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18 de febrero del 2002
Va creciendo una Argentina subterránea y joven
Correos para la Emancipación
Las protestas sociales argentinas son hoy objeto de estudio y debate dentro y fuera del país, dado su impacto en la política, la economía y lo social. Así, los argentinos pudimos observar como nos convertíamos en centro de las discusiones que se dieron tanto en el FORO SOCIAL MUNDIAL, como en el FORO de DAVOS. Desde el campo popular, las interpretaciones de lo que hoy transcurre en nuestro país tienen que ver necesariamente con los efectos de la última dictadura, la desindustrialización y el vaciamiento.
Es obvio que lo que está en crisis es un modelo que consistió en la brutal transferencia de recursos públicos y sociales hacia los grandes grupos económicos locales y externos, en perjuicio del patrimonio nacional y los ingresos de las mayorías populares. Mucho podríamos hablar de las causas de esto: estatización de la deuda externa, la patria financiera, la corrupción en las empresas del Estado y su vaciamiento, las privatizaciones, las tasas elevadas de interés, etc.
No obstante, es importante indagar algunas características del reclamo actual y sus protagonistas. Si bien la desindustrialización afectó a los trabajadores, también lo hizo con medianos y pequeños empresarios, profesionales, empleados de diversos niveles que al principio tuvieron una cierta primavera con la convertibilidad hasta que el modelo comenzó a golpearlos sistemáticamente produciendo la desocupación y las quiebras. Luego del saqueo del peronismo devenido en menemismo, la ALIANZA quiso ser un muro de contención, pero al no dar respuestas a las necesidades populares ese muro se cayó apenas conocida la declaración del estado de sitio en diciembre pasado, dado el hartazgo popular.
¿Cómo llegamos a esta situación?
Nosotros, al igual que otras organizaciones populares, pensamos que es producto de un proceso de desintegración y crisis de representatividad, que no es propio de nuestro país sino que viene floreciendo en toda Latinoamérica, donde las "democracias" fueron instauradas sobre la base del poder financiero y manipulando la voluntad popular.
Ahora bien: ¿Existe un proyecto común entre los diferentes protagonistas del escenario actual?
Creemos nosotros, que los cacerolazos posibilitan que las clases medias se sumen a las luchas de los sectores populares, ya que somos todos víctimas de un mismo modelo económico. Y que a pesar del vaciamiento del consenso respecto de los "políticos", no hay una articulación horizontal, pero que se va gestando poco a poco. Así, una nueva generación está dando batalla, a pesar de tanta noche encima.
Se está cuestionando la democracia y representación política que nos vendieron como perfecta. A los partidos políticos y castas sindicales que convertidos en sociedades anónimas nos gobiernan y dirigen, sin sangre, sin ley, sin patria; cuyas banderas están agotadas de tanto arrastrarlas por el barro.
Es necesario entonces, articular las distintas reivindicaciones y aspiraciones. Promover acciones y debates acerca de cuál es el proyecto de país desde las mayorías populares, en el marco de una integración latinoamericana de nuevas características. No existe un proyecto común, eso está claro, pero para construirlo debemos partir de la base de que hay un mínimo común denominador y no sólo una suma de reivindicaciones.
¿En dónde está el problema? Evidentemente, en construir las condiciones para que esta suma diversa y heterogénea se transforme en una articulación firme y coherente (Nacional, por incluir a los múltiples sectores que componen la Nación. Popular, por la reivindicación de los intereses populares), en otro país que permita la inclusión de todos con condiciones básicas de bienestar. Sin nadie en la pobreza.
Respecto de los nuevos tipos de reclamos y movilizaciones, hay quienes sostienen que estamos viviendo un auge de masas o una revolución, mientras otros plantean que a los cacerolazos p.ej., subyace el fascismo de las clases medias y que estas son funcionales al imperio. Nosotros, con cautela, creemos que esto es como una gran oleada social, aunque los medios lo muestren como catarsis colectiva. La pregunta es ¿qué deja la oleada cuando se retira? Hasta ahora no lo hace y por eso el poder está muy preocupado. Hay una población que ha perdido el miedo y que está aprendiendo y reaprendiendo formas de sanción social que provoca que muchos "políticos" no se animen a salir siquiera tranquilamente a la calle.
Las nuevas autoconvocatorias de movimientos de vecinos, de piqueteros, de deudores, de acorralados, se diferencian de las formas tradicionales de representación política. Son formas de democracia directa, participación y protagonismo sin mediación, contrarrestando aquello de que "el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes". Son búsquedas de nuevas formas de representación y organización que rechazan esta forma de democracia, y que intelectuales del poder como López Murphy anuncian como "el fin de la democracia o el advenimiento de la guerra civil".
Quisiéramos pensar en el largo plazo, pero para ello tenemos que ocuparnos de los problemas inmediatos y de quién paga los costos por ejemplo de la salida del corralito. Este es un problema que no tiene la mayoría de nuestro pueblo y es sabido que el 94% de los que están acorralados tiene el 25% de los depósitos y constituyen 19 mil millones de $. Y está claro quiénes deberían que pagar esta crisis: las privatizadas, los bancos y las petroleras; a pesar de las medidas del gobierno que accionan en sentido contrario.
El puñado de presidentes que hemos tenido durante estos días y el conjunto de la partidocracia tradicional que controlan el Estado, saben que no dominan todos los instrumentos de poder social y que hay un vaciamiento institucional nunca visto. Los grupos de poder no tienen representaciones sólidas e imaginan eventuales escenarios habida cuenta de que carecen de recambios. Y nuestro pueblo, o la "multitud" como lo llaman los medios, tampoco tiene todavía horizontes hacia donde encauzarse.
Ahora, una vez más, plantean desde el gobierno que "el camino elegido es el único posible". Nosotros planteamos, como una expresión más del campo popular, que hay muchas propuestas para salir de esta maraña en que nos han metido y convocamos y nos convocamos a crear espacios donde estas soluciones vayan tomando forma. Mirando las cosas desde otro lugar, recuperando saberes de las entrañas de nuestro pueblo.
Creemos, por último, que la realidad expresa la presencia de dos Argentinas. Una conservadora, que no quiere que cambie nada, y en la cual están incluidos quienes nos gobiernan.
Esa Argentina tienen una apariencia poderosa porque conduce las estructuras oficiales de los partidos, los medios de comunicación, los gobiernos, pero cuya vitalidad está en tela de juicio, subsiste por inercia porque en ella ya no creen ni los que la forman.
Y hay una Argentina subterránea (en palabras de don Arturo Jauretche), joven, vigorosa, caótica aún, pero que pronto se va a orientar, que se está orientando a pesar del desorden y confusión que introducen en su seno los partidos que provienen de lo que fueron en otros tiempos los grandes movimientos nacionales y populares. Desde ella trabajamos.
Encuentro Popular - Neuquén