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12 de junio del 2002
¿Por qué sigue existiendo la OTAN?
José M. Núñez García
Assemblea d'Insubmis*s de Barcelona
La OTAN es una alianza militar que nació con el objetivo de extender el capitalismo por todo el planeta. Ese es su origen y su finalidad y por esa razón sigue existiendo. Es por eso que aunque haya desaparecido la razón primera de la existencia de la OTAN, que era el mundo bipolar y la amenaza comunista, la Alianza no ha alcanzado su objetivo. De todas formas aunque lo consiguiera no desaparecería porque entonces sería el garante de esa hegemonía. Para ello la OTAN ha de renovarse, como todas las estructuras del capitalismo, y cambiar el discurso oficial, la manera de funcionar y crear nuevos enemigos a combatir. La OTAN es un instrumento más de los países capitalistas occidentales para asegurar el funcionamiento del sistema y las relaciones económicas mundiales preservando sus intereses en cualquier lugar del mundo. Ante esto, cualquier justificación es utilizada para acallar a la opinión pública interna, ya a través de misiones llamadas humanitarias o la lucha contra el terrorismo internacional.
"No debemos conformarnos con haber ganado la guerra fría. Tenemos que ganar el futuro."
Manfred Woerner (1)
La caída del muro de Berlín y el desmantelamiento del Pacto de Varsovia parecieron fechas abiertas a la paz, al desarme y al fin de la política militar de bloques. El contexto político cambió bruscamente desde la caída del muro. En todas las épocas de cambio, las estructuras de poder y sus instrumentos de control se reforman para sobrevivir y mantener el status quo. La OTAN también debía adaptarse a los nuevos tiempos y ya desde la cumbre de Londres'90 asumió un nuevo enfoque basado en el fortalecimiento de su dimensión política y en la revisión de su doctrina y estrategia militar.
Entonces se empezaban a invocar nuevos peligros que justificaran la permanencia de la Alianza: "La visible reducción de la amenaza soviética ha llevado a algunos a asumir que nuestra única razón para permanecer en Europa durante los últimos cuarenta años fue contener a la URSS. Este sería uno de los más profundos errores estratégicos de la presente generación. La reducción de la amenaza soviética no puede ser la causa de retroceso a una situación donde predomine un balance inseguro de poderes o un resurgir de las rivalidades nacionales y de las tensiones étnicas"(2).
En este sentido la guerra del Golfo y el comienzo de los enfrentamientos en la antigua Yugoslavia dieron argumentos a la OTAN para justificar su existencia. La cumbre de Roma'91 volvía a afirmar el papel central de la OTAN en la seguridad de Europa. Es también cuando se comienza a cambiar el discurso oficial pasando del papel defensivo de la Alianza al intervencionista. Nuevos objetivos exigen nuevas metodologías y se habla de las operaciones fuera de zona.
Este cambio de discurso es asumido por la OTAN y en general por todas las estructuras militares de Occidente. Así, la pregunta sobre la existencia de la OTAN tendría que ser respondida por aquellos personajes que no tienen ninguna voluntad para que ésta desaparezca, antes al contrario. Bush dice que la OTAN es "más necesaria que nunca" en referencia a la lucha contra el "terrorismo internacional"(3). José María Aznar y Tony Blair han propuesto una reforma de la OTAN para que la Alianza pueda hacer frente de manera "eficaz" a las "nuevas amenazas" que suponen el terrorismo y las armas de destrucción masiva. Aznar y Blair también proponen que en la próxima cumbre en Praga la OTAN apruebe una declaración que permita que "los medios de la Alianza y de las fuerzas de sus miembros, puedan usarse flexiblemente donde quiera que sean necesarios"(4). Con ello nos vienen a decir que la OTAN no va a desaparecer sino que la quieren usar de manera "flexible" para que sus objetivos de control del planeta entero se vean satisfechos.
