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Internacional

21 de junio del 2002

Graduados de Fort Benning participaron en los regímenes más corruptos de América Latina, pero el Congreso sigue financiando la escuela.

Enfrentamiento con la Escuela de las Américas
Rvdo. Charles Booker-Hirsch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Desde la tragedia del 11-S, nos hemos enterado de algunas de las cosas que Osama bin Laden enseñó a su organización al-Qaeda para convertirla en un formidable centro terrorista. Ninguna organización mediática, que yo sepa, se atreve, sin embargo, a discutir actualmente cómo durante más de cinco décadas –las últimas dos en nuestro propio suelo– nuestro gobierno ha estado operando sistemáticamente una escuela terrorista mucho más sustancial.
Establecida en Panamá en 1946 como una cabeza de puente hemisférica de la Guerra Fría, la Escuela de las Américas del ejército de EE.UU. [SOA en sus siglas en inglés], que opera exclusivamente entrenando oficiales militares latinoamericanos, fue trasladada a Fort Benning en Columbus, Georgia, en 1984. Ha graduado a más de 60.000. Estos incluyen al hombre fuerte de Panamá Manuel Noriega, y al dictador boliviano Hugo Banzer, a los asesinos de un arzobispo, de un obispo, de seis curas jesuitas y de cuatro monjas estadounidenses; y a innumerables verdugos militares responsables, literalmente, de las muertes de cientos de miles.
Desde 1989 a 1993 trabajé junto con incontables cantidades de refugiados centroamericanos que huían de dictaduras militares de facto y escuché las vívidas historias de persecución que habían sufrido. No era una coincidencia que la mayoría de los graduados de la SOA en esos años provenía de los países centroamericanos de Guatemala y El Salvador. En la actualidad, la mayoría de los reclutas son traídos de Colombia, país en el cual hemos inyectado más de 2 millones de dólares de ayuda militar por día durante los últimos dos años, para una cortina de humo llamada "guerra contra la droga" para proteger intereses empresariales, que sólo ha servido para exacerbar la guerra civil de 40 años que existe en ese país. Hace sólo dos semanas, una pequeña mayoría en la Cámara de Representantes autorizó que ese dinero "para la erradicación de la droga" pueda ser utilizado abiertamente en las operaciones de contrainsurgencia. ¿Hay alguien que se acuerde de Vietnam?
En 1996, el Pentágono fue obligado a publicar los manuales de entrenamiento utilizados en la escuela, en los que se abogaba por el uso de la tortura, de la extorsión y de la ejecución, según la organización de control The School of the America´s Watch. Incluso después de que estos fueron publicados, los funcionarios de la defensa continuaron señalando que la mayoría de los graduados de la escuela no habían cometido la multitud de abusos de derechos humanos contra los millones de refugiados que huyen de la tragedia provocada. Puede que sea verdad. Al mismo tiempo, durante los últimos 55 años, la mayor parte de los oficiales militares latinoamericanos que efectivamente ordenaron esos abusos aprendieron bien sus lecciones a través de nuestra SOA apoyada por nuestros contribuyentes.
Después que la Cámara de Representantes votó terminantemente por el cierre de la escuela en 1999, un comité de conferencia de la Cámara y del Senado votó 8 contra 7 por mantenerla abierta, siempre que la escuela cambiara de nombre a –fíjense– Instituto de Cooperación en la Seguridad del Hemisferio Occidental (WHISC). Incluso los defensores de la SOA no vieron diferencia alguna en el tan promocionado cambio de nombre. El difunto Senador por Georgia. Paul Coverdell aseguró a sus electores que el cambio de nombre era "un cambio cosmético," y el Ledger-Inquirer de Columbus, Georgia, estuve muy de acuerdo en un reciente editorial. Nombre distinto – la misma vergüenza. Doublespeak orwelliano, ¿se acuerdan? Por favor únanse a mí y a numerosas confesiones tales como la iglesia presbiteriana para urgir a dirigentes tales como nuestro distinguido senador Carl Levin, Presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, para que clausuren la SOA/WHISC y discontinúen el "Plan Colombia". La ironía es de nuevo que, en medio de nuestra actual guerra contra el terrorismo en tierras orientales, entrenamos y enviamos cada año una multitud de futuros terroristas a tierras meridionales. ¿Han oído hablar de una hipocresía parecida?
El Rvdo. Charles Booker-Hirsch es pastor de la Iglesia Presbiteriana de Northside de Ann Arbor. Fue uno de los 43 acusados en abril por traspasar ilegalmente en Fort Benning durante lo que describe como una acción solemne de desobediencia cívica no violente en noviembre pasado. El juicio de los "43 de la SOA" ha sido fijado para el 8 de julio en el Tribunal del Distrito en Columbus, GA.