Washington ha destinado en los últimos seis años 15 millones de dólares a financiar ONG's anticastristas
Jim Cason y David Brooks
La Jornada
En los seis años recientes el gobierno de Estados Unidos ha gastado más de 15 millones de dólares para financiar a grupos opositores al gobierno de Fidel Castro, aunque documentos oficiales revelan que la mayoría de esos fondos han sido invertidos en agrupaciones cubanoamericanas en Estados Unidos, y no en organizaciones civiles en Cuba.
Estos fondos estadunidenses, según documentos del gobierno, apoyan, entre otros proyectos, a veteranos de Bahía de Cochinos para que supuestamente establezcan relaciones con militares cubanos; la producción de un manual de 166 páginas para realizar "elecciones libres" en Cuba, y esfuerzos para brindar información "precisa" en torno a la democracia y la libre empresa a más de 275 mil ciudadanos cubanos.
Aunque el bloqueo siempre ha sido el principal instrumento de la política estadunidense hacia Cuba, George W. Bush ha iniciado un esfuerzo para ampliar de forma sustantiva programas impulsados por gobiernos previos destinados a apoyar a grupos de la "sociedad civil" anticastristas en Cuba. El presidente Bush ha solicitado 5 millones de dólares para estos programas en el curso del año 2002 y otros 6 millones en 2003.
Este año Bush dijo que el propósito es otorgar "asistencia directa al pueblo cubano mediante organizaciones no gubernamentales". Los diseñadores de la política estadunidense han reiterado que el objetivo de los proyectos es "promover una transición pacífica a la democracia en la isla".
Pero una evaluación de la efectividad de estas iniciativas, realizada por la firma de contabilidad Price Waterhouse Coopers, concluyó que "el propósito del programa está sujeto a percepciones divergentes surgidas desde sus inicios y que continúan ahora (...) algunos argumentan que el programa debería promover un cambio gradual y pacífico en Cuba (...) otros sostienen que se debería seguir una estrategia intensiva de relaciones públicas y actividades en el extranjero y en Cuba para obligar a que el gobierno isleño cambie sus políticas represivas". Estas disputas, escribió la firma, frecuentemente han obstaculizado la efectividad del proyecto.
El análisis de Price Waterhouse, que fue comisionada por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), también documentó que gran parte de estos fondos se quedó en Estados Unidos, y la mayoría fue a grupos con sede en Miami, que desarrollaban vagos esfuerzos para apoyar a activistas anticastristas.
Los montos estadunidenses son distribuidos directamente por la USAID o mediante el paraguas del Fondo Nacional para la Democracia (NED), cuyo principal financiamiento proviene del gobierno.
El donativo más grande de este programa fue otorgado al Centro por una Cuba Libre (Center for a Free Cuba), organización encabezada por Frank Calzon, uno de los promotores más feroces del embargo y crítico activo de los esfuerzos del sector agrario estadunidense para aflojar las restricciones comerciales hacia la isla. Por ejemplo, uno de los recientes artículos de Calzon se tituló "Turistas, terrorismo y tortura: las tres T del régimen de Fidel Castro".
Calzon, operador político bien conectado en Washington, ha recibido un total de 2.7 millones de dólares para sus esfuerzos, los cuales consisten en gran medida en la distribución dentro de Cuba de copias de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la novela Rebelión en la granja, de George Orwell.
En privado, varios funcionarios estadunidenses admiten que hay pocas pruebas de que la mayoría de estos materiales hayan llegado a cubanos comunes en la isla, pero Calzon tiene vínculos cercanos con varios de los cubanoamericanos con altos puestos en el gobierno de Bush y, por tanto, su financiamiento parece estar asegurado para los próximos años.
Pero el propósito principal del programa general de asistencia estadunidense a los cubanos, insistió un funcionario de la Casa Blanca, no es la distribución de libros en Cuba. Según afirma oficialmente la USAID, el objetivo central es ''ayudar a construir la solidaridad con los activistas de derechos humanos de Cuba, dar voz a los periodistas independientes de la isla, ayudar a desarrollar a ONG independientes cubanas, defender los derechos de los trabajadores cubanos, ofrecer contacto directo con el pueblo, y apoyar la formulación de planes para la asistencia hacia un gobierno de transición futuro".
Son difíciles de obtener detalles sobre los resultados reales de este financiamiento. USAID informa que estos fondos han sido usados para difundir más de 2 mil 600 artículos de "periodistas independientes" en Cuba, han apoyado 12 programas de intercambio para fortalecer a las ONG de ese país, han ayudado a establecer vínculos entre sindicatos estadunidenses y trabajadores de base en la isla, y han "trasmitido información precisa sobre democracia, derechos humanos y la libre empresa a 275 mil ciudadanos cubanos".
El rubro más grande del nuevo enfoque de este programa se llama "planificación para la transición política". Aunque no se dice explícitamente, aparentemente la planificación es para el día en que Castro muera. El gobierno estadunidense ha otorgado amplio financiamiento para un nuevo "Proyecto de transición en Cuba" con sede en la Universidad de Miami.
Además, ha otorgado más de 100 mil dólares a la fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) para el desarrollo de un manual de 166 páginas que ofrece instrucciones, paso por paso, sobre cómo realizar elecciones libres en la isla.
Dedicar fondos para proyectos sobre la transición en Cuba tiene una lógica sensata, argumentaron varios funcionarios estadunidenses actuales y de gobiernos anteriores entrevistados por La Jornada, por la edad de Castro y el peligro de inestabilidad que podría provocar su ausencia. Pero muchos de estos programas son cuestionables por su utilidad y parecen estar dedicados más que nada a apoyar a un sector político importante en Florida.
Gran parte de los fondos del gobierno estadunidense para estos proyectos han sido canalizados directamente por la USAID. Pero además de éstos, el NED ha financiado directamente o mediante de otras ONG apoyo a grupos dedicados a publicitar las violaciones de los derechos humanos en Cuba. El NED se autocalifica como una fundación privada independiente no partidaria, aunque recibe la mayor parte de su financiamiento del Congreso de Estados Unidos.
"El hecho de que recibamos dinero del gobierno no nos convierte en instrumentos de la política estadunidense", sostuvo Christopher Sabatini, quien encabeza el proyecto para América Latina del NED. Sabatini declaró a La Jornada: "me imagino que la mayoría de los grupos en América Latina, incluyendo México, desearían ver una alternativa democrática pacífica en Cuba. Apoyar a disidentes y a grupos de derechos humanos en la isla es promover ese objetivo".
El NED, con una larga historia de apoyo de esfuerzos de promoción de la democracia en México y otros países, en el rubro de Cuba principalmente ha otorgado pequeños montos a grupos de derechos humanos, cooperativas y para seminarios y conferencias. Más recientemente, el NED también ha otorgado financiamiento al Consejo Militar Cubano-Americano (Cuban American Military Council o Camco), agrupación de ex oficiales militares cubanos cuyo objetivo es establecer relaciones con oficiales en la isla para alentarlos a sumarse a la oposición de Fidel Castro.
El sitio de Internet de este grupo, donde se señala que entre sus dirigentes hay veteranos de Bahía de Cochinos, describe como uno de sus objetivos asistir a miembros activos de las fuerzas armadas cubanas a entender el papel de los militares en tiempos de transición política.
El tono del análisis presentado por este grupo se expresa en un comentario del presidente del Camco en su sitio oficial en la internet, donde se celebra el derrocamiento de los gobiernos de Guatemala en los cincuenta y el de República Dominicana en los sesenta y pregunta en este contexto porqué se ha permitido la sobrevivencia de Castro.