El capitalismo es una ideología expansiva y tiene la voluntad de imponer sus valores políticos, económicos y culturales a todo el planeta. La OTAN sigue existiendo porque es un instrumento más del sistema capitalista y desde sus orígenes es una organización encargada de salvaguardar el sistema político y económico hegemónico en el planeta frente a otros que se atrevan a sustituirlo.
El actual ministro de defensa español, Federico Trillo, en referencia a la nueva OTAN, sitúa a las "nuevas amenazas" frente a los valores de libertad, derechos humanos y democracia que "sustentan más que nunca a la Alianza". También afirma que después del 11 de septiembre ha quedado de manifiesto que "no sirve ya basarse sólo en consideraciones geopolíticas, sino sobretodo en soportes ideológicos"(5). Estas palabras confirman que la OTAN está al servicio de una ideología y por eso ha de seguir existiendo.
Otro instrumento de supervivencia de todo sistema es la propaganda. Entonces para justificar de cara a la opinión pública interna la voluntad de hegemonía mundial hay que recurrir a la propaganda para fomentar la adhesión de la población. "No hay que menospreciar el papel de los medios de comunicación en las actuales intervenciones; sin el moderno armamento éstas serían impensables, pero sin una opinión pública interna que las apoye o se calle tampoco se podrían realizar. Los ejércitos son conscientes de la importancia de los mass media y cuidan mucho esta faceta en los tiempos de paz y, especialmente, en los de guerra."(6).
En la estrategia actual, las misiones humanitarias constituyen un objetivo secundario, pero muy importante por la legitimación que otorga al intervencionismo militar y a la OTAN. "Las motivaciones de las intervenciones humanitarias suelen presentarse en Occidente con un impresionante despliegue publicitario, lo cual ya debería ser motivo de recelo. Esas actuaciones dejan entrever unos intereses destinados a dotar de legitimidad a los ejércitos occidentales y a su capacidad de intervención en cualquier punto del planeta"(7).
Este ejercicio de rentabilidad ya lo afirmaba el ministro de defensa español en 1995: "La contribución de España a las misiones internacionales de paz y de ayuda humanitaria ha convertido a nuestros cascos azules en un elemento importante de nuestra política exterior y ha puesto de manifiesto la capacidad de nuestras fuerzas armadas para actuar lejos de nuestras fronteras y, además, de hacerlo coordinadamente con nuestros amigos y aliados. Ha servido también para poner de relieve la importancia de la colaboración de los ejércitos con las organizaciones civiles de ayuda humanitaria, especialmente con las ONG, colaboración que creo que nos ha enriquecido a unos y otros"(8). Así, las misiones llamadas humanitarias sirven para un fin interno que no es el de solucionar los conflictos exteriores, sino el de legitimarse ante la opinión pública del propio estado.
En el caso español, se trata de legitimar un ejército que nunca fue apoyado masivamente por la población. "La opinión pública española y occidental están recibiendo una imagen altruista de sus fuerzas armadas acudiendo en ayuda de la población bosnia bajo la bandera de las Naciones Unidas. (…) Bosnia se convierte en motivo de una vasta campaña de imagen. (…) Bosnia es la hermosa lavandería que la maltrecha imagen del ejército tanto necesitaba"(9). La OTAN sigue existiendo porque no se ha creado un movimiento de rechazo tan amplio como para poder cuestionarlo ante los gobiernos estatales.
Pero esos no son los únicos objetivos de la intervención militar. En febrero de 1996, el secretario general de la OTAN, Javier Solana, explica alguno más sobre la reconstrucción de Bosnia: "Lógico es que quienes hemos estado trabajando por la paz allí con nuestros soldados, también tengamos un reconocimiento de ese esfuerzo desde el punto de vista económico para nuestras empresas y, al fin y al cabo, para el empleo de España"(10). De estas palabras puede deducirse uno de los diferentes intereses a la hora de intervenir militarmente en un conflicto como el de Bosnia al servicio de los cuales está la OTAN.
