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25 de junio del 2002
Trabajadores de Coca Cola de varios países denuncian represión, secuestros y asesinatos
Pascual Serrano
En una iniciativa sin precedentes, los sindicatos de los empleados de
la multinacional Coca Cola en Colombia, Venezuela, Zimbabwe y Filipinas iniciaron
el pasado 17 de abril movilizaciones destinadas a denunciar las constantes violaciones
de derechos humanos por parte de la dirección de la empresa. Mediante
una campaña internacional denuncian la represión que sufren los
representantes sindicales y piden que Coca Cola firme un protocolo que garantice
el respeto a sus derechos en todas las fábricas de la multinacional.
Testimonios abrumadores
Javier Correa, el secretario general del Sindicato Nacional de los Trabajadores
de la Industría de la Alimentación de Colombia (SINALTRAINAL)
ha denunciado la violencia sufrida por varios representantes sindicales en los
últimos años. Su organización forma parte de la acusación
presentada por varias asociaciones y sindicatos americanos contra Coca-Cola
y su proveedor colombiano, Panamco Colombia S.A. Esta denuncia, que incluye
malos tratos, raptos y asesinatos, provocó en Colombia una nueva ola
de represión contra los sindicalistas de la multinacional
Por su lado, José Francisco Argueta de la Cruz, responsable del Sindicato
obrero de Coca- Cola en Guatemala (STECSA), denunció amenazas sobre su
sindicato, la precarización extrema del empleo y la fuerte presión
para bajar los salarios.
En la asamblea general de Coca-Cola, algunos miembros de congregaciones religiosas
y de asociaciones de solidaridad y accionistas minoritarios, pidieron la adopción
de un código de conducta, garantizando el respeto de las normas fundamentales
del trabajo en todos los centros de producción de Coca-Cola. Aunque consiguieron
pocos apoyos, la denuncia sirvió para conocer la situación de
los empleados de Coca-Cola en el mundo entero.
En su defensa, la sociedad Coca-Cola argumenta que la mayor parte de los obreros
que producen y embotellan la famosa bebida gaseosa no son empleados directamente
por ella, sino mediante empresas subcontratadas, lo que les exime de responsabilidad
alguna sobre sus condiciones laborales.
Lo que no dice la multinacional norteamericana, con base en Atlanta, es que
la casa matriz forma parte del accionariado de sus empresas franquiciadas. Además,
tal y como impone a sus proveedores un pliego de condiciones muy estricto sobre
los procedimientos de fabricación y los criterios de "calidad" del producto,
podría hacerlo sobre las condiciones sociales y laborales de los trabajadores.
La Unión Internacional de Asociaciones de Trabajadores de Alimentos y
Ramos Afines (UITA) ha pedido a Coca-Cola negociar un protocolo de acuerdo global
que implicase a todas las sociedades y los subcontratistas. Iniciativas similares
existen en la industria agroalimentaria.
Starbucks, uno de los lideres de la industria americana del café, firmó
hace tiempo un acuerdo de este tipo. Más recientemente la multinacional
Chiquita, la Coordinación de los Obreros del Plátano de America
Latina y UITA hicieron lo mismo en el campo del plátano.
Un pasado esperanzador
En 1984, Réseau-Solidarité ya había participado en una
campaña internacional en la cual se habían implicado las mismas
organizaciones (sindicatos del Sur, asociaciones americanas, UITA) y en la que
se denunciaba la represión sindical en una sociedad subcontratada por
la sociedad norteamericana en Guatemala. Tal como ahora, Coca-Cola intentaba
evitar sus responsabilidad pretextando que no podía influir sobre las
decisiones de su subcontratista. Después de una larga campaña
internacional, se pudo llegar a un acuerdo parcial.
En la declaración de la 58º sesión de la Comisión de los
Derechos Humanos de las Naciones Unidas el pasado mes de abril, la Confederación
Internacional de Organizaciones Sindicales Libres recordó que en "Durante
el año 2001 fueron asesinatos 160 sindicalistas. Si comparamos esta cifra
con las de años pasados, vemos que aumenta constantemente el número
de las víctimas. Tenemos que recordar que desde 1987, fueron masacrados
de manera violenta más de 3500 sindicalistas colombianos. Cuando no son
simplemente matados, los sindicalistas son amenazados de muerte, raptados o
desaparecen. En este último caso, generalmente se descubren los cuerpos
después de algunos días o algunas semanas, con huellas de torturas
abominables infligidas antes de la muerte. Tenemos que añadir que muchas
de las víctimas son mujeres". Entre los dirigentes sindicales asesinatos
recientemente, siete trabajaban para la sociedad Coca-Cola.
Más información :
www.cokewatch.org