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15 de junio del 2002
Miguel Urbano Rodrigues
resistir.info
Visité México en marzo. Volví en mayo para participar en una conferencia internacional. Todo parecía haber entrado en efervescencia.
Una noche un tremendo griterío me despertó. El balcón de mi cuarto abría hacia el Zócalo. Abajo, frente al Palacio de la Gobernación del Distrito Federal, una pequeña muchedumbre asistía a un mitin. El orador bombardeaba al gobierno Fox con durísimas críticas. Los discursos que siguieron fueron todavía más inflamados.
Eran las cinco de la madrugada. La gigantesca plaza, escenario a lo largo de cinco siglos de acontecimientos de significado antagónico, revolucionarios unos, contrarrevolucionários otros, mantiene inalterable su fascinación.
Mi compañero de habitación, un diplomático de la República del Congo, al escuchar los vibrantes llamamientos a la lucha, preguntó, emocionado:
-¿Será acaso esto el conmienzo de la revolución?
Le corté la esperanza:
- No, es solamentre una protesta integrada al Día del maestro. Ellos están en huelga. Pero nada de importante va a pasar en México en los próximos días.
El espanto del diplomático africano era, sin embargo, legítimo. Al forastero desconocedor de su historia y sin intimidad con su cultura --la más importante de América Latina-- México transmite casi permanentemente imágenes de una sociedad en vísperas de revolución.
Las estridencias del discurso de oposición engañan. El sistema de poder se encuentra sólidamente implantado. La dominación imperialista nunca fue tan ostensiva.
LA DUPLICIDAD DE FOX
Con Fox, la derecha tradicional volvió a la presidencia de la cual había sido alejada hace más de 90 años. La podredumbre del Partido Revolucionario Institucional - PRI, que se degradó en el ejercicio ininterrumpido del poder, le facilitó mucho la victoria.
El nuevo presidente definió desde el inicio la estrategia de su administración en una frase que fue muy apreciada en Washington: "!Este será el gobierno de un empresario para empresarios!"
La síntesis define al hombre y al político.
La arrogancia de la derecha adquirió formas tan ostensivas que el gran patronato, enmascarado de educador, no vacila ya en en exigir la introducción de aulas de religión en las escuelas públicas. Esto en un país de tradición anticlerical en donde durante décadas las procesiones no podían salir a la calle por determinación legal.
Fox es un populista de derecha menos original de lo que parece. Su rápida pérdida de prestigio refleja la desilusión nacida de las promesas no cumplidas. Como candidato anunció una lucha implacable contra la corrupción, la violencia y el desempleo. Pero la corrupción se alastra, tal como la violencia y la cesantía. Solamente en el primer año de su gobierno fueron suprimidos 800 000 puestos de trabajo.
De sus múltiples conflictos con el Congreso el principal se localiza en el área de la política energética.
Es oportuno recordar que para la aplastante mayoría de los mexicanos la nacionalización del petróleo fue vista como conquista irreversible del pueblo. El prestigio de Lázaro Cardenas -que permanece inalterable-- es inseparable de la firmeza con que resistió todas las presiones del imperialismo y de las transnacionales petroleras, defendiendo a Pemex.
Sin embargo, Fox ataca el tabú: pretende privatizar la electricidad y la petroquímica.
El política exterior, el conflicto con Cuba fue solamente uno de los aspectos de la ruptura con el principio -inscrito en la Constitución-- de no ingerencia en los asuntos internos de otros estados. A través de la grabación de su conversación telefónica con Fidel Castro, divulgada por el presidente de Cuba, el pueblo mexicano tomó conocimiento de que Fox le había mentido al negar la existencia de presiones sobre el líder revolucionario antes de la Conferencia de Monterrey, auspiciada por la ONU.
Fox actuó en ese episodio como un vasallo de George Bush.
La política foxiana de dos discursos y dos caras volvió a hacerse transparente durante la Cumbre Unión Europea-América Latina, en Madrid.
Recibido por Aznar con grandes demostraciones de aprecio, Fox habló mucho de asuntos de política interna de su país en los discursos pronunciados en la capital española y en entrevistas a la prensa y la televisión. Sobre dos cuestiones fundamentales hizo afirmaciones que provocaron inmediatas protestas en México.
En lo que concierne a las relaciones con el PRI, retomó antiguas acusaciones sobre el uso ilegítimo de fondos públicos en la campaña electoral de Labastida, candidato de aquel partido a la presidencia. Omitió que acusaciones no muy diferentes, relativas a donaciones privadas, igualmente ilegales, ensucian la imagen de su propia campaña. El ataque sorprendió, porque días antes Fox había establecido en México casi un pacto de cooperación con el actual presidente del PRI, Roberto Madrazo.