La OTAN es un instrumento más del poder de Occidente para asegurar que el sistema funcione y las cosas no cambien substancialmente. La Secretaria de Estado norteamericana en 1997 afirmaba: "Los intereses vitales de EEUU determinarán dónde será necesario usar la fuerza militar si eso se revela necesario"(11). La solución militar de los conflictos se presenta integrada en una solución global que incluye múltiples aspectos (económicos, sociales, políticos…) para dominar regiones, repartirse mercados, obtener recursos y, en definitiva, imponer un sistema favorable a las potencias hegemónicas.
La mayoría de guerras en que Occidente está implicado permiten a sus multinacionales acaparar más riquezas estratégicas y más mercados. Poco antes de los bombardeos sobre Yugoslavia un diario norteamericano decía: "Para que la globalización funcione, América no debe tener miedo a actuar como la superpotencia omnipotente que es. La mano invisible del mercado no funcionará nunca sin un puño oculto. McDonalds no puede ser próspero sin McDonnel Douglas, constructor del avión F-15"(12).
Así, una de las labores de los estados neoliberales seguirá siendo garantizar las condiciones adecuadas para que el mercado internacional pueda seguir funcionando manteniendo la relación de poder entre el centro y la periferia. "Políticos y medios de comunicación gustan de olvidar que la OTAN es una alianza de seguridad de algunos de los países más ricos del planeta y que, en su calidad de tal, defiende con obscenidad los intereses de aquéllos. Así las cosas, su compromiso con la 'democracia' es meramente coyuntural, mucho más consistente se antoja, en cambio, su vinculación con las explotaciones y exclusiones económicas"(13).
Desde los centros de poder se es plenamente consciente del papel imprescindible de los instrumentos militares de represión para que el proceso de dominación económica mundial sea factible. "Para asegurar que la industria armamentística y los ejércitos sean efectivos se les sigue dirigiendo desde el estado (vía organización y/o financiación) y se les deja exentos de las actuales corrientes liberalizadoras"(6).
En la reciente guerra contra Afganistán la prensa acabó explicando una de las claves ocultas de la intervención norteamericana: controlar la región y los recursos energéticos que posee. Esta vez la justificación fue la lucha contra el terrorismo. El terrorismo internacional es un viejo enemigo de Occidente que ya fue utilizado por Reagan en su política de agresión en Centroamérica, África u Oriente Medio. El enemigo es una construcción creada para unos determinados fines políticos y en este caso para justificar y legitimar una agresión militar que responde a otros muchos objetivos.
El plan estratégico de EEUU de 1993 ya recogía la posibilidad de acciones militares más allá de las fronteras de este país para el "control de armas de destrucción masiva", "regulación de inestabilidades", "control de fuentes energéticas" y cuando los "intereses económicos estadounidenses se viesen amenazados".
Tras el fin de la guerra fría la OTAN necesita nuevos enemigos para justificar su existencia y poder defender esos objetivos que están bastante alejados de la salvaguarda de la democracia, la libertad y los derechos humanos. Así, en paralelo al desarrollo del discurso intervencionista, se ha ido buscando el sujeto del que "defenderse". "En contra de lo que había ocurrido con el Pacto de Varsovia ahora no se dibuja un enemigo concreto, sino difuso. Así, de lo que se habla es de 'amenazas' y éstas abarcan desde el fundamentalismo islámico, a las dictaduras agresivas (o no sumisas) de la Periferia, pasando por el terrorismo internacional, los nacionalismos emergentes, el control nuclear y de fuentes de materias primas estratégicas o los flujos migratorios. Es decir, una indefinición que permite intervenir prácticamente donde y cuando se desee"(6).
Y es que la guerra no sólo es un instrumento de dominación ni de defensa de los intereses económicos de Occidente. La guerra por sí misma es un gran negocio. Conflictos como el de Kosovo o Afganistán han servido de escaparate para las últimas innovaciones tecnológicas. Noam Chomsky explica: "Al final de los bombardeos contra Serbia, la prensa económica declaró como 'los verdaderos ganadores' a la industria militar occidental, refiriéndose principalmente a la industria de tecnologías punta" (14).
