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Latinoamérica

16 de junio del 2002
Entrevista al Comandante Alfonso Cano

Colombia: Las FARC-EP ante el nuevo gobierno

Jorge Enrique Botero, El Tiempo

En entrevista con Lecturas Dominicales, Alfonso Cano, del Secretariado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), insiste en el tema del canje y en el establecmiento de zonas desmilitarizadas mucho más grandes que al Caguán.

Mientras espero por esta entrevista con Alfonso Cano, dos jóvenes guerrilleras que no llegan a los 18 años toman nota en un cuaderno. Están sentadas bajo el techo de plástico negro de su caleta, donde escampan de un aguacero. "Carlos Marx nació en marzo de 1818", le dicta una a la otra.

Las dos guerrilleras hacen parte de la guardia de Cano, conformada por un numeroso y bien armado grupo, en su mayoría muchachos campesinos que se precian de ser seguidores número uno de Juan Pablo Montoya. "Lo que le falta es carro", asegura Tatiana. Cuentan los guerrilleros que se levantaron a las dos de la mañana para ver el premio en Australia. Según sus análisis, Montoya no ganó esa vez por el tetanol que le echaron al combustible. "El camarada no se pierde carrera", remata Tatiana.

El camarada es Alfonso Cano, quien está en su oficina, a unos cincuenta metros, frente a la pantalla de un moderno computador portátil mientras dos perros corretean bajo sus piernas. Parco de palabra, de mirada inquisitiva y sarcasmos siempre a la mano, este antropólogo de la Nacional, hincha de Millonarios y miembro del secretariado de las FARC-EP desde hace casi dos décadas, lleva más de un año sin hablar con los medios.

¿Las Farc ven posibilidades de reiniciar diálogos con el próximo gobierno?

No quisiera aventurarme a adivinar. Lo que sí puedo asegurar es que tenemos la decisión y seguimos proponiendo posibilidades. Por ejemplo, si lográramos avanzar en un proceso que llevara al canje estaríamos tendiendo puentes en la reconciliación. Así que seguiremos haciendo propuestas en función de que nos podamos encontrar en los próximos cuatro años en un escenario que posibilite el acuerdo político.

¿Cuáles son las condiciones mínimas de las Farc?

Es importante que en un eventual proceso de aproximación con el próximo gobierno estemos de acuerdo en que eso tiene que suceder en territorio colombiano. Segundo: insistimos en que haya zonas desmilitarizadas, incluso de una mayor dimensión al área del Caguán.

Estamos hablando de...

Estamos hablando de áreas de carácter departamental. De dos departamentos.

Todo el establecimiento ya dio su no rotundo...

El no rotundo se dio en vísperas de elecciones. Esperemos a que se posesione el nuevo Presidente. Ya entonces, con la cabeza fría que debe dar la responsabilidad de dirigir al Estado, él decidirá si se reafirma en su no rotundo, o tiende puentes. Nosotros queremos creer que habrá cordura y que esa cordura nos puede abrir el camino para volver a dialogar. Lo que nos importa es que haya una decisión, porque lo que hemos visto hasta ahora es la intención de la llamada clase dirigente de que se acabe la confrontación sin solucionar las causas que la han generado, y así es imposible. Pero si el próximo gobierno acepta que aquí vamos a tener que compartir poder, que aquí van a tener que bajarse de un poco de privilegios, que van a tener que cambiar las costumbres políticas podridas y corruptas. Si acepta que vamos a cambiar las cosas entre todos, con los sectores populares, podemos pensar en que habrá soluciones definitivas.

Se dice que ustedes dispararon la imagen de Uribe. Que polarizaron al país...

Es que el país se ha venido polarizando en los últimos 40 años, en la medida en que la administración del Estado se ha ejercido con un criterio profundamente antipopular, arrodillado frente al capital transnacional. El hambre, que es el que ha polarizado a Colombia, no es culpa de las Farc. Lo que pasa es que en coyunturas electorales se especula mucho, y se busca derramar sobre los adversarios la culpa de todos los males. Eso se ha visto muy especialmente con nosotros en los últimos seis meses.

Usted calificó a Álvaro Uribe de "fascista ilustrado". ¿Cómo lo definiría hoy?

