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12 de julio del 2002
Brasil: Las elecciones y el pentacampeonato
Theotonio dos Santos
Servicio Informativo "alai-amlatina"
Siempre hubo mucha curiosidad sobre la relación entre las elecciones
y el fútbol en Brasil. ¿Serían tan estrechas como se dice? Habría
que testarlo cuando Brasil obtiene el quinto campeonato mundial de fútbol.
El presidente de la república intervino en la cuestión defendiendo
la convocación de Romario y definiendo las responsabilidades del equipo
cuya clasificación sería más importante para el país
que los índices económicos...
Después de la victoria, nuevas cuestiones se plantean cuando la presidencia
decreta la creación de empresas de fútbol en lugar de los actuales
clubes, sin fines lucrativos. Y cuando el presidente de la Confederación
Brasileña de Fútboll está amenazado de perder su cargo
de diputado y ser procesado por corrupción.
Pero lo más espectacular ha sido la intervención del técnico
de la selección brasileña en el debate electoral brasileño.
Luis Felipe Scolari, a pesar de afirmarse como alguien que no es político,
hizo una preelección sobre la necesidad del país de seguir el
modelo de la selección brasileña: "la unidad y la disciplina de
la selección apuntarían el camino para que el pueblo brasileño
alcance su más alto desarrollo".
Pero esta opinión refleja el momento electoral brasileño. Lula,
el principal candidato de la oposición hizo referencia a esta situación
excepcional al declarar que en esta elección no hay enemigos sino solamente
adversarios. Veamos como se dibuja este escenario:
José Serra, candidato del gobierno, es un ex - militante de la Acción
Popular, ex - presidente de la Unión Nacional de Estudiantes y fue compañero
de lista de Lula. Su plataforma pretende separarlo de Fernando Henrique Cardoso
por su interés en la cuestión social y en el crecimiento económico,
aproximándolo en parte de la oposición. Su lema es la continuidad
sin continuismo. Es decir, rigor fiscal y monetario con crecimiento moderado
y mayores gastos sociales.
La victoria de Serra significa la continuidad de la alianza entre las fuerzas
conservadoras nacionales e internacionales y un importante sector de los cuadros
técnicos y empresariales del país. Esta alianza ganó un
amplio apoyo social al administrar la caída de la inflación brasileña
que se siguió a la caída de la inflación mundial en el
período.
Si a principios de la década del 90 casi todos los países del
mundo registraban altas tasas inflacionarias, a inicios del siglo XXI hay solamente
unos tres casos de inflación de dos dígitos pero en caída
evidente.
Esto no impide a todos los gobiernos que coincidieron con esta delación
mundial, presentar sus planes anti-inflacionarios como la explicación
de los éxitos logrados en el período. Lo grave es que continúen
con este discurso cuando la preocupación mundial es cada vez más
claramente la amenaza deflacionaria.
En verdad, la continuidad de esta alianza se encuentra gravemente amenazada.
La razón es simples: el favorecimiento al capital financiero nacional
e internacional en el período llevó a transferencias colosales
de recursos de toda la población hacia la riqueza en forma líquida,
llevó a la recesión, al aumento del desempleo y a la pérdida
de posición del país en la economía mundial. Un ejemplo
de esta decadencia es la pérdida del liderazgo del producto bruto latinoamericano
para México y la disminución significativa de la participación
de Brasil en el comercio mundial.
A pesar de la insistencia en la fuerza de los fundamentos de la economía
brasileña, los inversionistas internacionales no creen en este cuento.
Retraen sus inversiones, le dan un alto valor al riesgo Brasil y especulan en
torno a la caída del real frente a un dólar en desvalorización
mundial. A pesar de atribuirse esta desconfianza a razones políticas
en función de una posible victoria de la oposición, la verdad
es que los fundamentos de la economía brasileña van muy mal.
El elogiado superávit fiscal de cerca del 3,5% al 3,7% del PIB es nada
más y nada menos que un "superávit primario", pues los pagos de
intereses del Estado brasileño alcanzan de 8% a 9% del PIB, obligando
al Estado a buscar fuentes externas de financiamiento para su déficit
nominal, que es el verdadero déficit del gobierno.
Lo más grave aún es que la deuda pública aumentó
durante los 8 años del actual equipo económico, del 26% del PIB
hacia el 67% del PIB, presentando uno de los casos más espectaculares
de irresponsabilidad fiscal de toda la historia de la economía. Y esto
ocurrió al mismo tiempo en que el gobierno alcanzó elevar las
recetas públicas del 27% al 34% del PIB.
