|
28 de julio del 2002
Ciertas cosas que usted siempre quiso saber sobre
el Plan Puebla-Panamá, y nunca se atrevió a preguntar
Carlos Powell
Rebelión
A esto del Plan Puebla-Panamá hay que entrarle como a un tabú:
mirar de frente, en un esforzado y sincero ejercicio desprejuiciado por entender.
Por eso, y quizá también por un instinto periodístico,
lo primero que hice fue leer un ejemplar completo del muy mentado, perturbador
y paradójicamente poco conocido plan, cuyo misterio inmerecido crece
día a día detrás de esas enigmáticas siglas: PPP.
También leí las páginas del llamado "Capítulo de
México" (firmado por el primer mandatario mexicano antes de que los presidentes
centroamericanos supieran que serían incorporados a éste en la
extensión "mesoamericana" del Plan).
Estos documentos se encuentran en la Red al alcance de cualquiera. Es decir,
cualquiera que tenga acceso a la red. Y éste es el primer punto
en el que es necesario hacer incapié: se podría creer que hay
verdadera transparencia en el proceso de implementación de estos acuerdos:
¡Cómo! ¿No te enterabas? ¡Si están en la Red! Sin embargo, una
ínfima proporción de los habitantes centroamericanos tiene acceso
al teléfono y menos aún son los que acceden a Internet. Sepa,
amig@ nicaragüense, que si usted tiene conexión a la "web", forma
parte de una elite nacional muy exclusiva, que alcanza el minúsculo porcentaje
de 0,5%, es decir los 20 a 25 mil "inforricos conectados" que la propia CIA
estima que existen en Nicaragua.
Más grave aún: entre las inmensas mayorías que no tienen
estos accesos comunicativos e informativos están aquellas poblaciones
rurales, obrer@s y campesin@s, que serán los más cruelmente afectados
por el Plan Puebla Panamá. Y para ensombrecer más aún este
panorama, agreguemos que en estas poblaciones rurales están los índices
más elevados de analfabetismo, es decir que aunque tuvieran el acceso
a la tecnología, difícilmente lo tendrían al análisis.
En el escenario mundial las cifras también son elocuentes: 14% de la
población planetaria (países ricos) tiene el 80 % de las conexiones
a Internet (datos hasta el 00). ¿Puede, en estas condiciones, algún proyecto
nacional o internacional jactarse de transparencia, por el sólo hecho
de poner documentos en la Red?
Y en este mismo orden de cosas, salta inmediatamente a la vista al leer el documento
oficial del PPP, que el punto relacionado con la "información, consulta
y participación" se encuentra exactamente en la última página
de dicho documento (de 61 páginas en total), representa escasas 15 líneas,
y ni siquiera cuenta con presupuesto. El resto del Plan en cambio, y según
datos disponibles del BID, supone la escalofriante inversión de 13 mil
685 millones con 90 mil dólares – 13.685.090.000 USD-, de los cuales
99.12% corresponden a los megaproyectos carreteros, eléctricos, telecomunicativos
y empresariales, y sólo 0.88% -¡las migajas!- a los proyectos de desarrollo
social. Revelador, ¿verdad? Tanto y más revelador son los financiamientos
para estos fondos. Pero voy a poner a su consideración un par de líneas
de este "esfuerzo de consulta y participación", tomadas de esas escuetas
15 líneas mencionadas anteriormente: "es un esfuerzo por incluir a cada
actor involucrado en el PPP." Y más adelante, para que no queden
dudas: "identificar y considerar las opiniones por parte de los involucrados."
¡La condición previa para ser consultado es estar involucrado! De todos
modos, no hay presupuesto para esta parte del Plan. En definitiva, esto me recuerda
lo que se dice de los habitantes de Córcega: primero disparan y después
preguntan quién anda por ahí: según el sociólogo
nicaragüense Orlando Núñez, la implementación del
PPP ha avanzado ya en un 50%. Efectivamente, al leerlo podemos ver que sumas
millonarias, ya han sido aprobadas por Nicaragua en los proyectos de la red
vial. ¿Lo sabía usted? ¿Sabía, por ejemplo, que la OPEP participa
en el financiamiento de algunos tramos que pasan por Nicaragua?
