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Latinoamérica

Partido Comunista de Chile, 90 años de lucha

Punto Final /Chile

En coincidencia con el 90 aniversario de su fundación, el Partido Comunista de Chile ha convocado a su XXII Congreso Nacional. Une dos acontecimientos significativos en un continuo de pasado y futuro. Inicia la discusión y análisis de la labor cumplida desde 1998 y el proceso de elección de dirigentes desde las células hasta la presidencia o secretaría general y la definición de la política que orientará su acción hasta el próximo congreso el año 2006. Al mismo tiempo, destaca las nuevas décadas de funcionamiento regular que lo distinguen como uno de los cuatro o cinco partidos comunistas más antiguos del mundo.
Durante mucho tiempo, a lo menos desde 1956, el PC chileno decidió quitarse la edad.

FUNERALES de Luis Emilio Recabarren, fundador del Partido Comunista de Chile. Se suicidó en 1924, a los 48 años de edad.

La rebajó en diez años, ya que empezaba a contar su historia desde enero de 1922, cuando decidió llamarse Partido Comunista y adhirió formalmente a la Internacional -la tercera- que impulsaba desde Moscú la revolución proletaria en el mundo. La fecha pegó. Historias y crónicas partidarias destacaron el acontecimiento. En enero de 1972, durante la Unidad Popular, decenas de miles de personas repletaron el Estadio Nacional en lo que se consideraba como el medio siglo del partido. El invitado principal, el presidente Salvador Allende, fue ovacionado. La presentación artística estuvo a cargo de Víctor Jara y Patricio Bunster. Esa noche, en el Teatro Municipal se estrenó la cantata "La Fragua" compuesta por Sergio Ortega para esa ocasión.
Sin embargo, el tema de la fundación no estaba cerrado. Se discutía en sordina, chocando incluso con prejuicios. Parecía impropio, por ejemplo, aceptar que los comunistas chilenos hubieran organizado su partido antes de la revolución rusa de 1917.
Pasaron los años, incluyendo el período de la dictadura, y finalmente se reconoció lo obvio. En 1912, Luis Emilio Recabarren había fundado el Partido Obrero Socialista, partido proletario con una misión específica: el socialismo. La vanguardia proletaria había luchado y crecido casi identificado con la organización sindical, la Federación Obrera de Chile (Foch). Fundado exclusivamente por trabajadores era una excepción en el socialismo mundial, no había contado con la contribución directa de intelectuales y elementos progresistas de la pequeña burguesía. El Partido Obrero Socialista no era ajeno al internacionalismo. En 1915 denunció la "guerra imperialista" que asolaba Europa y criticó a los socialistas de la II Internacional que apoyaban el belicismo de sus gobiernos. En 1917, el POS saludó con júbilo a la revolución rusa y pocos años más tarde adhirió a la III Internacional. Por lo mismo, en 1922 había cambiado de nombre con la misma naturalidad con que había mantenido sin modificaciones el programa y estatutos. "La completa emancipación de la clase trabajadora, es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes", seguía siendo su meta.
Era lo mismo y correspondía reconocerlo, corrigiendo las cronologías partidarias y la enumeración de los congresos. Así se resolvió hace ocho años, fijando como fecha de fundación el 4 de junio de 1912.
Fue más que una rectificación formal. Enfatizó algo importante: el comunismo en Chile era producto de una realidad propia y específica y de la lucha de los trabajadores chilenos. No copiaba otras experiencias ni había sido una creación artificial. Genuina expresión nacional es, después del radicalismo, el segundo partido más antiguo del país.
NACIDO UN 4 DE JUNIO
Fue en Iquique, en vísperas de uno de esos inviernos nortinos que apenas se notan. Una treintena de obreros -dirigentes de base y simples trabajadores- se reunieron en el local de "El Despertar de los Trabajadores" para discutir sus problemas y decidieron crear un partido nuevo. No habían pasado todavía cinco años de la masacre en la Escuela Santa María pero el movimiento social y político se reactivaba con fuerza. Quisieron marcar el sello de la naciente organización y lo llamaron Partido Obrero Socialista. Definido por la defensa de los intereses de los obreros no debía ser manipulado por otros, como había ocurrido con el Partido Demócrata, y definido también por su objetivo "socialista", emancipador de toda forma de explotación.
Después de la fundación del partido, los asistentes posaron para el fotógrafo. Con trajes oscuros y camisas blancas, se ven algunos relojes de bolsillo y abundantes bigotes. Al centro, el hombre que dirigía e impulsaba la aventura, Luis Emilio Recabarren, un tipográfo de 36 años, fogueado como dirigente, organizador e incansable difusor de las nuevas ideas.
