GRANMA
En mayo del 2000, el Pentágono pagó unos 70 000 dólares a un laboratorio para que produjera gases inmovilizantes, informa hoy The Washington Post, reporta Prensa Latina.
La revelación ocurre a solo una semana de que un vocero de la Secretaría de Defensa estadounidense asegurara que el departamento "no está actualmente involucrado en ningún programa o investigación relacionado con el desarrollo de agentes paralizantes".
El periódico indicó que las pretensiones del Pentágono de hacerse de un arsenal de gases con propósitos militares datan de mediados de la pasada década, cuando Washington firmó la Convención de Armas Químicas, la cual prohíbe el uso contra seres humanos de este tipo de sustancias.
La encomienda de los militares norteamericanos fue hecha a una firma de Michigan, la cual debería utilizar animales en la primera etapa del estudio y seres humanos en la segunda.
También en el 2000, asegura el Post, el Laboratorio de Investigaciones Aplicadas de la Universidad de Pennsylvania, entidad financiada por el Pentágono, publicó un estudio sobre agentes químicos inmovilizantes, cuyos resultados describió como "realizables y deseados".
Otra entidad científica, el Proyecto Sunshine, asentado en Austin, Texas, ha trabajado en la producción de sustancias paralizantes y su director, Edward Hammond, confesó al diario que hay planes para retomar dichas investigaciones.
El Directorio de Armas no Letales del Cuerpo de Infantería de Marina, de acuerdo con el Post, instruyó a la Academia Nacional de Ciencias para que evaluara la efectividad de gases empleados para neutralizar grandes masas humanas.