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Latinoamérica

22 de febrero del 2002
EEUU amenaza a Venezuela y vigila
las salidas populares de la crisis argentina

Antonio Maira
Cádiz rebelde

Mientras Washington finalizaba su campaña de bombardeos masivos en Afganistán para establecer el orden dictado para aquella parte del planeta, en Argentina se rompía, con una implosión fantástica y casi total del sistema económico y político, la prolongada situación de "estabilidad en el descalabro" en la que se había sumido ese enorme país. Con el desplome argentino ha aparecido como muy precaria la estabilidad inmediata de todo el continente y demasiado visibles las consecuencias de la globalización neoliberal impulsada, con mano de hierro, por los Estados Unidos.

Bush está inquieto

En declaraciones casi simultáneas, el Secretario de Estado, Colin Powell, y el Director de la CIA, George Tenet, han expresado la inquietud de su gobierno por la situación en América Latina.
Tenet, ante el Senado, ha calificado al subcontinente de "zona volátil" y ha expresado la necesidad de que el gobierno de los Estados Unidos adopte medidas para revertir una situación que califica de creciente inestabilidad Dado que el consejo viene de la CIA y conociendo ya que el punto final habitual de las reflexiones del presidente de los EEUU es la llamada a la guerra total, prolongada, abierta o encubierta, con toda la ferocidad necesaria, y sin sentirse amilanado por la proliferación de enemigos, podemos afirmar que ha empezado una nueva etapa de lucha social, muy dura, en América Latina.
El jefe de la CIA que expresa con precisión y con el cinismo habitual de los dirigentes políticos de su país, que el problema consiste en "desafíos latentes o en crecimiento para los intereses estadounidenses", menciona como máximas preocupaciones las de Argentina, Colombia y Venezuela. Para iniciar desde temprano la justificación habitual con la que los Estados Unidos guerrean sin tregua por el mundo (si a esos bombardeos masivos desde alturas inalcanzables se les puede llamar guerrear), Tenet afirma que la inestabilidad en América Latina "a veces estimula a los terroristas". Denuncia suprema de la guerrilla colombiana, los desarrapados de Chávez, y las masas enfurecidas de Argentina.

El primer escenario: irritación contra Chávez

Powell ha expresado su desasosiego por la existencia de "elementos irritantes" en la política de Chávez. No mencionó ninguno pero no hacía falta, los ronroneos de la cólera imperial ya se habían oído varias veces. Sin duda tiene "razones" el Secretario de Estado. En primer lugar los viajes a Irak y Libia, hace algunos meses, para reactivar la OPEP y conseguir unos acuerdos de limitación de la producción para el sostenimiento de los precios del petróleo (el presidente venezolano hizo una gira de contactos por los países miembros de la organización y tuvo la osadía de no descartar a los dos países declarados "rogues states" por los Estados Unidos). También, la descarada amistad del dirigente venezolano con Fidel Castro y la convergencia con el presidente de Cuba en asuntos claves como la defensa de la autonomía política y de la necesidad de la protección de la economía y de la suficiencia alimenticia de América Latina. Por si fuera poco la intolerable insumisión en política exterior que manifiesta Chávez y que rompe la postura servil de casi todos los gobiernos del mundo, europeos y latinoamericanos, el dirigente de la revolución bolivariana ha cruzado la raya con la inconcebible crítica que hizo a los bombardeos masivos sobre Afganistán nada menos que cuando Bush lanzaba a todo el mundo la tremenda consigna de "o están con nosotros o están contra nosotros". También irrita, y no poco, la aprobación de las nuevas leyes económicas sobre la tierra, las aguas y los hidrocarburos, entre otras, que abren un panorama, todavía insólito, de intervención pública y regulación económica en América Latina. Además Chávez no no se corta un pelo a la hora de criticar el proyecto "rápido" de la administración estadounidense para implantar el ALCA en el continente americano:
"No podemos dejarnos impulsar por otras velocidades que no son propias a la naturaleza de nuestras cosas de nuestra realidad, en este caso me refiero al ALCA para hablar con nombre y apellido, el ALCA, aquí se pretende acelerar el ALCA a un ritmo que nuestros países no van aguantar si es que ese ritmo al final se impone. Una Zona de Libre Comercio en las Américas en el 2005, suicida para nosotros. Eso es prácticamente imposible, háblenme del 2010 pudiéramos pensarlo, 2015 me gusta más...." "... Porque es que nos tratan de imponer criterios. Una integración real, sólida no puede ser alimentada por los criterios del neoliberalismo por ejemplo ¿no?, tiene que ser vista con respeto, ya lo dije, a las particularidades, las vulnerabilidades de cada región, de cada economía. Si EEUU entrega la astronómica cifra de mil millones de dólares por día de subsidio a su producción, como nos van a pedir a nosotros que abramos nuestras compuertas, vamos a morirnos. El desempleo aquí llegará al 90%. Van a quebrar todas nuestras pequeñas medianas empresas y agricultores, así no se puede competir. Entonces en esas condiciones, esa tesis del Libre Comercio absoluto es imposible de aceptar. Ah, claro, eso le conviene a los grandes para seguirnos inundando con su producción, porque nos ven como mercado, ellos a lo mejor calculan ¿cuántos son habitantes en Venezuela?; 23 millones más o menos, pueden consumir esto y para allá va. Pero no toman en cuenta que aquí también la gente necesita trabajar, que los agricultores necesitan sembrar, cosechar, que tenemos tierras y agua en condiciones suficientes incluso para autoabastecernos en cuanto a los rubros fundamentales de la alimentación no para seguirlos importando."