No todos los fundadores eran chilenos. Uno, David Barnes, era ecuatoriano; otro, Nicolás Bretón, español. Había también una mujer, Teresa Flores, destacada activista revolucionaria, compañera de Recabarren. Algunos tendrían un papel relevante en las filas comunistas; Elías Lafertte, entonces muy joven, y Salvador Barra Woll, destacado dirigente y organizador de la prensa obrera.
Varios, entre ellos el propio Recabarren, venían del Partido Demócrata, desencantados del oportunismo de sus dirigentes y de la debilidad con que defendían los intereses de los trabajadores. No eran casuales ni el tiempo ni el lugar en que nacía el Partido Obrero Socialista.
HOMBRE JUSTO Y LUGAR EXACTO
La lucha de los trabajadores en Chile llevaba ya un par de decenios en ascenso. Entre 1883 y 1899 se registraron unas 90 huelgas obreras. En 1890 surge en Tarapacá la primera organización obrera: "La Unión es Fuerza". Mancomunales y sociedades mutualistas comienzan a anticipar un sindicalismo reivindicativo y clasista. Hay, incluso, algún intento por crear un partido socialista. Diversas corrientes ideológicas conmueven un mundo laboral que despierta a la lucha y la organización. Anarquistas, socialistas con influencias del socialismo español, positivistas, demócratas de Izquierda discuten en todas partes. Comienzan a difundirse las ideas marxistas. En calles y plazas oradores rivalizan en convencer a sus oyentes. Se critica a la Iglesia Católica. El racionalismo se abre paso frente a un clericalismo oscurantista, asociado a los sectores oligárquicos.
A comienzos del siglo XX, la "cuestión social" se hizo más apremiante. La represión aumentaba a medida que crecían las movilizaciones y las protestas. En la región salitrera se acumulaban las tensiones. Iquique era el centro económico, comercial, político y administrativo de la zona, que crecía hacia el sur de la provincia de Tarapacá. Llegaba ya a Tocopilla, Antofagasta y Taltal. Decenas de "oficinas" -o centros de trabajo salitreros- ocupaban miles de trabajadores, con diversos niveles de organización y conciencia política.
En ese ambiente actuó Luis Emilio Recabarren. Nacido en 1876 abandonó los estudios antes de los 14 años. Trabajó en imprentas y aprendió el oficio de tipógrafo. Despertó a la actividad social y política e ingresó al Partido Demócrata a los 18 años. Fue un notable autodidacta. En 1899 fundó el periódico "Democracia" y cuatro años después, ya conocido como dirigente y educador obrero, fue contratado por la Mancomunal de Tocopilla para que creara un periódico, "El Trabajo". Más tarde en Iquique fundó "El Despertar de los Trabajadores" en 1912, el principal de los once periódicos nacidos de su acción. Sufrió carcelazos y persecuciones. Vivió un tiempo en Argentina convirtiéndose en uno de los fundadores del socialismo obrero en ese país. Poco a poco fue conociendo las ideas marxistas, que fundió con elementos ideológicos que había asimilado como demócrata y estudioso lleno de inquietudes.
Un historiador escribió: "Recabarren es el más grande educador de masas de la historia de Chile. Utiliza la prensa, los grupos de teatro, sus charlas, discursos, folletos y libros, las conversaciones personales para educar, unir y organizar a la clase obrera". Recabarren se convirtió en figura nacional. Su obra llegó a vastos sectores y se plasmó en organización sindical y, sobre todo, en el Partido Obrero Socialista, que creció en un clima lleno de efervescencia. La primera guerra mundial, el comienzo de la crisis salitrera y la revolución rusa de 1917, parecieron indicar que la crisis del capitalismo en el mundo y en Chile era terminal. La década de los 20 comenzó con cambios significativos. El triunfo de Arturo Alessandri Palma, como presidente de la República, fue una derrota para los grupos más conservadores y expresión del avance de los sectores medios. Entre el año 20 y comienzos de la crisis económica del 29, que conmovió el capitalismo en el mundo, en Chile hubo cambios de presidente, golpes militares y permanente inquietud social. Se inició la modernización capitalista que incluyó la dictación de una legislación laboral y el nacimiento de sindicatos legales que pusieron a prueba la orientación política de los trabajadores. Recabarren se suicidó en 1924 -tenía apenas 48 años- dejando una huella imborrable como dirigente obrero, educador proletario y pensador original y creativo.
La orientación de Recabarren perduró algunos años. La composición del partido siguió siendo casi exclusivamente obrera y funcionó en asambleas -y no en células de estructura leninista-, y con fuerte preocupación por aspectos cooperativos y de "regeneración" de los trabajadores frente a los vicios y la ignorancia.
