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18 de junio del 2002
Mumia Abu Jamal
Casapueblos
Es algo asombroso ver y escuchar a un presidente norteamericano en el extranjero, explayándose sobre las maravillas de la "democracia" americana.
Cuando un escritor escucha estas cosas, se pregunta casi inmediatamente, ¿quién eligió a la CIA?. Porque, si ha habido una agencia norteamericana que ha hecho más que cualquier otra por proyectar la voluntad de la clase dominante norteamericana en el extranjero, esa ha sido la CIA: un cuerpo que se ha convertido en un ejército invisible presente en virtualmente cualquier país del mundo, asegurando que la riqueza pueda continuar fluyendo a las arcas norteamericanas.
Cuando la mayoría de los pocos informados norteamericanos piensan en la CIA, lo hacen quizás en forma de una noble y sublime visión, inspirada por las bufonadas cinematográficas del principal espía inglés Bond, James Bond. Quizás los lectores más maduros piensan en bancos de oficinistas, leyendo toneladas de material, realizando el minucioso trabajo de lo que se ha llegado a denominar "inteligencia". Para ser claros, hay algo indudablemente de ello.
Pero existe otra cara de la CIA, una cuidadosamente escamoteada a la mirada norteamericana, que helaría hasta la médula de un alce de Alaska. El trabajo de la CIA, históricamente, no consiste realizar labores de inteligencia internacional, leyendo, analizando e interpretando para los políticos estadounidenses. Su trabajo es actuar.
Lo que los historiadores han aprendido en los últimos años sobre las hazañas de la CIA en el extranjero, se lee como un fichero de delincuentes que hasta la mafia podría desear mantener en secreto. En 1990, se supo que un "ejercito secreto" fue organizado durante la postguerra en Italia, para asegurar que el pueblo italiano no votara en formas que no fueran del agrado de los políticos de Washington. La CIA escondió arsenales de armas y explosivos por toda Italia. Ellos juntaron un ejército de 15.000 personas en la denominada Operación Gladio (gladio significa en latín espada), para golpear objetivos vitales y sabotear el gobierno italiano, si se atrevían a votar en contra de los intereses de Washington.
Ejércitos secretos similares fueron formados en otras naciones europeas, como Francia, Países Bajos, Alemania Occidental y otros, el último dirigido por antiguos oficiales de las SS, que trabajaron a las órdenes de sus aliados americanos.
Hablemos de los nazis. Los historiadores informan ahora que uno de los más importantes e influyentes elementos que participaron en la fundación de la CIA norteamericana, fue algo denominado la Organización Gehlen, integrados por agentes de la seguridad hitleriana bajo el mando del general Reinhard Gehlen.
Cuando el general Gehlen se rindió a los americanos, les habló de sus dossiers secretos. Y así, llegaron a un "acuerdo de caballeros", y la organización Gehlen fue fundada y comenzó a trabajar para los americanos. Gehlen convenció a los americanos de que los soviéticos estaban preparados para atacarles.
Según Mark Zepezauer, autor de "Los grandes golpes de la CIA" (Odinian Press, 1994), "Gehlen incluso se aseguró de tener la aprobación para su acuerdo del sucesor de Hitler, Almirante Doenitz, quien estaba en un agradable campo de prisioneros de guerra para VIPS en Weisbaden, Alemania. Durante casi diez años, la organización Gehlen fue eventualmente la única fuente de inteligencia de la CIA sobre la Europa del Este. Luego, en 1955, se integró en la BND (equivalente alemán de la CIA) que, naturalmente, siguió cooperando con la CIA".
Con semejantes raíces en Europa, ¿cómo podría ser de otro modo en las Américas?. ¿Y en África?, ¿o en Asia?.
Los norteamericanos no se preocupan una pizca por la democracia. Ellos derriban gobiernos que nos les gustan, sobornan políticos y compran a partidos políticos, y cuando esto no funciona, simplemente los eliminan con los líderes a los que se oponen.
Y esto no es algo aislado de los 50 o los 60. ¿No habéis oído hablar de los llamamientos para derribar a Saddam Hussein?. Los Estados Unidos se han visto forzados a mitigarlos, a causa de la alarma expresada por los aliados europeos, aunque parece claro que siguen manteniendo el objetivo.
Lo que estamos contemplando es la democracia imperial de los mandatarios estadounidenses, que determinan que líder mandará en cada país, independientemente de los deseos que el pueblo de dicho país pueda tener.
¿Qué hay de "democrático" en esto?. Es la democracia de la hipocresía.
1 de junio de 2002.
(traducción: Casapueblos).
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