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22 de julio del 2002
Estados Unidos-América Latina: Contradicciones y aproximaciones
Theotonio Dos Santos
Servicio Informativo "lai-amlatina"
Un tema en el que vinimos insistiendo en esta columna es la necesidad
de una mayor comprensión de las divergencias y contradicciones internas
de la sociedad norteamericana. Ha sido un error muy recurrente de los intelectuales
en la América Latina juzgar la sociedad norteamericana como una totalidad,
con intereses comunes hacia América Latina y el Tercer Mundo en general.
Este visón refleja la auto-percepción de una parte de la literatura
sociológica norteamericana de que los intereses comunes de una sociedad
pos-industrial y de la abundancia predominan sobre los grupos y clases sociales.
En esta sociedad de la abundancia, los choques ideológicos son sustituidos
por los "issues" o cuestiones concretas que cortan todo el espectro ideológico.
No habría por lo tanto una diferencia esencial entre los partidos, y
los procesos electorales serían la oportunidad para cada elector escoger
con su voto o su ficha de juego los candidatos propuestos también como
individuos, con sus calidades y ventajas personales.
Para los latinoamericanos, en general, los Estados Unidos se presentan como
una sociedad racista que no hace diferencias entre los no americanos, concibiendo
el resto del mundo como pueblos inferiores que deben subordinarse a su voluntad.
A pesar de que esta concepción tiene algún fundamento, es necesario
separar enormes sectores de la sociedad norteamericana de esta fórmula
general. Si es verdad que esta ideología del gran destino norteamericano
y de la superioridad de los ideales democráticos, que habrían
nacido en la lucha por la independencia, sea introducida en todo joven norteamericano
y hasta en los inmigrantes, se modera cada día en su contenido racial.
Estados Unidos es cada vez menos un país de blancos puritanos. En las
últimas décadas la caída de la natalidad de las poblaciones
blancas y la alta natalidad de los negros y de los inmigrantes latinos y asiáticos
ha cambiado y tiende a cambiar cada vez más en el futuro inmediato a
la composición demográfica y cultural norteamericana.
La introducción de los conceptos del multiculturalismo se hacen cada
vez más necesarios para asegurar condiciones de convivencia mínima
entre los blancos pioneros y la sociedad multicultural claramente mayoritaria.
La filosofía norteamericana incorpora a su pragmatismo inherente un relativismo
cultural cada vez más generalizado a todos los aspectos de la vida humana.
No debemos olvidarnos que la religión que más crece en Estados
Unidos es la musulmana, que las etnias que más crecen son las latinas,
con sus varias diferenciaciones internas que tienden progresivamente a unificarse
en una sola identidad indígena, ibérica y afro-americana. La música
popular, la lengua, las artes escénicas y los deportes desempeñan
un rol creciente en la afirmación de esta identidad en la sociedad norteamericana.
Con ellas se mezclan símbolos religiosos, comportamientos y costumbres
que cada vez más se reivindican como autónomos y hasta "superiores"
dentro de una sociedad que en el pasado los había reprimido como incivilizados
e "inferiores". Lo más importante es que los "latinos" son la primera
minoría étnica en los Estados Unidos. Ellos cuentan aún
con la proximidad del México, el Caribe y América Central. Sin
contar el hecho de que eran los nacionales de gran parte de las tierras norteamericana
actuales. Los medios de comunicación en español ganan una audiencia
creciente y la preservación de la lengua castellana se identifica con
una afirmación cultural y no con una idea de inferioridad que prevaleció
por un largo período histórico.
Lo mismo puede decirse de una población asiática que gana fuerza
cada día apoyada en el éxito económico de sus regiones
de origen. Se hace cada vez más difícil reprimir sus religiones,
culturas y costumbres originales. Lo que asistimos una vez más es a la
afirmación de estas diferencias culturales como absolutamente legítimas
exigiendo una revisión de los cánones educacionales y de la visión
norteamericana o "occidental" del mundo.
No se puede olvidar la afirmación creciente de las poblaciones negras
norteamericanas. Fueron los negros los primeros en desafiar el "humanismo" occidental,
que establecía como meta para las poblaciones negras asumir los valores
de la sociedad liberal y reivindicar el derecho de volverse "iguales" a los
blancos, con sus pelos alisados, sus ropas color ceniza, su andar duro y poco
sensual, su frigidez corporal, su concepción puritana de la sexualidad.