EL ABRAZO DE LA INTERNACIONAL
Después de la muerte de Recabarren y en medio de las turbulencias sociales -siempre acompañadas de represión- se inició un proceso de "bolchevización" del partido para ajustarlo a las características de los destacamentos de la III Internacional. Las ideas de Recabarren fueron puestas en tela de juicio, mientras se aceraba la disciplina y aparecía una tendencia sectaria y estrecha que disminuyó drásticamente la convocatoria social adquirida por el partido proletario.
En los primeros tiempos, la ayuda de la Internacional Comunista fue importante sobre todo en el plano de la organización y en la asimilación de la orientación marxista-leninista. Sin embargo, después se aplicó mecánicamente la línea del Frente Unico Proletario -de enfrentamiento de clase contra clase-, que fue aislando el partido, perseguido duramente, por la dictadura de Ibáñez.
Con agudos problemas internos, el Partido Comunista salió de la dictadura con ímpetus voluntaristas. En 1932, pasada la insurrección de la marinería, en un clima de conmoción social, organizó en Santiago un soviet de obreros, campesinos y soldados que funcionó en la Casa Central de la Universidad de Chile, presidido por Elías Lafertte Gaviño.
PARTIDO DE MASAS
Al año siguiente se produjo un viraje, cuyo significado no se apreció bien en ese momento. La Conferencia Nacional de 1933 definió líneas de apertura en materia de alianzas y un rumbo estratégico que más tarde se desarrolló con creciente elaboración. Para el historiador Jorge Rojas se estableció entonces el clásico "etapismo" que postulaba la revolución democrático burguesa, agraria y antimperialista. Esta línea se proyectó en el Frente Popular concordante con la orientación del VII Congreso de la Internacional Comunista, que ayudó al PC a convertirse en una organización de masas.
Tuvo importantes éxitos en sucesivas elecciones municipales fortaleciendo sus baluartes en el Norte Grande, en la zona de Coquimbo, en los centros industriales, en Concepción y Lota.
En 1941 en las elecciones parlamentarias, el PC alcanzó el 11,8% eligiendo 16 diputados y 3 senadores, que aumentó a 18 y 4 respectivamente en las parlamentarias siguientes.
Desde un poco antes de la Conferencia del 33 se abrieron nuevos cauces sociales, con la creación de las Juventudes Comunistas, el trabajo hacia campesinos, mapuches y mujeres.
Momento estelar para la política del PC fue el triunfo del Frente Popular y el gobierno del presidente Pedro Aguirre Cerda que realizó profundas transformaciones en educación, salud, cultura, el fortalecimiento del sector productivo estatal y el fomento de la actividad económica, aunque no fueron afectadas las estructuras de dominación capitalista.
El movimiento antifascista alcanzó gran fuerza y las ideas de Izquierda se extendieron a la intelectualidad y a la cultura.
El PC fue determinante en el triunfo de Gabriel González Videla en las elecciones de 1946, y en las municipales de 1947 alcanzó el 16,52% convirtiéndose en la tercera fuerza política del país.
La guerra fría y la política reaccionaria de González Videla provocaron la ruptura entre ese gobierno y el PC, que fue ilegalizado y perseguido. La ilegalidad duró diez años.
ASCENSO, VICTORIA Y DERROTA
A partir de 1958, el PC pudo actuar abiertamente. Asimilando la experiencia de las alianzas con partidos burgueses, se empeñó en la construcción de un entendimiento socialista-comunista y en el desarrollo de un poderoso movimiento sindical que hiciera de la clase obrera "el centro y motor de los cambios revolucionarios". A lo largo de doce años, el PC amplió sostenidamente su campo de acción. Junto a otras fuerzas de Izquierda fue conquistando una hegemonía social y política que cristalizó en el triunfo de la Unidad Popular con Salvador Allende.
El gobierno popular representó el punto más alto alcanzado por el pueblo chileno a lo largo de su historia. Y en ese período, los comunistas lucharon por el cumplimiento del programa y dieron apoyo sin reservas a las políticas impulsadas por Allende.
El golpe militar y la dictadura lo afectaron brutalmente. Muchos militantes fueron asesinados, direcciones completas fueron exterminadas, pero mantuvo la actividad clandestina y fue un importante actor en la solidaridad internacional con Chile.
No vaciló en recurrir a las armas, en la perspectiva de una política de rebelión popular de masas. Ya en el pleno de agosto de 1977, realizado en el exterior, un cuadro militar del naciente aparato de combate informó sobre los preparativos y orientaciones militares que trabajaba el PC.

