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ALCALDES E INGOBERNABILIDAD No hay solución militar ni intervención militar yanqui que resuelva
la crisis. Por eso no nombran alcaldes militares, como antes.
Fuente: La Voz
Por Jaime Caycedo
Un fantasma recorre Colombia: el fantasma de la ingobernabilidad. La policía
informa que la guerrilla busca el reemplazo de los alcaldes municipales "por
un mandato popular liderado por las Juntas de Acción Comunal y la organización
insurgente". El Ejército intercepta órdenes para la renuncia
de los mandatarios. Inspectores, jueces, fiscales, diputados y concejales de
25 de los 32 departamentos están en las mismas condiciones, según
algunas fuentes. Los paramilitares, que amenazaban a muchos alcaldes y ofrecieron
matar a quienes renunciasen, cambiaron de opinión para defender el orden.
Contrariando el criterio focial, los alcaldes de Carmen de Viboral y Sonsón
adelantaron un diálogo humanitario directo con un frente de las FARC.Frente
al caos, que los locutores atribuyen a los días que aún faltan
para que se posesione el nuevo gobierno, el Defensor del Pueblo pidió
el estado de conmoción.
La conmoción, desde ahora, prepararía el advenimiento del remedio
radical, único y nunca ensayado del futuro estado de sitio al compás
del nuevo presidente. Sin embargo, sobrevino el parto de los montes. Pastrana
no decretó tal medida. En lugar de la conmoción, el Consejo de
ministros decidió ofrecer 2 millones de dólares por cada uno de
los miembros del secretariado de las FARC y crear un nuevo bloque de búsqueda.
No se nombran alcaldes militares pero se encarga al DAS de las funciones administrativas
que abandonen los alcaldes ( ¡! ). Cinco estrategias fueron adoptadas: de seguridad,
política, internacional, de medios y cultural. A la de seguridad acudió
presto el director de la USAID, junto con la embajadora, para ofrecer chalecos,
carros blindados, celulares, a los funcionarios bajo amenaza. La de medios es
la presión para la autocensura de prensa. En cuanto a la cultural, se
la dejan al alcalde Mockus.
¿Qué hay detrás de toda esta tormenta de medios, de informes y
clamores? Desde luego que una situación de crisis real, que no apareció
de la nada y para la cual se anuncia la misma medicina de siempre: represión,
militarización, más palo, recorte de libertades y más neoliberalismo.
El nuevo presidente gestionó en Estados Unidos recursos económicos
y militares no tanto antidrogas como para la "defensa de la democracia".
La mediación de la ONU bien podría estar cruzada por los infaltables
"cascos azules" que tanto obsesionan a Uribe Vélez como forma
de enfrentar la ingobernabilidad. Por lo menos, así lo dice claramente
su programa de gobierno.
Si la crisis muestra el amplio poder de la insurgencia no es menos indicativa
del drama que confrontan los gobernantes locales y regionales. En otras palabras,
la ingobernabilidad real tiene otras causas. Es la crisis económica y
social, la política oficial, el recorte de las transferencias, la aplicación
de las leyes 617 y 715, la deuda pública que tiene en la quiebra a un
creciente número de municipios, pequeños pero también metropolitanos,
y a departamentos enteros. La banca, que ha registrado este año ganancias
del 61%, es la verdadera gobernación de muchos departamentos y municipios.
Por las manos de los mandatarios locales no pasa un solo peso. La gerencia en
Cali de la Corporación las Villas, del grupo Sarmiento Angulo, es la
dueña del departamento del Cauca. ¿Manes del futuro ordenamiento territorial,
calcado de la estructura del monopolio del capital financiero? Razón
de más para reafirmar nuestra posición: no hay solución
militar ni intervención militar yanqui que resuelva esta crisis.
Por eso no nombran alcaldes militares, como antes. De un gobernante a otro se
pasan la responsabilidad de las medidas de dictadura integral (perdón,
guerra integral) con las que piensan enfrentar el caos. Podría haber
alternativas: moratoria de la deuda externa, diálogos regionales, acuerdos
humanitarios y una actitud más realista para reemprender el duro camino
de la solución política con cambios a favor del pueblo y la democratización
del país