Cuando la bala impacta el cráneo
La doctrina de una sola bala de Fleischer
John Stanton
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Pura coincidencia, sin duda, pero un día después del comentario
del portavoz de Bush, Ari Fleischer en el que habló de meterle un bala
en la cabeza al soberano gobernante de Irak, cinco ciudadanos estadounidenses
en un suburbio de Washington DC, perdieron sus vidas justamente de esa manera,
mientras realizaban inocentemente sus rutinas cotidianas. Cada cual fue derribado
de un solo tiro, como para subrayar la enfermiza lógica del comentario
de Fleischer de que "el costo de una bala es sustancialmente menos que el costo
de una guerra."
Sí, claro, y es la misma lógica utilizada por los tiradores del
centro de [Washington] DC, por al-Qaeda y por una cantidad de grupos terroristas
y de criminales comunes. El rendimiento de la inversión [ROI] para los
"malvados" llega a lo infinito mientras los contribuyentes, las empresas y el
aparato nacional, estatal y local de EE.UU. afectados por estos actos violentos
nunca recuperarán de manera realista las vidas perdidas y su potencial,
o los dólares y el tiempo gastos en la caza de los perpetradores, capturados
o no. De la misma manera, el ROI para EE.UU. sería enorme si alguien,
cualquiera, aprovechara el consejo de Fleischer y "liquidara" a un molesto líder
extranjero que por casualidad está sentado sobre unas reservas de petróleo
de categoría mundial. Es, por cierto, un argumento económico convincente.
A primera vista, la eficaz doctrina de la bala solitaria de Fleischer, podría
conducir, digamos, a un régimen amistoso hacia EE.UU. y al petróleo
barato, o, en última instancia, a muertes de ciudadanos y funcionarios
estadounidenses aquí en Estados Unidos; no se puede argumentar en su
contra como solución rentable para obtener un cambio. Lo que hace notable
esa declaración es su gravedad, su significado no tiene un impacto discernible
sobre la mayoría de los estadounidenses. Causa un suspiro y un bostezo,
y un "y qué fue" en lugar de disgusto por lo que se ha vuelto, increíblemente,
una situación más absurda y asesina aquí en Estados Unidos.
Como lo señalara recientemente Jimmy Breslin, alguien siempre devuelve
los tiros en estos asuntos.
Es una lástima y un peligro, que el uso del lenguaje, de la articulación
profunda, esté muriendo en EE.UU. Hay una desconexión horrible
entre las míticas percepciones de los estadounidenses sobre sí
mismos, y la sucia, cáustica, realidad de su sociedad. Más que
nunca, los estadounidenses están siendo dopados por el equivalente verbal
de Condoleezza Rice de un [juego de] Speedball, representado por su comentario
de "EE.UU. como caso especial" y la constante propaganda de guerra que viene
por las ondas. La incoherencia reina en EE.UU.
Efectos secundarios incluidos
Para la mayoría de los estadounidenses es difícil de digerir
el hecho que en la promoción y en el marketing del "modo de vida" de
EE.UU. aquí y en el extranjero, los dolorosos efectos secundarios incluyen
extraordinaria violencia, caos y sufrimiento. El que 28.000 estadounidenses
mueren cada año a manos de asesinos con armas de fuego tiene menos importancia
que el mejor promedio de carreras limpias en los juegos de béisbol de
los New York Yankees en la liga nacional. Los estadounidenses están tan
acostumbrados a la violencia (ansían la próxima colisión
en la carrera de NASCAR) que hay casi una naturaleza festiva en su sociedad
que dice: Mueres para que podamos vivir, lamentar y celebrar. El que un país
semejante quiera ahora lograr el dominio del mundo debería despertar
a mucha gente en todo el mundo.