La CIA ejerce cátedra de democracia

George Tenet, jefe de una CIA en período de movilización total y "autorizada para matar", ha expresado -sin duda como director de ese gran centro de "estudios sociales" y de elaboración de proyectos políticos populares que es la Central de Inteligencia- sus reservas sobre el "concepto de democracia del presidente Chávez". Sin duda Tenet, jefe de inteligencia y de "operaciones encubiertas", funcionario de máximo nivel nombrado por un presidente que trampeó a fondo, para serlo, las elecciones más oligárquicas que cabe hacer en el mundo, encontrará dificultades en aunar criterios democráticos con el presidente Chávez, probablemente el político más veces legitimado en las urnas, y con mayor porcentaje de votos, del mundo.
Insistiendo en la idea central de que la revolución bolivariana no es del agrado de los Estados Unidos, Richard Boucher, alto cargo del Departamento de Estado, ha confirmado la existencia de "algunas preocupaciones sobre los desarrollos políticos, la presión hacia la oposición y, particularmente, la relación con la prensa" del gobierno de Chávez. Al parecer la aparición del presidente en algunos programas de radio y televisión públicas, en un país con unos medios casi absolutamente monopolizados por la oligarquía que sangró al país durante décadas y por sus representantes políticos -la Acción Democrática y el COPEI-, es motivo de escándalo imperial y de reflexiones sobre la necesidad de intervención. Sin duda hay pocas cosas tan intolerables como la disputa del monopolio que en la tarea de "creación de la opinión pública" tienen todas las oligarquías en el mundo.

El FMI respalda el golpe en Venezuela

Por si estas observaciones de disgusto no fuesen suficientes para indicar un hermoso camino de progreso social a los posibles golpistas civiles y militares en Venezuela, el propio Fondo Monetario Internacional ya ha expresado su complacencia. Pocas horas después de la proclama "democrática" del coronel Pedro Soto -antiguo edecán del ex presidente Carlos Andrés Pérez que fue depuesto de la máxima magistratura en 1993 por malversación de fondos públicos y condenado a prisión tres años más tarde- pidiendo la destitución del presidente constitucional y elegido Chávez, la institución financiera afirmó que no tendría problemas para "respaldar a un eventual próximo gobierno de transición" en el país latinoamericano.
La conspiración contra Chávez es evidente. Los EEUU, en cuyo nombre ha hablado el FMI, denuncian a Chávez y cínicamente le advierten que "debe respetar las instituciones democráticas, como todo el mundo", mientras alientan a los posibles golpistas. Sin duda consideran ya que el riesgo global en el continente ha crecido tan aprisa que es necesario restaurar el modelo corrupto y ruinoso, pero fiable, del bipartidismo compartido entre AD y el COPEI, y la política neoliberal. Volver en Venezuela al sistema del descalabro histórico, el mismo que también ha fracasado en Argentina.

El segundo escenario: en Argentina el sistema flota en el aire

De repente, el peor de los escenarios concebibles para el Imperio en América Latina, empieza a convertirse en probable. Un país entero adquiere rápidamente la conciencia de que todo un sistema económico y político ha fracasado de manera estrepitosa. Y que el fracaso consiste en la multiplicación dramática del número de pobres y de indigentes.