Durante un desayuno había llamado a la concordia. Una frase suya provocó espanto: "!Gobernemos juntos la transición, unamos voluntades para avanzar!"
"La Jornada" definió como dramático el pedido de colaboración dirigido al adversario: "!ayúdenme a gobernar porque solo no puedo!"
Fox fue aun más lejos. Elogió el papel del PRI en la historia del país. "El México actual no podría ser entendido -afirmó- sin remitirnos al papel que el Partido (el PRI) ha cumplido a lo largo del siglo XX en la preservación de la estabilidad y la construcción de las instituciones"(...)
No obstante, días después, en España, los elogios fueron sustituídos por críticas e insinuaciones ofensivas.
Más amplia e indignada ha sido aun la reacción de los opositores a las declaraciones de Fox sobre la cuestión energética.
Dirigiéndose a jefes de estado y gobiernos europeos, informó que el Congreso en su próxima sesión extraordinaria ha de aprobar las propuestas de privatización del sector energético. La afirmación, categórica, choca por liviana.
El proyecto de desmantelamiento de Pemex ha sido inspirado por el Banco Mundial, es decir, por Washington. Como subrayara el economista John Saxe Fernández, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Mexico-UNAM, una operación tal exigiría someter previamente la Constitución a una "gran cirurgía". Esta no parece viable porque la oposición, que rechaza las privatizaciones propuestas por el presidente, es ampliamente mayoritaria en ambas casas del Congreso.
Según Fox, la actual Ley Magna mexicana no responde ya "a las nuevas circunstancias democráticas", ni "a la nueva agenda internacional del país". En su opinión, "el orden internacional debe ir más allá del concepto de soberanía". Piensa como Aznar...
Como se esperaba, procedió a la apología del ALCA y del Plan Puebla-Panamá. Omitió, sin embargo, una información sumamente importante. No dijo que tres semanas antes la suprema Corte de Justicia de México había golpeado su agenda privatizadora, al considerar inconstitucionales algunos artículos del proyecto presidencial sobre el sector energético.
Fox no informó tampoco que Pemex es forzada por su gobierno a pagar al estado, como impuestos, 95% de las ganancias obtenidas, lo que impide a la empresa proceder a las inversiones indispensables para mantenerse competitiva.
La Fundación Heritage, conocida por sus posiciones de extrema derecha, evalúa en 150 mil millones de dólares el valor de Pemex a los efectos de la privatización, admitiendo que la Exxon, la Shell, la Amoco, y la Dupont, entre otras transnacionales, estarían interesadas en la partición del gigante mexicano. Esa cuantía ilumina por sí sola el juego de intereses geoestratégicos y empresariales que el presidente Fox contrapone al respeto por la Constitución.
UN GIGANTE ENFERMO
México, con un PIB que este año se aproximará a los 930 mil millones de dólares, es la segunda economía de América Latina y la undécima del mundo. Por sus recursos naturales -petróleo, plata, gran variedad de minerales estratégicos, una industria pesada y ligera avanzadas, y un sector agro-pecuario con grandes potencialidades- reúne condiciones favorables para un desarrollo sostenible armonioso, capaz de proporcionar bienestar y prosperidad a sus 102 millones de habitantes. Pero el gigante es un gran enfermo crónico. Al presente, ninguno de los grandes países latino-americanos se encuentra sometido a un proceso de rapiña tan complejo, sistemático y profundo como México. Sus riquezas son devoradas por EEUU en un saqueo gigantesco.
La NAFTA -sobre cuyo modelo Washington pretende construir el ALCA- ha contribuído en los últimos años a agravar una dependencia que asume facetas cada vez más preocupantes.
La máscara del falso milagro posterior a la crisis que llevó el país al borde de la bancarrota - evitada con la entrada masiva de más de cuarenta mil millones de dólares- ha caído en pedazos.
La imagen que México proyecta hoy no es más la de un país de ficción, disfrazado de desarrollado, sino la de una sociedad cada día más dependiente, en la cual la riqueza se concentra, mientras la miseria y la hambruna se expanden.
La crisis es agravada por la política de Fox, dócil instrumento de la estrategia neoliberal ideada en Washington, es decir, las mismas viejas recetas, con nuevo barniz, del FMI y del Banco Mundial.
Manipulando estadísticas, los epígonos del gobierno bien se esfuerzan por invertir la realidad.