 

A partir de 1980, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que no estuvo integrado exclusivamente por comunistas, emprendió acciones armadas de creciente envergadura, que se fueron integrando en una política de masas que puso al régimen pinochetista al borde de la insurrección popular. El deterioro de la dictadura, aceleró el entendimiento de la burguesía pinochetista y los militares con fuerzas opositoras que culminó con los acuerdos para una transición pactada. Errores tácticos acentuaron la derrota política. El Partido Comunista quedó semi aislado al liquidarse la Unidad Popular y romperse el entendimiento con el PS.
Se abrió una etapa de crisis interna y agudo debate ideológico que se acentuó con el derrumbe de la Unión Soviética y del campo socialista europeo. Sometido a implacable propaganda anticomunista, el PC afrontó los nuevos tiempos con serenidad, apoyando inicialmente al gobierno de Patricio Aylwin y asumiendo pronto una actitud opositora y de crítica sin reservas al modelo neoliberal, a la impunidad y a la herencia de la dictadura.

GLADYS Marín, actual secretaria general del PC, partido que en octubre culminará su XXII Congreso Nacional.

Afectado por los rigores del binominalismo quedó fuera del Congreso y con exigua representación municipal en votaciones que se han movido entre el 5 y casi el 7%, muy distantes del 17,1% que respaldó a los candidatos comunistas en las municipales de abril de 1971 y también del 16% de las parlamentarias de marzo del 73 que le significaron 26 diputados y varios senadores.
Con todo, el PC sigue siendo una fuerza significativa en la política chilena. Conserva fuertes vínculos con sectores de trabajadores, pobladores y estudiantes y -según sus dirigentes- tiene amplias potencialidades de desarrollo. El PC constituye una realidad política muy importante para el conjunto de la Izquierda y sigue siendo un caso notable entre los partidos comunistas que todavía existen en el mundo.
AHORA EL FUTURO
El Partido Comunista de Chile entra a la década en que cumplirá un siglo. Casi la mitad del tiempo de historia republicana, ha existido en el país un Partido Comunista que ha significado un aporte sustancial a la construcción de la nación y ha sido determinante en el desarrollo de la conciencia y organización del pueblo.
Según todo lo indica, el próximo congreso del PC no será conformista. Los golpes han enseñado a abrir los ojos y la boca. Las discusiones son vivas y se quiere que sean creadoras y fraternales.
Con una historia tan larga, poblada de experiencias positivas y también de dramatismo, de éxitos, crisis y derrotas, muchos piensan que todavía son necesarios esfuerzos de síntesis frente a las nuevas realidades y búsqueda de caminos aún no recorridos, sin dejarse llevar por dogmas ni ideas rígidas. Hacen suyas palabras que hace un tiempo escribió el ex secretario general, Luis Corvalán:
"Lo cierto es que en determinados momentos algunos compañeros suelen asumir el papel de custodios de la 'pureza de la línea del partido', pureza que en ningún partido existe en la realidad. La línea del partido está en permanente confrontación con la práctica y, por consiguiente, en cada momento histórico, en cada batalla. Van quedando en evidencia no sólo sus aciertos sino también sus fallas y de unos y otros, el partido extrae las lecciones, saca experiencias y hace síntesis que acrecientan su conocimiento". El desafío es enorme. La complejidad del mundo en el nuevo milenio, la fuerza arrolladora del neoliberalismo y el poderío de Estados Unidos son datos de una causa que parece cada día más difícil. Para el pueblo de Chile es decisivo lo que pueda hacer la Izquierda, lo que haga, en definitiva, "la inmensa mayoría del país real", expresada en la Izquierda como corriente política, instrumento social y conciencia cultural para que el pueblo vuelva a ser el gran protagonista de nuestra historia. Para esa Izquierda es crucial lo que haga o deje de hacer el Partido Comunista
FEDERICO LOPEZ