De todas maneras, aún cuando se tiene acceso a la información,
no se puede entrar a un territorio desconocido de manera desapercibida, sin
herramientas críticas. Una lectura angelical del Plan Puebla Panamá,
podría dejarnos la impresión ilusoria de que tenemos ahí
la solución de los problemas de Centroamérica. Esto sería
no tener en cuenta el contexto económico y político internacional
en el que se está plasmando dicho Plan. Sería no tener en cuenta
que el PPP es, una vez más, una iniciativa elaborada fuera de Centroamérica,
presentada posteriormente por Fox a los presidentes centroamericanos –quienes
la ratificaron en San Salvador, hace un año. Sería no considerar
las urgencias políticas, sociales y militares que tiene que enfrentar
Fox en el sur-este de su país, particularmente en Chiapas. Sería
leer este documento como si no tuviera ninguna relación con el Tratado
de Libre Comercio para América del Norte (TLC-AN) firmado en Quebec por
EEUU, Canadá y México. Sería creer que entre estos tratados
y el Area de Libre Comercio para las Américas no existe relación
alguna. Sería no tener en cuenta la historia de nuestros países
y particularmente su relación con Estados Unidos a lo largo de todo el
siglo pasado. Serían muchas ingenuidades cuyo lujo no podemos permitirnos,
y particularmente sería pretender que no estamos en una fase de gran
despliegue del nuevo marco ideológico liberal: el neoliberalismo y su
instrumento favorito, la globalización corporativa, al servicio de las
multinacionales. Sería como vivir en otro planeta y estar de visita unas
horas en la Tierra.
El marco ideológico y las desgracias ajenas
Lo primero a tener presente es que ya va siendo moneda gastada aquello de creer
que había llegado "el fin de las ideologías". Sin embargo, esto
no quiere decir que en estos temas tengamos forzosamente que atrincherarnos
partidariamente. Me atrevería a decir lo contrario: dejar de lado las
trincheras permitiría ver con más claridad la necesidad de defender
un patrimonio común a la ciudadanía: la soberanía alimentaria,
cultural y patrimonial en un sentido integral. Este asunto no es un asunto de
partidos, ni de instituciones, ni de clases: debe ser asumido por la ciudadanía
en su conjunto, incluyendo a una cierta alta burguesía que está
viendo esPPPejismos (o esPPPejitos) y también debería estar preocupada,
ya que de no tener la capacidad financiera para enfrentar el embate multinacional
que propiciará el PPP, también tendrá que tirar la esPPPonja.
En esta ampliación e incrustamiento legislativo a largo plazo del esquema
neoliberal continental (no olvidemos el carácter supranacional de los
Acuerdos), muy pocos grupos empresariales nacionales podrán sobrevivir,
bastaría una mano para contarlos.
La experiencia mexicana y argentina de los últimos años debería
alertar a estos sectores también, no sólo a los pequeños
productores y campesinos, a las pequeñas y medianas empresas de todo
tipo. Para ser ilustrativos, imaginemos que la selección brasilera de
fútbol le estuviera proponiendo a una selección de Nicaragua hacer
un partido, en un hermoso estadio, con todos los chiches. Los tipos están
perfectamente entrenados, y a pesar de eso, extrañamente, nos imponen
una condición: que nosotros juguemos con un pie amarrado al otro, y ellos
con los dos pies libres. Para muestra basta un botón: EEUU, la UE y Japón
invierten 400 mil millones (400.000.000.000) de dólares anuales para
proteger sus productos agroexportables e imponen restricciones a los productos
de otros mercados, además de controlar a través de una gama de
instrumentos los precios de los mercados internacionales. Es decir que no solamente
ellos (que son los mejores del planeta en ese deporte) juegan el partido con
los dos pies, sino que además el árbitro es amigo de ellos, por
decirlo suavemente. ¿Cree usted, señor empresario local, que tiene alguna
chancecita de meter un gol en ese partido? Por favor, seamos realistas.
Déjeme citar dos informaciones para que vea lo que le ha ocurrido a la
gente de su sector profesional en países poderosísimos comparados
con la pequeña Nicaragua, como lo son México y Argentina: las
más bajas tasas históricas de crecimiento en México, la
mayor recesión y los mayores niveles de pobreza, se han producido en
los años correspondientes a los "preparativos" para la firma del TLCAN
(léase "ajustes estructurales"), y en estos años de efectiva implementación
del mismo. Si México pudo momentáneamente esconder esta dramática
realidad fue gracias al petróleo, pero dada la flaqueza macroeconómica
en la que se encontraba, tampoco esto sacó el barco a flote. "Sólo
han ganado las transnacionales y unas cuantas familias ricas locales", concluye
el socio-economista Peter Marchetti. ¿Está seguro de que usted estará
entre esas familias, cuando la hecatombe sea aquí, en Nicaragua? Si yo
fuera empresario, creo que valdría la pena por lo menos dudar. Y cuando
uno duda, se informa.