En un grado sin precedentes en la historia de EE.UU., la violencia "callejera"
diaria se ha incorporado ahora a la violencia vengativa generada por el ataque
contra Nueva York y el área central de Washington DC, y a los planes
de la era de la Guerra Fría de los conservadores militantes. EE.UU. está
ahora, de la peor manera, en un modo retro- Nixon y su virulencia toma la forma
de doctrinas parapoliciales de prevención, aprobación pública
de asesinatos de dirigentes extranjeros y reemplazos concomitantes por individuos
igualmente infames, así como ventas de armas y pagos ilícitos
para silenciar a naciones opuestas a la intervención militar de EE.UU.
El crimen, o por lo menos la negligencia, dan resultados. Hay consecuencias
menores por los esfuerzos fracasados de la CIA, del FBI y de la inteligencia
militar –mala publicidad y más fondos-- de la misma manera como no las
hay por la destrucción de las pensiones de los trabajadores, del sistema
legal, por los crecientes déficits comerciales y por el uso de información
confidencial en la bolsa.
En este ambiente anárquico, utilarista, la displicencia e insensibilidad
de las diversas declaraciones del régimen de Bush no debieran sorprender
a nadie. Por ejemplo, las exhortaciones bíblicas de ojo-por-ojo a los
asesinatos, preventivos y premeditados de funcionarios extranjeros—muestran
hasta qué punto ha llegado la depravación de Estados Unidos. No
puede sorprender a nadie que en EE.UU. sea aceptable que los niños pequeños
digan, "Matémoslos a todos." Por cierto, este Presidente y su apóstol
hacen que el personaje de Hannibal Lecter parezca de una suprema elegancia.
"Muerto o vivo," dijo Bush de Bin Laden. "Quiero ver su cabeza sobre un plato,"
dijo Cheney. "El mundo sería un sitio mejor si se matara a Bin Laden,"
dijo Rumsfeld. "Si usted puede hacer algo que los demás valoren, debiera
poder vendérselo. Si otros hacen algo que usted valore, debiera poder
comprarlo. Eso es la verdadera libertad" según George Bush II comentando
su Estrategia Nacional de Seguridad de Estados Unidos. ¿Es eso?
Más allá de Orwell
El gran poeta y filósofo Friederich Nietzsche habló de este
tipo de declaraciones hace mucho tiempo y reconoció a través de
ellas que los que manifestaban ese tipo de desconexiones eran representantes
de una sociedad que había perdido su capacidad de mezclar coherentemente
los mejores aspectos del idealismo y del realismo en una razón ingeniosa
para la existencia y una doctrina nacional viable. La lenta muerte del lenguaje
constituía el primer indicador de la caída libre de una sociedad
condenada. Palabras, metáforas, discursos semejantes, que emanan tanto
de un gobierno como de "dirigentes" empresariales no inspiran ninguna emoción
que lleve al oyente a formular preguntas o aun a aplaudir, o, en realidad, siquiera
a darse cuenta o preocuparse de ellas.
Esto va mucho más allá de Orwell porque ya no existe ningún
arte ni / o profundidad en el lenguaje de los representantes de EE.UU. –elegidos
u otros— o de la gente encargada de elegirlos o controlarlos. En el libro de
Orwell "1984", los personajes autoritarios eran listos en su utilización
del lenguaje. En la misma línea, también lo fue el asesino en
la vida real Joseph Goebbels en 1943, cuando presentó al pueblo 40 puntos
de reflexión sobre la II Guerra Mundial. "Nada es demasiado valioso como
para no ser sacrificado por la libertad. Todo lo que poseemos lo conquistamos
como un pueblo libre. Sin nuestra libertad, no tendríamos sentido, significado
o fortaleza. Es mejor que una nación sea pobre pero libre, antes que
parecer próspera, pero terminar una guerra como esclavos. Un pueblo libre
puede reconstruir todo lo que perdió defendiendo su libertad. Un pueblo
esclavizado perderá lo que sobrevivió a la guerra, y también
la capacidad de recuperarlo," dijo. El régimen Bush está lejos
de haber presentado un pensamiento semejante sobre la libertad.
