitucional
de Chávez significaría una guerra civil. Los saqueos, perpetrados
los días 12 y 13 de abril, inmediatamente después del golpe, fueron
un indicador de la ira contenida que la clase baja siente por aquellos que se
oponen a "su" presidente.
La Economía
Parecería, sin embargo, que la oposición está siendo demasiado
impaciente. Donde el golpe falló, la presión económica
doméstica e internacional todavía podría tener éxito
de una manera más sutil y profunda. Es decir, la fuga masiva de capitales,
que ha acontecido, más o menos continuamente, desde que Chávez
llegó al poder, pero se ha intensificado en los meses pasados y, especialmente,
a raíz del golpe, está haciendo estragos en la economía.
Entre cosas, la fuga de capitales ha conducido a la devaluación de la
moneda local y debido a que Venezuela importa cerca del 80% de sus bienes, ello
significa que los bienes importados se han hecho cada vez más costosos.
En otras palabras, la inflación se ha convertido en un grave problema.
Hasta enero de 2002, el gobierno ha tratado de ahuyentar este tipo de inflación
mediante el uso de las reservas en dólares para comprar el Bolívar,
la moneda nacional. No obstante, cuando la fuga de capitales se intensificó
después del paro general liderado por el sector empresarial el 10 de
diciembre pasado, el gobierno tuvo que abandonar esta estrategia porque las
reservas estaban mermando demasiado rápido. La inflación se disparó
al mes siguiente, alcanzando casi el 9% para el período entre enero y
abril de 2002. Para todo 2001 había sido del 12%.
La fuga de capitales, la inflación y la incertidumbre económica
general han contribuido, por supuesto, a la falta de inversiones y a un leve
incremento del desempleo (de 14.2%, en febrero de 2001, a 15% en febrero de
2002). Otra consecuencia de la fuga de capitales y de la inflación es
la relativamente repentina aparición de un gran déficit fiscal
gubernamental, que asciende a 8000 millones de dólares en 2002. La caída
en los precios del petróleo, a finales de marzo, contribuyó significativamente
a dicho déficit. Dado que el gobierno tiene que hacer frente a las masivas
deudas del sector público, que se remontan a los años del período
pre-Chávez, parece que en este momento se encuentra casi en bancarrota.
La oposición sostiene que la terrible situación económica
implica que el gobierno debe recurrir al Fondo Monetario Internacional para
financiar el déficit. No obstante, como saben la mayoría de los
observadores del FMI y el gobierno de Chávez, acudir al FMI significaría
someterse a las condiciones del crédito del neoliberal FMI, tales como:
liberalizar el comercio (más específicamente: quebrantar las cuotas
de la OPEP); recortar el gasto social destinado a la educación, a la
salud, y los servicios en pro de los pobres (no más micro-créditos);
privatizar (el sector petrolero); garantizar la santidad de la propiedad privada
(sin la redistribución de la tierra y sin títulos para las casas
de los barrios).
Chávez detestará el tener que pedir ayuda al FMI. Ha protestado
continuamente con energía en contra del "neoliberalismo salvaje", de
manera que es dudoso que ceda en este punto. Hasta ahora ha podido evitar el
recurrir al FMI porque Venezuela posee reservas estimadas en quince mil millones
de dólares, que podría utilizar para financiar el déficit,
en vez de buscar una financiación externa. El problema de utilizar las
reservas es que al hacerlo dejaría a Venezuela a merced de los especuladores
monetarios internacionales y de la fuga de capitales, debido a que ya no se
contaría con las reservas monetarias necesarias para luchar contra ellos.
La principal esperanza de Chávez, a estas alturas, es que el precio del
petróleo mantenga su valor, relativamente alto, de modo que el déficit
y el descenso en las reservas monetarias puedan ser revertidos con relativa
prontitud.
Implicaciones para el futuro de Venezuela
Basándonos en lo que está pasando en Venezuela actualmente y lo
que ha acontecido en Nicaragua, Chile y Cuba, parecería que cualquier
movimiento político que trate de utilizar el Estado como un medio para
redistribuir la riqueza de un país, será desafiado en, por lo
menos, tres frentes: el político internacional (principalmente, los Estados
Unidos), el económico doméstico y el frente económico internacional
(habiendo sido conquistado el frente político doméstico por vía
electoral, en el caso de Venezuela y Chile, y por vía insurreccional
en el caso de Cuba y Nicaragua). Mientras que es posible para las fuerzas progresistas
el ganar un poder significativo en la política nacional (el próximo
símbolo de esperanza lo constituye Brasil), los progresistas todavía
deben solventar el problema de cómo ocuparse de los otros tres frentes.
Chávez lo ha hecho, primordialmente, por la vía de la confrontación.
A la luz de los paros empresariales, el subsiguiente intento de golpe de Estado
y la declinante situación económica del país, este enfoque
ya no resulta viable. La incondicional fuerza política nacional, a la
que Chávez mantiene en guardia, no es suficiente para luchar en contra
de la política internacional (EE.UU.) y en contra de la oposición
económica doméstica e internacional.
Claramente, Chávez necesita mantener su enfoque y no abandonar sus principios
y su programa, como lo hizo su antecesor, Rafael Caldera. Se podría aprender
una mejor estrategia de la experiencia de los gobiernos de Porto Alegre, en
Brasil y de las municipalidades controladas por el FMLN en El Salvador, para
mencionar sólo dos ejemplos positivos, entre muchos otros que están
surgiendo en el mundo. En estos lugares se está cultivando una verdadera
cultura para la democracia y la participación de las bases.
A menudo, Chávez ha declarado su apoyo a la democracia participativa
e incluso ha abierto avenidas para dicha participación a través
de la nueva constitución de Venezuela. No obstante, su gobierno no ha
cultivado una cultura de participación que florecería en las nuevas
estructuras institucionales que él ha creado. Parte del problema es que
la mayoría de los líderes de base están ahora en el poder
político, lo que deja un vacío en el liderazgo progresista de
las bases. Chávez trató de insuflar vida a las bases a través
de los "Círculos Bolivarianos", pero este enfoque fracasó debido
a la estigmatización de éstos como "violentos" y a la ausencia
de liderazgo.
Los ejemplos de los lugares donde existe una verdadera democracia de bases han
demostrado que estos lugares se las arreglan para crear desarrollo y estándares
de vida decentes para la gente pobre, precisamente porque han logrado hacerse
más independientes y, por tanto, menos dependientes de la inversión
y de la financiación externa. Esto no quiere decir que si Chávez
adopta este enfoque de bases se resolverán todos sus problemas. Más
bien, lo que esto significa es que dicho enfoque podría ser más
compatible con las fuerzas aglutinadas en contra de su movimiento que la confrontación
absoluta, a la vez que pondría a su movimiento en una mejor posición
para, verdaderamente, lograr las metas trazadas en pro del fortalecimiento de
los pobres.
Gregory Wilpert, reside actualmente en Caracas, donde realiza investigaciones
sobre la sociología del desarrollo. Se le puede contactar en: Wilpert@cantv.net