El otro caso es el de Argentina, que funcionó durante décadas,
como Nicaragua todavía, con un modelo agroexportador y pecuario. Recordemos
que se trata de un país que por lo menos en un momento de su historia
tuvo todas las características de un país fuerte, autónomo,
industrializado, pujante en muchos sentidos. Después de abrirse ampliamente
al libre mercado durante la última década, "la crisis actual de
Argentina es absoluta" (Jorge Eduardo Rulli, analista argentino). Dice, entre
otras cosas: "En los años 90 se produjo la mayor transferencia de campos
de toda la historia del país, siendo reemplazada la oligarquía
por una nueva clase empresarial oligopólica. Actualmente registramos
unos 300 mil productores expulsados y más de 13 millones de hectáreas
embargadas por deudas hipotecarias impagables." Y la narración exhaustiva
de la catástrofe neoliberal de Argentina continúa dolorosamente
en este artículo, que pongo a la disposición de quien lo solicite
y que me parece de sumo interés particularmente para los productores
nacionales. Aprovechemos por lo menos la desgracia de los otros.
Quisiera volver a lo político. La izquierda y la derecha están
mutando, porque el contexto así lo exige. Las especies mutan para adaptarse
a un nuevo clima, y así sobrevivir y fortalecerse. La ideología
neoliberal no es un concepto inventado caprichosamente por lo que podríamos
llamar la neoizquierda (¡mi computadora subraya en rojo "neoizquierda" pero
acepta sin problemas "neoliberal"!). Así, la neoizquierda va encontrando
otras estrategias, como las que surgen dentro del Foro Social Mundial - entre
las más publicitadas-, aunque existen localmente infinidades de brotes
de una nueva actitud política, que podemos englobar en los conceptos
apartidarios de "participación ciudadana", "poder local", "autonomía
de gestión", "descentralización", "autogestión", "administración
ambiental", "transversalismo".
Por su parte, preocupados, los ideólogos neoliberales están intentando
diluir el contenido conceptual de la palabra "neoliberal" que utiliza la "neoizquierda"
para identificarlos (y aprovecha además para encajonarlos en la nebulosa
de los "globalifóbicos", es decir, los "cavernícolas"). Quieren
vaciar el concepto y banalizarlo, como hicieron con aquella otra palabra -"imperialismo",
¿recuerda?- (¡mi computadora la acepta!), logrando imprimirle a ésta
una connotación de irrelevancia, de "démodé", un barniz
de desubicación histórica, a tal punto que muchos evitan hoy utilizarla
para no parecer anticuados. La realidad, sin embargo, está por encima
de estos vaivenes conceptuales: el empuje neoliberal es mil veces más
fuerte hoy que lo que definíamos como "imperialismo" en décadas
pasadas. Así como Arnoldo Alemán hace aparecer como principiantes
del lucro personal a gobernantes que lo precedieron, el joven Bush, en materia
imperial, deja en la lona de la historia a sus antecesores estadounidenses.
Las ideologías de ninguna manera han pasado a la historia. La ideología
neoliberal está perfectamente estructurada, tiene sus dogmas fundamentales
y sus férreas prácticas militantes: el empresariado corporativista
multinacional. Todos saben que en el capítulo de libre mercado, los dogmas
neoliberales son la no intervención del Estado en el mercado interno,
la desprotección del mercado nacional, la no subvención de la
producción exportadora, la privatización de todo cuanto pueda
ser comercializable, incluida el agua, la base de la vida humana, a pesar de
que su acceso está universalmente protegido como un bien inalienable
para los seres humanos. Aquellos países que contravienen estos pilares
del neoliberalismo, son considerados automáticamente como traidores a
la causa, y castigados, tal y como sucede en cualquier partido de rígida
verticalidad: enemigos del progreso, de la modernidad. Han confundido desarrollo
tecnológico y desarrollo humano.
En toda América latina, y específicamente a través del
Plan Puebla Panamá en la región mesoamericana, el neoliberalismo
se traduce ya en el terreno de la vida real y cotidiana, en lo que no deberíamos
dudar en llamar: una nueva colonización continental. Hace 500 años
los españoles pisotearon con caballos. Hoy Estados Unidos lo hace con
el FMI. A este paso, si no lo impedimos de alguna manera, llegará el
día en que desde Río Grande hasta Ushuaia, pasando por Puebla
y Panamá, todo será una enorme maquila, y los esfuerzos nacionales
sólo consistirán en lograr bajar cada vez más el costo
de la mano de obra, con menos protección social y laboral, en una esforzada
competencia del horror frente a los asiáticos, que ya nos superan en
este arte y en el número. Cuando llegue ése día, los campos
estarán desiertos y los animales crecerán encerrados, en cada
esquina se podrán comer papas fritas transgénicas y hamburguesas
de plástico con salsa de tomate dulce, todos los chicos hablarán
una misma jerga y dirán te quiero con las mismas palabras repetidas de
algún cantante mediocre pero "universal" que aparecerá en todas
las pantallas de televisión simultáneamente, vestirán los
mismos uniformes, escucharán la misma música, verán las
mismas películas, y por fin el presidente norteamericano de turno mirará
satisfecho por la ventana de su oficina la línea del horizonte, y murmurará
que aunque en su imperio se pone el sol, nunca se pone el dólar.
* Carlos Powell, periodista powama@ibw.com.ni