La fantástica aventura literaria de Félix Martín Arencibia
Teodoro Santana
Cuando Félix Martín me dijo que el libro que iba a presentar era
de cuentos para niños, me quedé preocupado. Nunca antes me había
adentrado en la presentación de una obra de la llamada "literatura infantil"
o "juvenil". Así que podía estar metiéndome en camisa de
once varas.
Pero, claro, enseguida se da uno cuenta de que la cosa no es como nos pretenden
hacer ver los críticos y zahoríes literarios al uso. La buena literatura
es buena literatura, en poesía, en teatro, en ensayo, en ciencia-ficción.
O en narrativa para niños, como es el caso.
Por otra parte, en los últimos nueve años me he convertido en un
especialista en literatura infantil, ya que he tenido que leer muchos cuentos
a un crítico muy exigente: mi propio hijo.
Y también por ello me he tenido que transformar en un traductor simultáneo,
porque la amplia y desigual oferta de libros para niños están escritas
en otro habla distinta de la nuestra. Desde los traducidos desde otros idiomas
al español imperial a, lo que es peor, hasta los escritos por autores canarios
-o, al menos, nacidos en Canarias- están plagados de "vosotros", de "autobuses",
de "cubos", de "sois", de "estáis", de "embudos" y de "botijos".
Y, por supuesto, sobre la marcha hay que ir sustituyendo esas palabras para no
convertir a mi hijo en una persona alienada con respecto a su propia identidad,
en un analfabeto con respecto a su propia cultura. Ya produce bastante daño
el sistema educativo imperante en Canarias para convertirlo en un "infragodo",
en expresión tan certera de Víctor Ramírez.
Por eso, el primer y maravilloso disfrute que uno obtiene con la lectura de estas
"Fantásticas aventuras de una pandilla canaria", es el fluir natural de
nuestro habla, la forma de expresión de nuestra infancia, la recuperación
de nuestra principal seña identitaria porque, como explicaba el viejo Marx,
"el lenguaje es la expresión de la conciencia". Y, además, Félix
Martín lo hace con elegancia, sin caer en casticismos ni en tipismos forzados.
Escribiendo como habla, como hablamos, sin pedir perdón ni avergonzarse
por decir "ustedes", "guagua", "balde", o "fonil".
Por escribir para nuestros niños como niños canarios. Pero también
como hispanohablantes, miembros de una comunidad lingüística de más
de trescientos millones de habitantes en la que el "vosotros" y el "sois" no son
más que formas de un muy minoritario y raro localismo dialectal de determinadas
zonas de España. Y, sin embargo, desde la escuela a la Universidad, hay
godos e infragodos empeñados en convencer a nuestros niños y a nuestros
jóvenes de que esa es la forma "correcta" de hablar y de escribir, en lo
que no es más que puro colonialismo -y racismo- lingüísticos.
Ya sólo por esta razón, el libro de Félix Martín es
un auténtico tesoro para nuestros hijos. Pero, además, estas "Fantásticas
aventuras" tienen la excelencia de una literatura para todas las edades. Porque
se trata, por encima de todo, de un libro divertido y entretenido, que es lo mejor
que se puede decir de una obra literaria.
Las correrías de Yanira, de Rita, de Tanausú y de Rubén son,
efectivamente, aventuras. Aventuras bien tramadas e interesantes y, desde luego,
excelentemente resueltas, en las que el lector se embebe desde el principio. Podemos,
además, darnos cuenta que se trata de un viaje iniciático que va
desde Satautey hasta el Teide, el viejo Echeide, y en el que las distintas secuencias
de la acción se engarzan como una continua cinta de Moëbius desde
el ahora hasta nuestras raíces en los míticos "hombres cernícalo",
en eterna lucha con los "hombres buitre".
Este libro de Félix Martín posee la originalidad de una lectura
a distintos niveles, en distintas capas referenciales y simbólicas. Claro
que aquí no se trata de las referencias nórdicas y las claves de
"Harry Potter" o de "El Señor de los Anillos". Se trata de nuestros propios
símbolos, nuestra propia mitología, de nuestro subconsciente colectivo.
Por eso son sagradas para nosotros las montañas. Y por eso, Félix
Martín las hace hablar, les da vida propia, sentido, sabiduría.
Por eso, en este libro, el Roque Nublo y el Teide están a quince minutos
uno del otro, y toda la geografía de todas las islas es la geografía
de nuestra particular isla. Por eso también, los volcanes son personajes
de nuestra historia y habitantes de nuestro alma. Y por eso están llenos
de cuevas, de vericuetos o de personajes mágicos como ese delicioso y gigantesco
Muchaspatotas, que es un hallazgo como personaje.
Y hablando de personajes, hay que añadir también lo bien definidos
que están los protagonistas de la pandilla. No es de extrañar en
alguien que, como poeta, profundiza en la naturaleza humana y, como maestro, está
tan cerca de los niños.
Disfruten, pues, con estas "Fantásticas aventuras", regálenlas a
las personas que quieran, léanselas a sus hijos, a sus sobrinos Gracias
al autor por haber hecho este libro con los polvos mágicos de la Bruja
Coruja que, como todos sabemos a partir de ahora, es una bruja buena que se llama
Arminda. Gracias, porque su magia sirve para que sucedan hechos fantásticos.
Como que llegue a nuestras manos este maravilloso libro de Félix Martín
Arencibia. Gracias, muchas gracias.