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Latinoamérica

11 de octubre del 2002

¿Efecto Lula o coincidencia?

Octavio Rodríguez Araujo
La Jornada

La propuesta del candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, suscrita por el empresario nacionalista que aspira a la vicepresidencia, se inscribe en el marco del sistema capitalista, pero en un proyecto que tiende a frenar la dinámica neoliberal sostenida por Fernando Henrique Cardoso y que ha traído como consecuencia no sólo el aumento de la pobreza en ese país sino también el de las desigualdades sociales y económicas entre la población. Lo fundamental de la propuesta de la fórmula Lula-Alencar no es acabar con los mercados -dijo Da Silva-, sino la imposición de un modelo económico con énfasis en la producción y no en el dinero fácil del capital especulativo. La idea es disminuir no sólo la pobreza, sino también, no menos importante, las desigualdades sociales que han llevado a Brasil a ocupar el primer lugar mundial en este rubro (México ocupa el segundo sitio en desigualdad social según el Banco Interamericano de Desarrollo). Para llevar a cabo este proyecto se ha resuelto impulsar el crecimiento económico interno y ampliar el mercado, es decir, el número de personas que estén en condiciones no sólo de producir sino de consumir lo que el país produce. Esta ampliación del mercado interno implica, necesariamente, aumentar el número de empleos, mejorar los salarios directos e indirectos de la población más pobre e imponer impuestos progresivos al capital, de tal forma que se garantice la ganancia de los empresarios, sí, pero también la distribución de la riqueza producida.
Como puede apreciarse, no se trata ni de lejos de un programa socialista. Pero este cambio de rumbo, planteado por un ex obrero metalúrgico y un poderoso empresario textil, ha conquistado el apoyo de millones de brasileños, incluidos los militantes del poderoso Movimiento de los Sin Tierra, además de las alianzas partidarias que ya se están tejiendo para hacer ganar a Lula en la segunda vuelta electoral.
Hace 50 años, digamos, un proyecto como el propuesto por el PT en estas elecciones hubiera sido rechazado o por lo menos cuestionado, pues en aquellos tiempos todavía se pensaba en el desarrollo nacional que, por definición, suponía acciones muy semejantes a lo que ahora proponen Lula-Alencar, de llegar al gobierno. Pero hace 50 años las cosas eran distintas.
La globalización neoliberal que se impuso desde principios de los años 80 con Thatcher y Reagan en los gobiernos de Gran Bretaña y de Estados Unidos, respectivamente, ha provocado tal desastre en el mundo que los viejos tiempos se consideran mejores que los actuales, a pesar de que tampoco fueron buenos para la mayoría de la población mundial. La tendencia de ahora, según parece, es frenar el capitalismo salvaje de la globalización neoliberal, y en esta lógica se inscriben tanto los críticos sociales (de derechas y de izquierdas) del modelo, como muchos empresarios que también se han visto afectados.
¿Será casualidad? Puede ser. Pero a partir del triunfo de Lula en la primera vuelta electoral en Brasil, el Presidente mexicano declaró que será necesario el crecimiento interno de la economía, fortalecer el mercado interno, ampliar los créditos bancarios a las micro, pequeñas y medianas empresas (que son las que dan empleo al mayor número de mexicanos), así como extender los servicios de salud a toda la población e incentivar la inversión en infraestructura y en construcción de vivienda, hospitales y universidades. El argumento de Fox ha sido que la economía de Estados Unidos no parece estar en condiciones de estimular la nuestra. Pero este argumento, como tal, no parece ser muy sólido, puesto que hace dos semanas o cinco meses la economía estadunidense ya se encontraba en condiciones recesivas.
Como puede observarse, las propuestas de Lula como las citadas de Fox, aunque las declaraciones de este último se hayan dado en un escenario sin impacto mundial, tienen cierto parecido. Si creemos a Fox, pues no siempre es consistente en sus declaraciones, podríamos pensar que se intenta, al menos coyunturalmente, imprimirle algunas correcciones al modelo neoliberal que de entrada aceptó puntualmente desde el primer día de su gobierno. Si esta relativa vuelta de tuerca en materia económica y social obedece o no a los tiempos político- electorales hacia 2003, a las derrotas del Partido Acción Nacional en las pasadas elecciones estatales y municipales y a la baja de popularidad del presidente mexicano, lo importante es que se está dando y que quizá estamos en presencia de una restructuración del modelo hacia el futuro inmediato. Si no es el caso, pues tendríamos que reconocer que se trata de una simple coincidencia. Me inclino por aceptar esto último.