Internacional
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Voltear a Bush
y su equipo, es la solución
Carlos Revello
La última ofensiva mediática de los círculos de la presidencia norteamericana, las "llamadas para convencer" a Alemania, Francia, Rusia y China, se han saldado con lo que todos sabíamos de antemano: Bush, no tiene más aliados concretos, que Inglaterra.
Ambos –lo saben hasta los niños de escuela- han estado bombardeando Irak desde el fin de la "guerra del Golfo" sin mayores resultados. En consecuencia, para fabricar victorias que no existen los medios de comunicación han pretendido insinuar que el presidente ha obtenido resultado en sus "llamadas".
Francia en lo último de la inteligencia mediática (rama que se especializa en hacer pasar –malabarismos del lenguaje- los rechazos, por posibilidades de aceptación), estaría dispuesta a cambiar de posición. Un simple pasaje por las declaraciones del presidente francés Chirac, arrumba todas estas victorias al desván de los trastos viejos. El Sr. Chirac ha declarado que "debe ser la comunidad internacional" la que dé el visto bueno. Es decir, exactamente lo que se ha dicho antes tanto por parte de Francia como por Alemania. Pero en sus nuevas declaraciones ha agregado algo más, especialmente interesante. Refiriéndose a las "acciones unilaterales" de los Estados Unidos en la escena mundial ha señalado: "¿Qué diría Ud. en el totalmente hipotético caso (¿hipotético?) de que China resuelva una acción preventiva contra Taiwan diciendo que Taiwan le significa una amenaza?".
Alemania por su parte, más irreductible, ha logrado algo muy preciado para el canciller Schroeder: aumentar sus cifras de prestigio electoral. Schroeder ha catalogado la guerra simplemente de "aventura".
¿En qué ha quedado entonces la ofensiva?
En una repetición de argumentos viejos en los cuales nadie cree, ni en Europa ni en los Estados Unidos. Y como la afirmación necesita pruebas vayamos a los hechos.
Scott Ritter ha viajado a Irak y ha declarado ante el Parlamento irakí, con atención de la prensa mundial y repercusión hasta en los noticieros europeos que hasta ahora no se habían atrevido a publicar este tipo de intervenciones. Este antiguo "marine", jefe de la misión de las Naciones Unidas en Irak, fue para verificar el desarme. La misión abarcó desde 1991 hasta 1998. Es decir, exactamente, 7 años. Ritter es también el hombre que denunció que la misión de las Naciones Unidas utilizó instrumentos y tecnología electrónica provista por CIA para hacer espionaje, utilizando como cobertura la inmunidad de los inspectores. Butler, el diplomático australiano en Irak, fue el hombre que se cubrió de vergüenza en el escándalo.
En Irak, ahora Scott Ritter, ha declarado lo siguiente: "Mi país está a punto de cometer un acto criminal contra Irak y he venido para tratar de evitarlo". El sábado pasado Ritter habría acusado –antes de llegar a Irak- al mismísimo ministro de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, de "mentir al mundo". Es obvio y evidente que Scott Ritter representa importántisimas fuerzas políticas que se mueven en los Estados Unidos para frenar a la administración norteamericana. Ritter, con sus declaraciones se ha cavado una fosa política permante entre sus colegas militares y ante todo el stablishement conservador y guerrerista norteamericano. Es un hombre representativo que los enfrenta y los acusa.
Pero lo fundamental no es el vaivén de las noticias ni el vaivén de los juicios y pronunciamientos a favor o en contra de la guerra. Lo que los círculos norteamericanos intentan –cuando enfrentan a Bush con medidas colaterales- es que el debate no tome estado público. Intentan jaquearlo, limitarlo, limarlo en su peores facetas. Se combaten entre bambalinas y ese el sentido de todas las declaraciones contra la guerra de poderosos representantes republicanos conservadores desde los generales de la guerra del Golfo hasta el mismo Baker.
Hay sin embargo otro opción: que la opinión pública norteamericana tome directamente cartas en el asunto; que esa opinión pública –particularmente sus sectores jóvenes y dinámicos- organicen contra Bush, Cheney, Rumsfeld y Ashcroft, la misma campaña que organizaron contra el presidente Nixon, también republicano, quien tuviera que dimitir.
No hay más salidas ante la "nueva guerra" que salir de las medias tintas. De lo contrario estaremos siempre a la espera de una nueva iniciativa guerrerista de esta administración, para cualquiera de las metas posibles que se han fijado.
Estados Unidos está en guerra con el mundo no sólo porque a través de las guerras practica, afila y perfecciona sus tecnología bélica y militar. Está en guerra porque la guerra afianza su voluntad de dominio planetario. Está en guerra también porque sus expertos han hecho sus cálculos y consideran que el petróleo es un recurso que se agota rápidamente y tienen necesidad de controlar sus fuentes en el Cercano Oriente, en el Cáucaso y en Central Asia. Están en guerra finalmente, porque es una manera de reactivar la economía, como se viene haciendo -desde Corea hasta la fecha- cada vez que hay recesión económica. Es a través de la guerra que pueden convocar a la ciudadanía norteamericana a cerrar filas y proseguir con el estrangulamiento de las libertades internas.
Todo ese círculo infernal puede romperse sólo a través de una voluntad pública norteamericana que salga del espectro político republicano y democrático. El sistema político podrá dividirse en torno a una guerra, pero no está dividido –por ahora- en torno a la filosofía de aplicar la guerra como solución a ciertos problemas de hegemonía. La guerra la practicó Clinton en Yugoeslavia y Kosovo, la guerra la reitera Bush en Afganistán y en Irak.
Esa concepción guerrerista se plantea solamente, romper la voluntad de la población a través del bombardeo de la infraestructura de uso civil; civiles sin agua, civiles sin hospitales, civiles sin electricidad. Es el crímen que se ha venido practicando desde después de 1991 hasta el 2002 por Inglaterra y por los Estados Unidos.
El último argumento encontrado por líderes de los Estados Unidos -que no convencen a nadie- es que es necesario un golpe preventivo. El argumento es de los más peregrinos posibles. Golpear militarmente sin pruebas, lo único que justifica es....el 11 de Septiembre!!! Es la política de "madrugar" al posible adversario por aquello "de que el que golpea primero golpea dos veces".
A esto se reducen todas las iniciativas norteamericanas. Un berengenal de contradicciones en todo momento y ante cada situación concreta. Así no puede establecerse un liderazgo internacional.
En medio de la crisis económica, que es antes que nada crisis de la economía norteamericana, pérdida de la hegemonía, acumulación de deuda así como quiebre fraudulento de empresas poderosísimas y de punta, las guerras no son ninguna solución. En Estados Unidos además de 6 millones de personas presas, 40 millones de personas sin techo y 46 millones sin asistencia médica, la guerra es la continuación de un orden interno y externo injusto.
Este hombre y su equipo subieron al poder bajo el slogan de que él era un "conservador con responsabilidad". Se ha demostrado hasta la saciedad que es un irresponsable sin los hábitos de trabajo elementales del mito conservador norteamericano. Es alcohólico, es drogadicto comprobado y confeso, es además un hombre sin legalidad valedera en su mandato. No hay más remedio que deshacerse de él; de él y de todo su equipo. Pero eso lo tiene que hacer el pueblo norteamericano. Levantarse y voltearlo; como a Nixon.
Carlos Revello
carlos.revello@chello.se