Para responder adecuadamente al porqué de la existencia de la OTAN hay que tener claro para qué sirve y cuál fue su origen. En el caso del estado español la entrada en la OTAN, así como en el resto de instituciones occidentales, supuso un aval político para el régimen posterior a 1975. La OTAN y todas sus justificaciones para seguir existiendo sirven al estado español como excusa para destinar recursos humanos y económicos a la guerra y así mantener un sistema injusto y desigual de reparto de riquezas. La OTAN también sirve como protectora de los intereses económicos españoles allá donde se vean afectados.
La OTAN sigue existiendo porque sigue protegiendo la democracia, la libertad y los derechos humanos tal y como los entienden las clases dominantes de los estados occidentales. Esa es su intención para el futuro y es lo que siempre han hecho. "No se trató nunca de una alianza defensiva, tampoco de una organización garante de los derechos como la libertad y democracia: desde el primer momento tuvo como socios a dictaduras como Portugal y Turquía o a la Grecia de los coroneles; participó, alentó y toleró golpes de Estado de extrema derecha; realizó actividades terroristas, trágicamente comprobadas, como la Red Gladio en Italia y en otros países europeos para desestabilizar procesos democráticos avanzados" (15).
10 junio 2002
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NOTAS
1.- Manfred Woerner, secretario general de la OTAN en 1991, "La OTAN tras la Cumbre de Roma", Política Exterior 1991/2, Vol.V, núm.24, pág.66.
2.- James Baker, Secretario de Estado de EEUU en 1991, "Nuevas oportunidades para Europa", Revista Española de Defensa, julio-agosto 1990, pág.113.
3.- G. Bush, durante la cumbre OTAN-Rusia en Roma 2002, El País 28 de mayo 2002: "La OTAN es más necesaria que nunca. Tenemos que compartir las informaciones, seguir pistas, evitar que los asesinos actúen y arrestarlos. La OTAN permite eso".
4.- EFE, 2 junio 2002
5.- Federico Trillo-Figueroa, "La nueva OTAN". El País, 6 de junio 2002
6.- Luis González Reyes, "El intervencionismo de los noventa Los ejércitos como gendarmes mundiales del capitalismo", Cuaderno de materiales de Ecologistas en Acción. Agosto 2000.
7.- Movimiento de Objeción de Conciencia de Madrid "La OTAN de la Posguerra fría" en Las viejas mentiras de la nueva OTAN. Págs. 46-102. Ed. Plataforma contra la OTAN de Madrid. Madrid 1997.
8.- G. Suárez Pertierra, "Misiones de paz y ayuda humanitaria", El País, 11 de noviembre de 1995.
9.- Xabi Agirre: "El antimilitarismo ante la guerra justa. Crónica de un insumiso en el infierno de Bosnia" en J.A. Herrero Brasas: ¡Rompan filas!, págs.354-355.
10.- "El papel de España en la Alianza es espléndido", entrevista con Javier Solana, Revista Española de Defensa, febrero de 1996, pág.54
11.- Madeleine Albright en The Washington File, 8 de enero de 1997.
12.- New York Times, 28 de marzo de 1999.
13.- Carlos Taibo, "Acumulando desafueros: la OTAN y su ampliación" en Las viejas mentiras de la nueva OTAN, págs.175-186. Ed. Plataforma contra la OTAN de Madrid. Madrid 1997
14.- Noam Chomsky. "La OTAN en Kosovo". Del epílogo de la traducción francesa de El Nuevo Humanismo Militar (Common Courage, 1999; Page Deux Lausanne, 2000).
15.- Manuel Revuelta, "Pax Americana" en Las viejas mentiras de la nueva OTAN. Págs. 143-145. Ed. Plataforma contra la OTAN de Madrid. Madrid 1997.