|
24 de abril del 2002
Victoria de la izquierda francesa
Oscar Grácia
La Haine
Después de tanta paranoia histérica con el grito de ¡que
viene el lobo!¡Qué viene el lobo! quizás es momento para darle
un par de vueltas a la situación política francesa.
Si se miran las cifras se pueden sacar unas cuantas conclusiones:
- Le Pen no aumenta prácticamente nada ni en votos ni en porcentaje (+1,86%).
- El segundo anterior partido de derechas (UDF) pasa del 18,58 al 6,9%.
- Chirac baja 1%.
- Los partidos socialista y comunista bajan (se hunde la 'izquierda') para aumentar
los votos de la extrema izquierda trotskista y revolucionaria que, sin contar
los Verdes (5,27 %) suman el 11% de los votos, quedando sólo a 5 puntos
de los socialistas.
- El aumento de la abstención (con muchas causas) engloba también
a la izquierda que está enfrentada a los métodos y sistema de
la 'democracia' representativa.
Estos puntos dan una visión diferente que los medios parecen no estar
interesados en dar, y ciertamente más preocupante que plantar cara a
un demagogo anticuado como Le Pen. No ha avanzado significativamente la extrema
derecha, sinó que lo que se ha producido es un claro retroceso de la
'izquierda sistémica' que ha dado fuerza a partidos más radicales
y revolucionarios de clase, independientemente de los movimientos políticos
y sociales que no quieren (no queremos) entrar en el juego demócrata-capitalista.
¿Por qué ocultan los partidos del sistema y los medios afines este dato?
El consenso que se está produciendo sobre el lema 'Hay que parar a Le
Pen', está dando argumentos a aquellos que no tenían nada que
ofrecer a una población a la que ni representan ni hacen caso.
Dos slógans se repiten con vistas a la 2ª vuelta y las legislativas que
vienen:
- 'Hay que parar a Le Pen'
- 'No podemos quedarnos en casa porque luego pasa lo que pasa'
Con este doble mensaje el partido socialista es el máximo beneficiado
al recuperar a los desengañados que prefieren plantar cara unitariamente
al fascismo volviendo al redil del socialneoliberalismo y los que, cansados
de una clase política autista y traidora, se quedaron en sus casas.
La derecha está también interesada pues la reagrupación
de la izquierda alrededor del partido colaboracionista es esencial para sus
intereses al desactivar los nacientes coqueteos revolucionarios de una parte
de sus votantes.
La salvación del 'voto útil' acabará con la verdadera amenaza
de un sistema capitalista: La unión de la clase trabajadora en lucha
por sus derechos, el peligro de adelantamiento radical por la izquierda del
partido socialista;de Le Pen nadie se acordará más que cuando
sea necesario para agitar la bandera del miedo otra vez.
La actitud de los medios de comunicación del estado siguen en gran medida
la 'vía francesa' pero adecuándola al contexto español,
básicamente reduciendo o minimizando el aumento de la izquierda revolucionaria
y magnificando el pase de Le Pen a la segunda vuelta transmitiendo a la población
el 'miedo y peligro' hacia todos los extremismos.
Que tengan éxito o no en su estrategia de replegamiento ante el 'enemigo'
quizás ya no dependa tanto de sus mentiras como de que realmente nos
demos cuenta, y difundamos la idea, que el fascismo moderno reniega de gente
como LePen, fácilmente identificables, y usa supuestas legitimidades
populares para mantener sistemas policiales opresores de la misma gente que
vota.
Es este fascismo de centro al que quiso combatir mucha de la gente que apoyó
a los partidos trotskistas franceses o a movimientos políticos alternativos
a la democracia, y ese es el camino que realmente amedrenta al Poder y que en
última instancia lo sustituirá. Somos millones y el planeta no
es vuestro.