6 de octubre del 2002
El ex embajador de México en Cuba acusa al canciller Castañeda de fabricar "acciones subversivas" contra la Isla
Gerardo Arreola
La Jornada
En su último día como embajador de México, Ricardo
Pascoe envió el lunes una carta al presidente Vicente Fox, en la cual
asegura que deja el cargo ''en el umbral de una ruptura de facto'' con Cuba,
califica de ''irresponsable'' la política de la cancillería mexicana
hacia la isla y dice que se le quiso obligar aquí a ejecutar ''acciones
finalmente subversivas''.
En una de varias alusiones al canciller Jorge G. Castañeda, Pascoe dice:
''Aparte de irresponsable, esta política, que no comparto en absoluto,
representa un error histórico por parte de nuestro país. La política
exterior debe representar el interés del Estado y no el estado anímico
de quien la ejecuta''.
Se me quiso arrinconar...
Agrega: ''Para mí ha sido una sorpresa vivir, en carne propia, el
golpe de timón que México ha dado a las relaciones diplomáticas
entre los dos países. Se me quiso arrinconar a efecto de realizar una
serie de acciones finalmente subversivas que preten-dían llevar las relaciones
bilaterales a la ruptura diplomática''.
Pascoe no ofrece precisiones, pero este tramo de su texto parece referirse a
la política de la cancillería mexicana de sobredimensionar la
evaluación de la oposición interna en la isla y del exilio radical
anticastrista establecido en Miami.
''Cuando nos acercamos a los Estados Unidos, nos alejamos de Cuba y viceversa'',
dice Pascoe en la segunda página de su carta, en la que vuelve más
claramente contra Castañeda: ''Hay quienes sostienen que la soberanía
no vale nada en estos tiempos del nuevo Imperio Romano. Discrepo totalmente
de esta afirmación''.
Hoy ''más que nunca los pequeños y disputados espacios de independencia
deben ser no sólo defendidos, sino también nutridos y solventados.
Incluso, usados inteligentemente le son útiles a México para el
logro de sus objetivos nacionales. En esto estriba el diferendo que su cancillería
ha tenido conmigo en la relación con Cuba'', dice Pascoe, al despedirse
de Vicente Fox como integrante del actual gobierno mexicano.
El enfoque de Pascoe Pierce coincide en parte con el del canciller cubano, Felipe
Pérez Roque, quien el pasado fin de semana dijo a reporteros que en las
relaciones bilaterales ''ha habido un retroceso y se mantiene un nivel de frialdad''.
Ambas evaluaciones ratifican explícitamente la continuidad en el deterioro
progresivo que han tenido los vínculos entre los dos gobiernos poco después
del inicio de la gestión de Fox, en diciembre de 2000.
Pérez Roque confirmó el sábado a la prensa que México
pidió el beneplácito para que la representante alterna en Naciones
Unidas, Roberta Lajous, ocupara el cargo de embajadora, pero indicó:
''Lo estamos considerando y oportunamente vamos a responder'' a esa solicitud.
En horas de la noche, La Habana otorgó su anuencia para que Lajous ocupe
el puesto que Pascoe deja vacante en la representación diplomática
mexicana.
En tanto llega la nueva embajadora la legación estará encabezada
por un encargado de negocios, el diplomático Andrés Ordóñez.
Al iniciarse en 1994 el gobierno de Ernesto Zedillo, la misión mexicana
también quedó acéfala y sin titular designado, al terminar
su encargo Carlos Tello Macías. Unos seis meses más tarde llegó
el nuevo embajador, Claude Heller.
La actual espiral de tensiones cobró fuerza en marzo pasado, tras el
choque personal entre Fox y el presidente Fidel Castro en torno a la cumbre
de Monterrey. México ha hecho todo lo posible para impedir el diálogo
político, mientras que Cuba ha dejado de otorgar a su antiguo aliado
el beneficio de la duda para ubicarlo como parte del espectro de gobiernos hostiles.
La muestra más reciente es la todavía fresca contienda diplomática
que culminó la semana pasada con la elección de la argentina Mirta
Roses como directora general de la Organización Panamericana de la Salud,
en un proceso que parecía ganado para el candidato mexicano, Jaime Sepúlveda,
pero que tuvo un vuelco de última hora con la aparente influencia de
Cuba, como consignó La Jornada el domingo pasado.
En este terreno densamente minado, Pascoe quiso morir matando. ''A pesar de
mi empeño, en este momento estamos en el umbral de una ruptura de facto,
más no de jure, de las relaciones diplomáticas entre Cuba y México'',
señala el aún embajador en su carta.
Sin abundar, el diplomático refleja en su texto la tirantez realmente
existente en la actitud mexicana hacia la isla, combinada con expresiones formales
de normalidad. Su conclusión es convergente con la que daba el sábado
Pérez Roque, al rechazar que la tensión fuera responsabilidad
de La Habana: ''Hay escollos en el gobierno de México que, al menos hoy,
parecen tener la capacidad de vetar cualquier avance en las relaciones''.
Pascoe dice que en un documento que entregó a la Comisión de Relaciones
Exteriores del Senado, y luego a Fox, en diciembre de 2000, planteó su
visión de la política hacia Cuba y ''los compromisos básicos
de una sana y posible relación bilateral'', acorde con los intereses
de seguridad nacional de México. ''Entendí que estábamos
de acuerdo'', le dice al Presidente.
A escasas horas de dejar el cargo que ocupó durante 21 meses, Pascoe
manifiesta estar ofendido por ''la manera en que se quiso dañar mi imagen
pública con acusaciones falsas y amañadas sobre corrupción'',
referencia a la batería de cargos que primero le lanzó y luego
retiró sin mayor explicación el oficial mayor de la cancillería,
Mauricio Toussaint.
Pascoe señala en su carta que aceptó el cargo ''dando un debate
dentro de mi partido'' (PRD) y aboga por evitar represalias contra sus colaboradores
en la embajada. ''Por haberme permitido el honor de representar a mi país
en el exterior, le expreso mi más sincero agradecimiento'', dice finalmente.