Perseverancia suicida

El hecho fundamental es que se reúnen dos factores tremendamente explosivos. Por un lado la crisis se deriva del propio funcionamiento del sistema que en su estructura económica ha operado sin oposición durante veinticinco años, y en su gestión política "democrática" lo ha hecho durante cerca de veinte. El programa económico neoliberal se ha desarrollado libremente, con continuidad y con consenso fundamental de las fuerzas políticas que han compartido el poder en estos años. Se ha privatizado la economía hasta extremos de pureza neoliberal y se ha desarmado de regulaciones proteccionistas o de garantía social todo el sistema económico. Los servicios esenciales han pasado a ser productos de mercado. Se ha liberado el mercado laboral y se han ajustado las plantillas, los contratos laborales y los salarios a las exigencias de la productividad. Argentina ha abierto fronteras y ha ajustado su moneda a la moneda del imperio. La crisis ha crecido a medida que avanzaba la "liberalización" de la economía, a medida que el modelo buscado, el modelo del futuro brillante, alcanzaba sus objetivos. El conjunto de recetas económicas, puntillosamente aplicadas, ha destruido el país a golpes de ciclos "liberalizadores" y el sistema político las ha impulsado -pese a las crecientes y aparatosas alarmas-, con perseverancia suicida hasta llegar a la total bancarrota.
Lo más asombroso, si no se tiene en cuenta la implacable vigilancia internacional y los enormes negocios que se han hecho durante la implantación del sistema neoliberal, es la enorme perseverancia en el mantenimiento de una política en la que se leía sin dificultad el desastre del momento y se anunciaba de manera irremediable un desastre mucho mayor para el futuro. Todos los factores de la gigantesca crisis final crecieron en Argentina durante años:
deuda externa, destrucción de la estructura productiva, caída de los ingresos públicos, destrucción de empleo, empobrecimiento masivo de la población, concentración cada vez más escandalosa de la riqueza. Y los políticos, guiados de la mano por el FMI, el G-8, el Departamento del Tesoro de los EEUU, y la UE, siguieron haciendo.

No hay chivos expiatorios

Toda la alternancia política se ha producido ya en la Argentina, todos los grandes partidos parlamentarios son parte germinal de la propia crisis. No hay relevo posible dentro del marco político del sistema. Esto quiere decir, y se trata de un factor totalmente nuevo, que no hay chivos expiatorios en una crisis que sólo ha explotado cuando la situación era ya catastrófica y cuando esa situación de catástrofe era sentida como tal por la inmensa mayoría de los argentinos.
Por otro lado, y éste es el segundo factor de la situación explosiva, la crisis ha venido acompañada de un enorme proceso de corrupción, creciente como la propia crisis, y que ha alcanzado a toda la clase política. En Argentina se ha producido un enorme expolio de la riqueza nacional apoyado por los partidos gobernantes. Alfonsín asumió la deuda pública de la dictadura genocida a pesar de su gestión escandalosa, y también la deuda privada. Menem vendió a precio de saldo la empresa pública. El modelo económico cuyo fracaso es indiscutible promovió una enorme y fraudulenta concentración de riqueza.

"Si se pelean algo queda"

La ciudadanía sabe que no se trata de un modelo político neutral y que hay una minoría de grandes triunfadores en el desastre colectivo: "Si tanto se pelean por el poder es que todavía algo queda" decía estos días una ciudadana argentina ante las cámaras de televisión. Es casi imposible hacer un mejor diagnóstico de la situación y de la responsabilidad de sus núcleos dirigentes.
El neoliberalismo ha hecho naufragar a la Argentina y, sin embargo, una de las características del modelo fracasado es que se concibe como único, carece de alternativas. La enorme crisis social que ha acompañado al desarrollo de una "economía abierta", marginación, desempleo, hambre, empobrecimiento masivo, delincuencia, no ha estado nunca en los balances de situación de los economistas y los políticos del sistema. Esto es también un elemento de la crisis del que ahora son muy conscientes los argentinos. La pobreza ha sido considerada por el sistema político de fidelidad neoliberal, como un residuo del funcionamiento del dios-mercado. El paro, la precariedad, los salarios infames, la disminución de las pensiones o su desaparición, el deterioro o la quiebra de los servicios públicos, eran elementos de un ajuste que realizaba cotidiana y libremente el mercado. La crisis social aguda parecía invisible. La "naturalidad" con la que convive con la pobreza más extrema, aunque ésta sea masiva, es otro de los rasgos del neoliberalismo. Eso fue así hasta que el número de pobres se multiplicó de manera catastrófica y hasta que la amenaza de una pobreza inmediata se ensañó con la clase media argentina. Entonces estalló la ira.

El factor mundo

La relación con el exterior ha sido un elemento fundamental en el desarrollo de la crisis y en su evolución hacia una catástrofe previsible. Ahora es un elemento más de profundización de esa crisis y de la negación de alternativas.
La economía saqueada desde el exterior tiene una deuda externa gigantesca. Y el exterior exige el pago como demostración de viabilidad de los planes económicos del gobierno.
El país está moribundo de ajustes y el exterior exige presupuestos equilibrados y, ante una recesión gigantesca, nuevos planes de ajuste.
El país está moribundo de fronteras abiertas, y arruinado en su sistema productivo, y el exterior denuncia con furia los intentos de protección.
¡Qué sola estás Argentina!