|
14 de julio del 2002
El otro escándalo energético de Harken
Petróleo, escuadrones de la muerte y corrupción
en Colombia
Sean Donahue
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Las irregularidades financieras en Harken Energy durante la estadía
del Presidente Bush en la compañía petrolera de Texas han dominado
los titulares en los días pasados. Pero la prensa ha ignorado un escándalo
mucho más grande: cómo Harken Energy se benefició
con la guerra y el terror en Colombia.
George W. Bush fue a trabajar en Harken Energy en 1986 cuando la compañía
compró Spectrum 7, una compañía que antes había
comprado la compañía petrolera Arbusto, la empresa fracasada
de Bush. Harken le dio a Bush 2 millones de dólares en opciones, un puesto
de consejero por 122.000 dólares anuales, y un asiento en su consejo
de directores.
Mientras Bush trabajaba para Harken, Rodrigo Villamizar, un antiguo amigo que
Bush había conocido en una fiesta de una asociación estudiantil
en 1972 llegó a ser director de la oficina de Minas y Minerales de Colombia,
el ministerio que supervisa la venta de concesiones petroleras por la compañía
petrolera estatal, ECOPETROL. Según un informe de diciembre de 2001 en
Counterpunch, Bush le había ayudado a Villamizar en los años
70 consiguiéndole un trabajo con el comité de Desarrollo Económico
del Senado del estado de Texas, y después un asiento en la Comisión
de Servicios Públicos del estado. Hacia el fin del período de
Bush en Harken, Villamizar le devolvió el favor otorgándole a
Harken una serie de contratos petroleros en Colombia.
La mayor parte de los contratos petroleros eran para el Valle Magdalena, donde
oficiales militares, traficantes de drogas y rancheros ganaderos se habían
juntado para formar grupos paramilitares derechistas que combatían a
las guerrillas, asesinaban dirigentes sindicales y activistas de los derechos
humanos, y aterrorizaban a los campesinos para obligarlos a abandonar tierras
codiciadas. La mayor parte de las compañías petroleras que operaban
en la región aceptaban tácitamente o buscaban activamente la protección
de esos escuadrones de la muerte. Un informe de 1996 de Human Rights Watch
documenta el hecho de que los militares colombianos armaban y apoyaban a
estos grupos y que, bajo la orientación de la CIA, los integraban en
sus redes de inteligencia. La estrecha cooperación entre los militares
y los paramilitares continúa en la actualidad – y tiende a ser más
desenfrenada en las áreas donde hay mucha producción de petróleo.
El Departamento de Estado colocó a los paramilitares en la lista de organizaciones
terroristas, pero miró a otro lado cuando el ejército colombiano
"financiado por EE.UU." ha continuó apoyándose en ellos para que
hagan su trabajo sucio en su guerra contra los disidentes. Harken aún
sigue activa en el Valle Magdalena, gracias en parte al financiamiento de la
Corporación de Finanzas Internacionales del Banco Mundial, y los paramilitares
continúan aterrorizando a todo el que amenace los intereses corporativos
en la región.
Nadie pretende que el Presidente Bush haya ordenado personalmente a los paramilitares
que maten campesinos e intimiden a dirigentes sindicales para mejorar los resultados
de Harken. Pero al mismo tiempo, considerando sus estrechos lazos con Villamizar,
y el hecho de que su padre era Presidente en esa época, es altamente
improbable que Bush haya ignorado los aspectos de derechos humanos relacionados
con las exploraciones petroleras en Colombia.
Todo esto tiene una relevancia muy inmediata en la actualidad porque Villamizar,
que abandonó Colombia para escapar de acusaciones por corrupción
y que ahora es un convicto fugitivo de la justicia, elaboró la política
colombiana para la campaña de Bush en el año 2000, y sigue manteniendo
estrechas relaciones con el Presidente. Counterpunch informó que
Villamizar, que debiera estar cumpliendo su condena de cuatro años en
una prisión colombiana, fue la primera selección de Bush para
el puesto de Secretario Adjunto de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental,
pero que rechazó el nombramiento.
Las recomendaciones de Villamizar para la expansión de la ayuda militar
de EE.UU. a Colombia han sido ampliamente aceptadas por la administración
Bush, y un nuevo Presidente en Colombia, con lazos con los escuadrones de la
muerte, se orienta a utilizar más ayuda de EE.UU. para escalar dramáticamente
la guerra civil de cuarenta años del país contra las guerrillas
izquierdistas. Cientos de consejeros militares de EE.UU. se encuentran actualmente
sobre el terreno en Colombia. Oficialmente no participan en los combates, pero
es probable que esto cambie cuando las guerrillas comiencen a tratar a los consejeros
como objetivos militares. La vieja doctrina de Colin Powell de asegurarse de
que EE.UU. tenga objetivos militares claros y una estrategia que asegure una
retirada viable antes de implicarse en una guerra, parece haber sido completamente
olvidada.
La piedra angular del nuevo paquete de ayuda militar de Bush es un subsidio
de 98 millones de dólares para ayudar al gobierno colombiano a que establezca
un nuevo batallón de la Brigada 18 de su ejército para proteger
un oleoducto contra ataques de las guerrillas. La Brigada 18 tiene una prolongada
historia de lazos con los paramilitares, y su propio historial de ataques contra
civiles –anteriormente, durante este año, los soldados mataron a un adolescente
por caminar demasiado cerca del oleoducto. Irónicamente, el primer beneficiario
de este programa será la Occidental Petroleum, la compañía
que ayudó a que la familia Gore hiciera su fortuna. Pero la embajadora
de EE.UU., Anne Patterson, ha dicho que a largo plazo el Pentágono está
considerando programas similares para otros activos económicos cruciales
en Colombia. Estos probablemente incluirían a oleoductos mantenidos por
la subsidiaria de Harken, Global Energy Development, un gasoducto operado
por Enron, y proyectos que involucran a la antigua compañía
de Dick Cheney, Haliburton, así como activos de propiedad o utilizados
por Texaco, Exxon-Mobil, y BP.
Los conflictos de interés de la administración Bush en Colombia
deben ser investigados, denunciados, y examinados exhaustivamente, antes de
que EE.UU. sea arrastrado aún más profundamente a la sangrienta
guerra en Colombia.
12 de julio de 2002
Sean Donahue es co-director de New Hampshire Peace Action y ha escrito y hablado
ampliamente sobre la política de EE.UU. hacia Colombia. Está a
la disposición para entrevistas y conferencias. Su correo es wrldhealer@yahoo.com.