La situación cambiaria, después de un intento irresponsable de
mantener una moneda sobrevaluada por cinco años, es muy grave. El impresionante
déficit comercial generado por esta política desastrosa fue agravado
por los déficits en los gastos turísticos, pagos de fletes y seguros
y otros ítens negativos, como la remesa creciente de ganancias hacia
el exterior por las empresas que se instalan en el país en condiciones
de enormes tasas de ganancias.
Estas remesas se suman a la salida de dólares en el mercado financiero
para remitir las salidas del "hot money" que invierte en los títulos
de la deuda pública a 30, 45 o 90 días, cotizados en dólares
y pagando un interés del 18,7% en el momento actual (intereses que llegaron
al 48% al año en 1995-1996) manteniéndose siempre como el más
alto del mundo.
No es necesario insistir sobre las dificultades que el país encuentra
en cerrar sus cuentas externas nacionales al final de cada año. Esto
solo ha sido posible a través de la atracción de capitales del
exterior para captar estos intereses colosales a corto plazo, o para comprar
empresas estatales privatizadas a precios extremamente convenientes para los
investidores. Ambas fuentes desaparecieron con la necesidad de devaluar la moneda.
Esto llevó a la retirada masiva de dólares del país en
la segunda mitad de 1998 hasta la devaluación del enero de 1999 que no
logró revertir seriamente la situación cambiaria. Solamente con
la generosa ayuda de un fondo de 41 mil millones de dólares, administrados
por el FMI, pudo Brasil salir del paso.
La situación no ha cambiado significativamente en relación a 1999.
El superávit comercial que se esperaba como resultado de la devaluación
ha sido extremamente modesto hasta ahora y el hoyo del balance de pagos se profundiza
cada vez más. El miedo a nuevas devaluaciones es superior a todas las
ventajas que pueda ofrecer el gobierno brasileño en el momento actual.
No se puede por lo tanto enmascarar la gravedad de la situación con discursos
sobre "sólidos fundamentos" absolutamente inexistentes. Hemos visto estos
elogios al México de Salinas, a la Argentina de Menem y de Caballo, al
Perú de Fujimori, al Chile de Pinochet antes del desastre de 1982, etc.
Lo grave de la situación es el intento del equipo económico responsable
por esta situación desastrosa de exigir la continuidad de la política
actual, incluso de parte de la oposición. Más grave aún
es la vacilación de sectores de la oposición frente a estas presiones
que se articulan con las presiones especulativas en un mercado frágil
y fluido por principio. Este fue el camino del presidente De la Rúa en
Argentina que terminó por convocar nuevamente al enemigo número
uno, el propio Caballo.
Este cuadro ha desplazado el debate político en Brasil, para el tema
de la transición. Habrá ruptura dice Lula en la Convención
Nacional del Partido de los Trabajadores, pero deberá haber un período
de transición. Algunos más atrevidos apuntan hacia la necesidad
de mantener los cuadros del equipo económico que logra conservar su autoridad
a pesar de los datos desastrados.
Los demás candidatos de la oposición ( Ciro Gomes e Anthony Garotinho
) critican cualquier vacilación en determinar un camino de rompimiento
con el modelo actual, a pesar de que Ciro Gomes era el Ministro de Economía
de Itamar Franco cuando se inició el Plan Real y gran parte de la apertura
económica unilateral que se encuentra cuestionada junto con los aspectos
financieros del modelo actual.
Como vemos, el clima de "aproximación" entre los programas de los candidatos
no parece garantizar una situación tranquila. En los próximos
meses veremos la necesidad de profundizar el debate sobre las verdaderas coincidencias
y diferencias. No hay duda que este debate tendrá importante repercusión
en los medios políticos, profesionales y académicos. Sobretodo
cuando la experiencia argentina al lado, parece indicar los caminos posibles
en la presente coyuntura.
Todos buscan evitar una tensión tan grave y sacrificios tan definitivos
para la población. Pero el camino hacia la superación de la crisis
está lleno de peligrosos abismos. El más peligroso de todos son
las imposturas intentadas por los economistas de tercera línea de las
universidades de alto ranking que dominan los organismos internacionales, según
Joseph Stiglitz. Lo que no impide que sean seguidos en masa por las cuartas
y quintas líneas que dominan gran parte de los medios de comunicación
a servicio de las falsedades e imposturas.
Theotonio dos Santos es profesor titular de Economía de la Universidad
Federal Fluminense y es coordinador de la Cátedra y Red UNESCO - Universidad
de las Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible.