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Internacional

3 de agosto del 2002

'Los políticos siguen adelante con sus crímenes porque la mayoría de los americanos no saben de política más que yo. O menos."

Marilyn Monroe: ''Del caramelo, me toca siempre el palito''
José Steinsleger
La Jornada

El lunes 30 de julio de 1962, Marilyn Monroe hizo la última llamada al Departamento de Justicia. Interferido su aparato por la FBI, los registros telefónicos indicaron que la llamada duró ocho minutos. El domingo 5 de agosto, la señora Murray, ama de llaves, encontró su cadáver en la recámara.
Nunca se los vio en público. Pero múltiples investigaciones y testimonios han dado cuenta de las relaciones de Marilyn con los Kennedy. Entre los defectos hereditarios de John y Robert Kennedy sobresalían su debilidad por las mujeres. Bueno... no es que se trate precisamente de un defecto, a no ser que el trabajo de uno consista en ser procurador general de justicia o presidente de Estados Unidos.
''Debilidad" que les venía del papá, Joe Kennedy, quien en los años 30 sostuvo un idilio algo escandaloso con la actriz Gloria Swanson. John siguió la tradición familiar y Kim Novak, Rhonda Fleming y Janet Leigh fueron, cuando menos, sus amigas. Inclusive, el chismoso director de cine Joshua Logan aseguró que la ya madurita Marlene Dietrich fue sometida a un acoso discreto cuando el joven presidente la invitó a visitar la Casa Blanca.
Marilyn Monroe conoció a los Kennedy en casa de Peter Lawford, el cuñado drogadicto, casado con Pat Kennedy. Lawford era amigo de Frank Sinatra, íntimo del clan, quien presumía de ser ''socio" de Sam Giancana, heredero del trono de Al Capone en Chicago. Por su lado, el procurador Robert Kennedy se ilusionaba con acotar el poder del crimen organizado en Estados Unidos.
''Hija del pueblo''
Entre 1960 y 1962, fuerzas diabólicas empezaron a moverse alrededor de la bella. Los gángsters analizaron sus relaciones con los Kennedy y cuando Jimmy Hoffa, líder de la mafia camionera, fue interrogado ante el Comité de Inteligencia del Senado (1974), admitió que una de sus armas para neutralizar las acciones de Kennedy fueron las conversaciones de almohada grabadas por uno de sus pistoleros, un tal Rosselli. En 1963, el procurador quiso echarle mano a Rosselli. Pero entonces la Agencia Central de Inteligencia (CIA) le comunicó que no deseaba romper sus contactos con la mafia porque andaban en una serie de planes para asesinar a Fidel Castro.
Atormentada por una vida personal poco envidiable (fracasos amorosos, abortos, drogas), Marilyn trataba de suplir su obsesión por estar ''a la altura de...", anotando todo lo que oía en sus pláticas con intelectuales y políticos en un diario que la FBI incautó el día de su muerte.
Robert Slatzer, su amigo de toda la vida, sostiene que la causa que mató a Marilyn surgió cuando Bobby intentó alejarse de ella. ''Marilyn se volvió loca", aseguró Slatzer.
''Me mostró el diario en el que figuraban las conversaciones con Bobby, referencias a Cuba, la invasión de Bahía de Cochinos y su determinación de meter en la cárcel a Jimmy Hoffa", agregó.
José Bolaños, el amante mexicano, coincidió con la versión de Slatzer. Marilyn le habría dicho que Robert Kennedy se había enfadado con ella por haber cuestionado la política exterior de Washington en relación con Cuba y las intrigas para asesinar a Fidel. ''El procurador le echó en cara que era 'muy benévola con el comunismo'", sostuvo Bolaños.
La posición política de Marilyn estaba a la izquierda de los Kennedy. En los años del macartismo había defendido a su anterior marido, el dramaturgo Arthur Miller, deploraba su papel de sex symbol, admiraba a Nehru, líder indio tercermundista y junto a Shirley McLaine, Marlon Brando y Gene Kelly, patrocinó una política nuclear ''más sensata".
En conferencias y declaraciones públicas Marilyn se reivindicaba como lo que era: ''hija del pueblo". Subrayemos algunas:
''Los políticos siguen adelante con sus crímenes porque la mayoría de los americanos no saben de política más que yo. O menos."
''Nunca he sido una puta. Siempre me he mantenido a mí misma."
''He vivido con montones de cucarachas... enormes cucarachas de Hollywood."
''Del caramelo, me toca siempre el palito."
Así como el leopardo de la novela de Ernest Hemingway en Las nieves del Kilimanjaro, a medida que Marilyn ascendía a la cima del poder, más perdida se encontraba. Y aquel 30 de julio de hace 40 años cometió un error. Fuera de sí, llamó al procurador a su residencia privada de Virginia. Atendió Ethel, esposa de Robert. Seis días después se activó la cinta del despertador: ''Levántate Marilyn. Ya es la hora. Recuerda que debes tomar el avión a Nueva York..."
En 1956, en una fotografía en la que se la ve feliz el día de la boda con Arthur Miller, Marilyn escribió en el anverso: ''Esperanza, Esperanza, Esperanza". Pero el único de sus amores que asistió al entierro fue su segundo marido, el campeón de beisbol Joe Di Maggio, otro ''hijo del pueblo".