Todo este paquete quedaba integrado clandestinamente dentro de la lucha por
la ciudadanía y los derechos civiles.
Martín Luther King fue el primero a identificar la lucha de los negros
americanos con la lucha anticolonialista del Tercer Mundo. Esto ha colocado
el movimiento negro en posición de avanzada en la sociedad norteamericana
para exigir las políticas afirmativas y crear las condiciones para una
nueva mentalidad pluricultural.
Pero la ascensión social y cultural de estas poblaciones no ha sido absorbida
tranquilamente por gran parte de la población norte- americana. Existe
aún un importante sector de la población que reivindica la superioridad
de los valores tradicionales del "self made man", que, según ellos, forjaron
el éxito económico y cultural norteamericano. En torno de estos
valores tradicionales se constituye un fuerte movimiento restaurador norteamericano.
Una derecha reaccionaria se alimenta del liberalismo económico, combinado
con autoritarismo de costumbres, puritanismo, defensa de la propiedad privada
como principio ético y de la riqueza como recompensa divina a los más
capaces, etc. etc. Este movimiento ha ganado fuerza en los últimos años
en torno de la campaña en contra de comportamiento sexual del presidente
Clinton. Si bien no ganó a la mayoría del pueblo norteamericano,
esta reacción bloqueó en parte las fuerzas que estaban al lado
del presidente Clinton y su esposa, al debilitar la defensa de Gore del gobierno
del cual él formó parte.
El gobierno Clinton puso a la orden del día gran parte de la agenda de
la generación contestadora de los movimientos de 1968. La recuperación
del crecimiento económico, la superación del déficit fiscal,
la afirmación de las políticas sociales del gobierno demócrata,
su identidad con el movimiento negro y latino (excepto el exilio cubano que
continúa apoyando lo que hay de más reaccionario) han puesto en
marcha nuevas fuerzas económicas, sociales y políticas en la sociedad
norteamericana.
La reacción presidida por Bush congregó el fundamentalismo neoliberal
más radical, las fuerzas políticas y económicas más
conservadoras, los ideólogos más cerrados del puritanismo y del
ultra- individualismo. Para unificar estas corrientes retomó el mito
del destino americano como centro, reivindicó el liberalismo económico
bajo su versión neoliberal, pero moderó su reaccionarismo con
la idea de un "conservadorismo con compasión", utilizó sus modestos
conocimientos del español para abrir un canal con las comunidades latinas
y prometió disminución de los impuestos como forma de utilizar
el superávit fiscal construido en el gobierno Clinton.
Si es verdad que todo este esfuerzo no fue suficiente para ganar las elecciones
presidenciales, por lo menos lo hizo aproximarse de los votos demócratas,
lo que, con la ayuda (ya comprobada por la comisión de los principales
periódicos del país) del aparato electoral del estado gobernado
por el hermano de G. W. Bush y de una Suprema Corte nombrada fundamentalmente
por su padre le aseguró la presidencia.
Es claro que estamos frente a un gobierno que representa un sector minoritario
de la población. Pero los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001
y la reacción bien articulada en torno de una guerra y una campaña
contra el terrorismo aseguraran una base de apoyo mayoritaria para este gobierno.
Sin embargo no podemos concluir de ahí que las concepciones ideológicas
de Bush reflejen las fuerzas mayoritarias de la sociedad norteamericana. En
temas como el hegemonismo y unilateralismo norteamericano, el aumento indiscriminado
de los gastos militares, la insensibilidad frente a la cuestión ecológica,
la insumisión a la Corte Internacional de los Derechos Humanos y tantos
otros sabemos que hay una discordancia muy evidente. En cuestiones como el proteccionismo
-que se confronta con las aspiraciones de la clase dirigente en América
Latina que desea convertir los Estados Unidos en librecambistas olvidándose
que hubo una guerra civil en ese país para imponer el proteccionismo
del norte en contra del librecambismo del sur- estamos frente a problemas más
complicados.
*Theotonio dos Santos es profesor titular de la Universidad Federal Fluminense,
Brasil.