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Internacional

13 de octubre del 2002

Hipocresía de mercado y cáncer de mama

Peggy Orenstein
Los Angeles Times
Traducido para Rebelión por Tatiana de la O "

La primera vez que los lazos rosados me hicieron poner roja de rabia fue hace un par de años, cuando me detuve cerca de un cartel en una gasolinera. Astutamente colocado junto a una bomba, llevaba el ubicuo lacito rosa y decía: "Sé una fuerza conductora contra el cáncer de mama".
Fue demasiado para mí, que había terminado tres años antes un tratamiento contra esta enfermedad, a la edad de 35 años. Las empresas saben que los lazos rosados se convierten en efectivo verde: Según un sondeo de 2000 Opinion Research International, más de dos tercios de las mujeres dijeron que comprarían un producto relacionado con la lucha contra el cáncer de mama.
¿Pero cuántas de ellas preguntarían cómo se gasta realmente su dinero, o cómo las empresas patrocinadoras "conducen" su agenda sobre el cáncer de mama?
Veamos el mes de Concientización sobre el Cáncer de Mama: octubre. Su fundador, la droguería AstraZeneca, fabrica la droga para el cáncer de mama tamoxifen, y otras quimioterapias, pero hasta hace poco también elaboraba productos agroquímicos.
Es un círculo de ganancias perfecto.
DuPont, otro patrocinador de programas de concientización, continúa fabricando pesticidas que contienen sustancias que se saben cancerígenas. Así que este mes es probable que escuchemos hablar mucho sobre "prevención" a través de la modificación del comportamiento y de la alimentación, pero no vamos a escuchar que no se conocen los factores desencadenantes de la mitad de los casos de cáncer. La mala palabra "medioambiente", si llega a surgir, se descartará rápidamente.
También escucharemos que la detección prematura es la mejor protección. No escucharemos que los mamogramas pasan por alto el 25% de los cánceres en mujeres de menos de 50 años. Tampoco escucharemos que en muchos casos la detección temprana no cambia las consecuencias, ya sea porque la enfermedad de la mujer es demasiado agresiva, o porque es tan poco agresiva que tiene las mismas posibilidades de sobrevivir o morir si hubiera esperado hasta encontrar un bulto, o que lo haga su médico.
Mientras tanto, un estudio hecho durante diez años a más de 250.000 mujeres, publicado este mes en el Journal the National Cancer Institute (Diario del Instituto Nacional del Cáncer), señala que no hay prácticamente diferencias entre las tasas de mortalidad por cáncer de mama entre las mujeres que hacen exámenes mensuales, y aquellas que no. Tampoco escuchamos que ha cambiado muy poco en el tratamiento del cáncer de mama desde que el Presidente Nixon lanzó el grito de combate en 1971. Nuestras opciones siguen siendo cortar, quemar o envenenar.
Las mujeres sin cobertura médica ni siquiera tienen esas opciones.
Deberíamos estar pensando en esto: Las mamografías, a pesar de ser la mejor herramienta de visualización disponible hoy en día, no es suficiente. Necesitamos concentrarnos urgentemente en desarrollar tecnologías de análisis que predecirán mejor qué tumores necesiten tratamiento más enérgico.
Y debemos prestar más atención a los posibles vínculos medioambientales de la enfermedad. Establecer estos vínculos es muy difícil, como muestra un estudio reciente sobre el cáncer de mama que se realizó durante diez años en Long Island, N.Y. Pero esa no es razón para abandonar el esfuerzo. Hay miles de pesticidas, solventes y combustibles que permanecen en nuestro medioambiente y en nuestro cuerpo y que pueden estar afectando el tejido de nuestras mamas.
Por supuesto que una investigación que pueda terminar quitando productos de nuestras góndolas puede no ser una idea exitosa con patrocinadores empresariales. Prefieren que las mujeres compren pasivamente por la cura en lugar de demandar coléricamente la búsqueda de la causa.
Por ultimo, necesitamos mejores opciones de tratamiento para las 40.000 mujeres que mueren cada año de esta enfermedad, cuyos cánceres fueron demasiado agresivos para la detección a través de mamografías, o para las terapias actuales. Sus muertes no fueron un fallo de su voluntad, sino un fallo de la medicina.
El lazo rosa representó una vez el esfuerzo de transformar el cáncer de mama de una fuente de muda vergüenza a una crisis de la salud pública. Para compensar esta promesa necesitamos hacer más que comprar productos que apoyen la complacencia en nombre de la "concientización". Antes de soltar nuestro dinero, ya sea en un litro de gasolina, un bolso de mano (¡en asociación con una compañía de automóviles!) o patrocinar un amigo en una carrera informal, debemos asegurarnos que los beneficios del lazo rosa harán una diferencia real en la prevención, detección y tratamiento del cáncer de mama.
Peggy Orenstein es autora de "Flux: Women on Sex, Work, Kids, Love, and Life in a Half-Changed World" (Flujo: mujeres sobre sexo, trabajo, niños, amor y la vida en un mundo cambiado a medias).
Copyright 2002 Los Angeles Times
Published on Wednesday, October 9, 2002 by the Los Angeles Times
Marketing Hypocrisy and Breast Cancer