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14 de febrero del 2002
La confabulación de los media
Liberación
En los últimos 15 días, los diferentes medios de prensa
de la democracia occidental y cristiana se dedicaron a ventilar con grandes
titulares y sesudos análisis, la «crisis» que afectaba a Venezuela,
queriendo inclusive establecer un fenómeno paralelo entre las cacerolas
de determinado sector social, no precisamente el de los desposeídos,
con la reacción del pueblo argentino ante el despojo del que fue objeto.
Iniciar la condena de su presidente (elegido por amplia mayoría en
legítimas elecciones y no por los fraudes mafiosos de Miami) es simple
y llanamente el objetivo planteado desde la nueva capital bananera del orbe,
Washington. Donde además no se detienen en ese hecho, sino que intentaron
establecer una comparación entre los coqueteos golpistas de algun militar
con la actitud de Hugo Chávez, cuando éste enfrentó en
1992 al corrupto y nada transparente gobierno de Andrés Pérez.
La provocación del coronel Pedro Soto no ha alterado para nada el desarrollo
del proceso bolivariano. De hecho Chávez, y así lo ha manifestado,
sabe quién es quién en los cuarteles venezolanos, pero también
es consciente de que los medios de prensa han difundido al mundo una falsa
idea a propósito de Soto.
No nos olvidemos que Venezuela es un país de grandes riquezas petroleras
y precisamente el petróleo venezolano es un asunto prioritario para
Estados Unidos, en particular por la actual inestabilidad en el Golfo Pérsico.
Washington pues no niega que sus intereses requieren de un presidente venezolano
afín a sus objetivos, y este Chávez, amigo confeso de la revolución
cubana y capaz de visitar como presidente de la OPEP a Saddam Hussein y a
otros mandatarios de los países productores de Medio Oriente, no ha
demostrado tener el perfil del hombre adecuado.
Por ello no debe causar sorpresa alguna que el secretario de Estado, Colin
Powell, haya lanzado un aviso público a Chávez, advirtiendo
sobre supuestas relaciones de su gobierno con la guerrilla colombiana (FARC),
ni que el Fondo Monetario Internacional (FMI) haya afirmado públicamente
que «no tendría problemas» en respaldar económicamente a un
eventual «gobierno de transición». Ambas señales, es evidente
que representan claros actos de injerencia en los asuntos internos de Venezuela.
Por otra parte, la intromisión militar yanki en Colombia, ya sea en
el contexto del llamado Plan Colombia o en su lucha contra «el terrorismo»,
hacen de Venezuela un punto estratégico y, por lo tanto, un país
con el que Washington debe asegurarse buenas relaciones diplomáticas.
Si Chávez incomoda a Estados Unidos en sus planes regionales, es previsible
que aumente la presión externa en su contra y más lamentables
aún serían las consecuencias si «el conflicto» llegara a culminar
en un proceso antidemocrático, o peor, que se repitan sucesos como
los que desestabilizaron el Chile de Salvador Allende.
Por lo que desde estas páginas debemos recalcar que Venezuela es, ante
todo, un país soberano y como tal debe resolver sus conflictos y Estados
Unidos ha de evitar intervenir en sus asuntos y no alentar una división
social, como irresponsablemente lo hizo el FMI al prometer beneficios económicos
a un improbable nuevo gobierno.
Sin duda, la revolución bolivariana no busca condescender con las grandes
empresas de comunicación de su país y pese a que la reciente
intentona golpista se ha desinflado y ha sido, como ya dijimos, un producto
mediático, todo nos sugiere que el gobierno venezolano debe cuidar
bien sus espaldas ya que los «demócratas» del Norte, si su interés
así se lo requiere, no dudarán en intentar convertir a Venezuela
en otro polvorín.