El superávit de las exportaciones a los EEUU en el primer trimestre del año ha sido utilizado como arma de propaganda: alcanzó 8 mil 449 millones de dólares, aumentando 30% en comparación con el año anterior. El intercambio comercial entre los dos países excedió en marzo los 26 mil 785 millones de dólares, con un superávit considerable para México. El hecho de que éste haya superado ampliamente a Japón como segundo socio comercial de EEUU (Canadá es el primero) también es tema de comentarios que distorsionan la realidad.(1)
Esos números confunden si no son interpretados en función de la dependencia de la economía mexicana frente a EEUU.
Un porcentaje cada vez mayor de las exportaciones de bienes y servicios de México -164 mil millones de dólares en 2000, muy superiores a las de España-- está constituído por productos manufacturados por sucursales de transnacionales norteamericanas instaladas en el país. Por si solas, las ensambladoras de autos son responsables de la mayoría de tales ganancias.
¿Qué parcela de la riqueza obtenida con las exportaciones se queda en Mexico? Un porcentaje pequeño, porque el grueso de los componentes de vehículos made in Mexico proviene de los EEUU. Las transnacionales utilizan sobre todo la fuerza de trabajo mexicana, remunerada con salarios bajísimos. Las maquilas actúan de la misma manera en la industria ligera, sobre todo en la textil y la química.
UN CENTENAR DE CANALES DE TV Y 26 PERIODICOS DIARIOS EN LA CAPITAL
El discurso foxista no consigue ocultar la profundidad de la crisis. Esta abarca sectores muy diferenciados y se manifiesta en la caída de 2% en el PIB, en el primer trimestre del año. En el turismo, el área más dinámica de la economía, la quiebra fue de 5% y 4,4% para el conjunto de la industria, superando 7,6% en marzo.
El aumento de los precios está provocando un descontento transparente.
Pero la contradicción entre el volumen de las críticas al gobierno y su efecto en la práctica de la vida desconcierta a los observadores extranjeros. Por las titulares de la prensa el forastero poco familiarizado con la vida mexicana podría admitir que asiste al prólogo de una crisis global, con consecuencias explosivas.
Pura ilusión.
Solamente en el área del Gran México -casi 20 millones de personas- existen 26 periódicos diarios y funcionan unos 100 canales de televisión y un número mayor de emisoras de radio. Casi todos los grandes periódicos adoptan una línea de oposición. La calidad de los principales diarios -sobre todo La Jornada- es muy superior al promedio europeo, pero el peso político de los mass media en la socieadad mexicana, como formadores de opinión es muy pequeño.
Fox, no obstante el clamor de las protestas que su política suscita en todo el país, continuará aplicando, bajo supervisión de Washington, su estrategia neoliberal condensada en el lema "gobierno de un empresario para empresarios". La tarea que se propone choca, sin embargo, con resistencias crecientes. La oposición no viene solamente del Congreso. Docenas de movimientos progresistas intentan articular sus iniciativas de combate al sistema. Entre ellos se destacan Paz y Democracia, liderado por el sociólogo Pablo González Casanova, ex-rector de la UNAM, y sobre todo, por su firmeza, el Congreso Nacional Indígena, que representa las aspiraciones de 10 millones de indios, que constituyen una impresionante y combativa masa de excluídos. El significado de la intervención política de ese Congreso como vocero de las organizaciones indígenas es hoy más importante que el combate del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional -EZLN. Una década después de su aparición, el movimiento de Chiapas ha perdido internamente mucho de su prestigio inicial. El silencio del subcomandante Marcos en los últimos meses expresa de alguna manera la frustración del EZLN, consciente de que la nueva Ley Indígena, aprobada por el Congreso después de la marcha de los comandantes sobre la capital, es aún peor que la anterior.
En el sector sindical, tradicionalmente manipulado por el poder a través de un conjunto de centrales y federaciones, emergen también nuevas formas de lucha. Es el caso de los maestros, los trabajadores del transporte y las comunicaciones. ¿Qué falta para que la caudalosa ola de descontento popular pueda estremecer las estructuras del engranaje de poder comandado por Washington?
Falta lo más importante, lo más difícil. Que las fuerzas democráticas y progresistas, mayoritarias pero dispersas y divididas, encuentren en el diálogo el camino que pueda conducir a la formación de un Frente Unico contra el neoliberalismo foxista, es decir contra el imperialismo.
Traducción de Marla Muñoz
(1) Las citas de este artículo han sido extraídas de los diarios mexicanos "La Jornada", "El Universal" y "Excelsior". El autor recurrió también, en lo que se refiere a estadísticas, al anuario "L'État du Monde", edición de 2002, Ed. "La Découverte",Paris.