País de fantasía
En EE.UU. de hoy, el lenguaje representa lo intestino, lo formulaico y mecánico,
sólo números y aturdimiento, todo "deporte de fantasía"
en el que los participantes no compiten realmente unos contra otros, obtienen
un sentimiento de competencia manipulando las estadísticas de los auténticos
atletas en el terreno de juego, la pista o el campo.
Igual como, por desgracia, el electorado de EE.UU. juega a la misma fantasía.
En realidad, los votos no importan y le dan a uno la "sensación" de participar
en el proceso político al perforar una tarjeta, enviar un correo electrónico
al Congreso, o marcar un factor de influencia liberal y / o conservador de un
representante. El que el Congreso de EE.UU. es contactado por una abrumadora
mayoría de estadounidenses opuestos a la guerra con Irak y que a pesar
de ello otorga a Bush la autoridad requerida para atacar a Irak es un buen indicador
de la impotencia del pueblo estadounidense y de la seriedad de los problemas
en ese país.
Y así, la orquesta sigue tocando. Dentro del últimos año,
los "dirigentes" de EE.UU. han abogado en público y en privado a favor
del asesinato de funcionarios gubernamentales extranjeros en Irak e Irán
(están haciendo la corte a un hijo del Shah). Han apoyado el violento
derrocamiento de gobiernos extranjeros como en Venezuela. Y, más recientemente,
han intentado vigorosamente de manipular el resultado de la elección
presidencial brasileña, donde se presenta el "izquierdista" Luiz Inacio
Lula da Silva. Da Silva y los militares brasileños indicaron recientemente
su intención de retirarse del tratado de no-proliferación nuclear,
que solía ser vinculante y de comenzar con la construcción de
su propio arsenal. Así no más, uno de los primeros efectos secundarios
de la nueva doctrina nuclear de EE.UU. de que cada cual hace lo que le da la
gana.
Cuando la bala impacta el cráneo
¿Qué pasa cuando una bala da en una cabeza humana? ¿Quién
quiere ser responsable por tirar esa bala exactamente adonde el régimen
Bush y tantos estadounidenses quieren que vaya? ¿Apretarían el gatillo
si realmente lo supieran? Según marksman.com y un informe de autopsia,
la bala viaja a alta velocidad (generalmente a 300 metros por segundo o más)
cuando alcanza la superficie de la cabeza. Comienza instantáneamente
a decelerar y a deformarse, aplastándose al impactar –un efecto conocido
como abombamiento. Una tremenda cantidad de energía transportada por
la bala es trasferida a la cabeza al decelerarse. El paso del proyectil irradia
un choque hidrostático, causando una cavidad temporal de la herida mucho
más grande, que causa una importante mutilación del tejido blando,
mientras la bala abre un surco hacia el interior, escindiéndose posiblemente
al chocar contra el hueso. La cavidad temporal vuelve a cerrarse después
del paso de la bala, pero un importante daño, sobre todo a los mayores
vasos sanguíneos, puede ser infligido por la repentina distensión
y desgarre involucrados en el desplazamiento hidrostático.
"Al lado derecho superior de la frente, a un centímetro a la derecha
de la línea central anterior, hay una herida de entrada de bala. Esta
herida consiste de un agujero circular de 8 mm con abrasión circunferencial
y una ligera laceración radial marginal. La bala ha pasado a través
de los tejidos blandos del cuero cabelludo causando un agujero circular de entrada
de 9,5 mm en el hueso frontal, con una expansión cónica hacia
el interior. Varios trozos de pequeños fragmentos de plomo curvilíneos
han sido recuperados del área. El proyectil ha penetrado a través
del polo frontal derecho del cerebro en una dirección descendiente y
posterior para pasar a perforar los pedúnculos cerebrales y el área
pontina. El proyectil pasó luego a impactar el hueso occipital justo
detrás del foramen magnum. En esta área, un área grande,
se recupera un proyectil sin blindaje y se envía a la sección
de balística".
5 de octubre de 2002
John Stanton es un escritor que vive en Virginia, EE.UU., especializado en asuntos
de seguridad nacional. Su correo es:: cioran123@yahoo.com