Pues oyendo y oyendo, y mirando lo que he visto por televisión, quitémosle lo de "ilustrado"...

¿Cómo ve la situación del país después de la ruptura de los diálogos?

Hubo quienes prometieron que terminada la zona de despeje se iban a arreglar todos los problemas del país, desde el secuestro hasta la recuperación del sector automotor. Se dijo que iba a cambiar radicalmente la situación nacional, pero lo que encontramos es un panorama muy diferente: se incrementó la confrontación, se agravó la crisis económica, social y política y aumentó la injerencia gringa. Así que hoy lo que tenemos es un panorama de incertidumbre muy preocupante. Se equivocaron quienes le apostaban a una solución mágica una vez terminada la experiencia del Caguán.

Entre las muchas cosas que han pasado desde el 20 de febrero, están episodios como el de Bojayá, para citar sólo el más reciente. ¿Hechos como estos no les plantean a las Farc una revisión?

Por supuesto que sí. No son solamente ciertos sectores del país los que se conmueven sinceramente frente a lo que pasó en el Chocó: nosotros también.

Nos duelen los hechos que la guerra va generando al margen de nuestra voluntad y estamos estudiando cómo minimizar el impacto sobre los no combatientes.

¿Es verdad que han lanzado una campaña para aniquilar a las Autodefensas?

No. Lo que está sucediendo en todo el país es que el Ejército está desarrollando, con sus propios hombres y con sicarios a sueldo, una política de agresión a la población civil, con la mampara de la lucha antisubversiva. Las Farc y el Eln lo que están haciendo es enfrentar al Estado, que unas veces con uniforme oficial y otras con uniforme irregular actúa contra la gente. Ya no lo decimos solamente nosotros. Lo afirman los delegados de la ONU, que lo han visto, la Iglesia, las organizaciones indígenas.

¿Qué le contesta al presidente Pastrana, quien los ha tildado de terroristas?

Que ni el país ni el mundo entienden su cambio de actitud en tan corto tiempo. Durante tres años fuimos para él una organización política, una organización beligerante, y ahora resulta que de la noche a la mañana somos desalmados terroristas, a pesar de que no hemos cambiado los métodos. Con esta actitud, la imagen que transmite es la de una novia despechada.

¿Lo de Bojayá no fue una acción terrorista? ¿El secuestro de 12 diputados del Valle no es terrorismo? ¿Tener a una candidata presidencial, secuestrar un avión y tomar como rehén a un senador no es terrorismo?

Separemos los hechos. Bojayá fue absolutamente impactante. Ha causado en nosotros un impacto serio. Nos duele ese episodio, nos duele sinceramente, pero el país y la comunidad internacional tienen que tener certeza de que ningún comandante dio la orden para ejecutar ese tipo de acción y que nadie tuvo la voluntad de generar ese hecho. Fue una equivocación derivada de la confrontación. Se puede hablar de terrorismo cuando se parte del presupuesto de querer generar el terror en la población y conscientemente se desarrolla una práctica en función de provocar el pánico. Pero esa no es la política de las Farc, ni lo estamos haciendo. Lo que sí sucede es que la guerra, en la medida en que se va generalizando, va produciendo escenarios que ninguno de nosotros deliberadamente quisiera.

Pero deliberadamente sí secuestraron a los diputados...

Hay un tema que debemos discutir lo más pronto: quiénes son realmente los que llaman "actores del conflicto". Por ejemplo, los políticos de este país, quienes han ejercido la administración, quienes han aprobado leyes, quienes dirigen las instituciones armadas, tengan uniforme o no lo tengan, ¿son o no son parte en esta guerra? Quienes roban los dineros públicos, ¿son o no son parte directa? Y ahí está el caso de los diputados: ¡claro que están en el centro de la confrontación! Porque con su actividad, con sus aprobaciones, con sus acciones u omisiones, muchos de ellos han afectado no solamente el orden público en el Valle, sino el tesoro y la cosa pública. La acción para tomarlos como objetos del canje que estamos proponiendo es un hecho legítimo, que no tiene nada que ver con terrorismo.

Familiares de los secuestrados, así como organismos nacionales e internacionales, están abogando por un acuerdo que devuelva a sus hogares a centenares de personas que hoy están en su poder. ¿Qué tan viable ve un acuerdo?