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15 de mayo del 2002
El gobierno reprime su autopropaganda para evitar el efecto llamada a la anticumbre de Madrid
Inés Arcía
La Haine
Las convocatorias del movimiento antiglobalización, imparables
Parece que esta vez el gobierno español ha dejado de lado
la publicidad de los negocios europeos en América Latina. Ni siquiera
su presidencia europea le anima a ello. Ante la cumbre de jefes de estado europeos,
latinoamericanos y caribeños del 17-18 de mayo, los medios de comunicación
parecen callar esta vez, y dejar los bombos y los platillos para más
adelante.
En condiciones normales aprovecharían para echarle piropos a esta incuestionable
democracia española y europea, echarían alguna lagrimilla prometiendo
cumplir su agenda de "lucha contra la pobreza", y de esta manera, conseguirían
algún voto más de aquellas mentes "solidarias" orgánicas
del sistema.
Aprovecharían -de paso- para realizar una espectacular demostración
de fuerza, publicitando su capacidad "legitimada constitucionalmente" de ejercer
la violencia. Les vendría bien para achuchar a los que se les ha olvidado
que protestar "no favorece a la democracia".
Pero por lo visto de poco les sirvió todo eso en Barcelona. La rentabilidad
política que el gobierno de Aznar pretendía sacar con la venerada
publicidad de su Cumbre se convirtió en un jarro de agua fria cuando
se encontró con más de 500.000 personas que en la calle le mandaban
a él a su familia a... la guerra (si son tan valientes).
De poco les sirvió intimidarnos con sus cazabombarderos, sus operativos
militares antiterroristas y sus bombardeos mediáticos disuasorios. La
gente salió igual a la calle. Es más, probablemente toda esa parafernalia
represiva fue el detonante para que casi nadie se quedara en casa, y aprovechara
la oportunidad para repudiar a Aznar, a la guerra, a su estado policial-militar
y todo lo insostenible de su economía.
Los formadores de consenso del gobierno estarán experimentado nuevas
formas de apagar el incendio antiglobalización, dado que los medios de
comunicación apenas susurran que este fin de semana se reunirán
los jefes de estado de dos continentes. No en vano es una forma de evitar el
debate social, una forma de silenciar el mensaje de las protestas.
Es su particular apuesta contra el movimiento. Pero nosotros debemos contrarrestar
este intento y hacer llegar a la sociedad las reivindicaciones por un mundo
más justo. Y si no lo quieren sacar por la tele algo habrá que
hacer, de nuestro lado está la responsabilidad. ¿O es que hay quemar
un cajero para salir por la tele?
Especial para La Haine