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10 de junio del 2002
Carlos Montemayor
www.attacmadrid.org
El pasado 27 de marzo la Suprema Corte de Estados Unidos emitió un fallo particularmente significativo en este momento de modernidad global: legalizó una nueva forma de esclavitud. El fallo se aplica a todos los trabajadores "ilegales".
Los trabajadores "ilegales" o indocumentados son millares de personas que no gozan de cabal protección de sus derechos laborales, pero que son solicitadas y recibidas por numerosas fuentes fabriles, agrícolas, turísticas o domésticas de Estados Unidos. Son trabajadores a quienes se les rechaza la legalidad de su trabajo, pero no su trabajo. Son trabajadores, no delincuentes ni terroristas ni un cáncer, como el gobierno mexicano afirmó recientemente. Con el fallo emitido por la Suprema Corte de Estados Unidos seguirán trabajando como indocumentados, pero ahora sin garantías laborales y humanas; serán los nuevos esclavos del siglo XXI y del tercer milenio. Lo significativo es que esto ocurra en la cumbre judicial del país que se autodesigna el defensor de la democracia en el mundo.
La Suprema Corte de Estados Unidos dictaminó que los trabajadores indocumentados no tienen derecho a demandar a empresas que hayan violado la ley por despedirlos o castigarlos al ejercer sus derechos básicos. Lo resolvió así en el caso del trabajador mexicano José Castro, cesado junto con otros tres obreros por la empresa Hoffman Plastic Compound en Paramount, California, en 1989.
Jim Cason y David Brooks, corresponsales de La Jornada, informaron que la Junta Nacional de Relaciones Laborales había dictaminado que los derechos de Castro fueron violados y ordenó que se le pagaran salarios caídos y que fuese recontratado. Los tribunales apoyaron la orden de la Junta, pero la Suprema Corte no compartió estas decisiones.
Con este motivo, los corresponsales entrevistaron a Arturo Rodríguez, presidente del United Farmworkers of America, el sindicato de jornaleros fundado por el líder chicano César Chávez, quien declaró que los patrones ahora buscarán contratar a más indocumentados sabiendo que no gozan de protección legal: "Esto elimina para los trabajadores el derecho de enfrentar a sus patrones... los sitúa casi en condiciones de esclavitud, ya que no tienen recursos para defenderse".
La política económica impuesta en el mundo a partir de la década de 1980 ha producido un desmesurado avance de la pobreza, un proceso acelerado de concentración de la riqueza en ciertas regiones del planeta y en ciertos estratos sociales de cada una de las economías nacionales. Esta nueva pobreza supone otra idea de humanidad: la libre circulación de capitales y mercancías, pero no la libre circulación del trabajo. Se abren las fronteras a las inversiones, pero se cierran a la inmigración.
Sin embargo, es imposible cerrar fronteras. Llegan asiáticos y mexicanos a Estados Unidos, llegan asiáticos a Europa, llegan magrebíes y saharianos a España, llegan nigerianos y argelinos a Francia, llegan kurdos a Alemania. Este flujo permanente va abriendo de manera lenta las fronteras a contracorriente de lo que el modelo actual globalizador establece o supone. Por ello, en los países del llamado primer mundo hay una creciente violencia cultural, laboral, racial, económica y jurídica contra las minorías: sean turcos, población negra, minorías asiáticas o hispanas. La discriminación racial forma parte de una más profunda gama de exclusiones sociales que invaden áreas políticas, económicas y jurídicas. Otra idea de ser humano surge ahora cuando regiones enteras se tornan prescindibles en la economía del mundo.
Con la esclavitud de regreso en Estados Unidos, se está enviando un mensaje importante al mundo empobrecido. O mejor, a países como el nuestro. El mensaje explica en qué consiste la modernización de las legislaciones mundiales en materia laboral. En apariencia, el modelo globalizador sólo se proponía abaratar la contratación y sobre todo el despido de trabajadores. Ahora vemos que se trata de abaratar el trabajo en todos los órdenes, en el trabajador "legal" y en el trabajador "ilegal". La mayor modernización tenía que ser, por tanto, la esclavitud. ¿Tenemos que aplaudir este modelo de modernización laboral?¿Esta es la modernización que nos espera?
*Fuente: Correos para la Emancipacion: ww.geocities.com/correosparalaemancipacion