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16 de abril del 2002
La resistencia popular impidió el golpe de estado
Adolfo Pérez Esquivel
Venezuela vivió convulsionada días trágicos por
el golpe militar contra el presidente constitucional, Hugo Chávez, lo
que puso en serio riesgo no sólo a ese país hermano, sino a toda
Latinoamérica frente a la fragilidad de las democracias que vivimos.
Los sectores más reaccionarios apoyados por Estados Unidos, empresarios,
grupos militares y la complicidad de los grandes medios de comunicación
social prepararon el golpe para derrocar al gobierno, a fin de proteger sus
intereses económicos, en particular los petroleros, frente a la grave
crisis que vive Medio Oriente.
El gobierno de Bush no tolera que ningún país se salga de su órbita,
es decir, de su dominio hegemónico que día a día se perfila
como la "dictadura globalizada" que impone al mundo, y en particular a toda
América Latina, su política; no repara en utilizar nuevamente
a sectores militares para imponer dictaduras disfrazadas de demócratas.
Es necesario hacer un análisis profundo de los comportamientos sociales,
cómo algunos sectores "progresistas" de intelectuales fueron creando
el clima que los empresarios esperaban para justificar lo injustificable.
No se trata de que todos estén de acuerdo con la política llevada
por el gobierno venezolano; las diferencias son importantes en todo proceso
democrático, las críticas pueden ser constructivas y ayudarán
a corregir caminos y errores. Lo injustificable es que un gobierno que es electo
por la mayoría del pueblo sea derrocado por grupos que responden a sus
propios intereses políticos y económicos, como de una prensa canalla
que trató de tergiversar la verdad difundiendo información falsa.
El pueblo venezolano, las fuerzas armadas, los sectores políticos e intelectuales
reaccionaron y lograron desbaratar el gobierno de facto que recurrió
a todos los medios, como cerrar el Parlamento y la represión, así
como el arresto del presidente Chávez, quien en ningún momento
renunció al mandato del pueblo. Tuvieron que ceder frente a la voluntad
popular y el derecho constitucional y devolver lo que arrebataron al presidente
legítimo de Venezuela.
Un elemento a tener en cuenta fue la fuerte solidaridad latinoamericana e internacional,
como el trabajo de la prensa mundial, denunciando el golpe y tratando de fortalecer
la continuidad constitucional del gobierno venezolano.
La Organización de Estados Americanos y el Grupo de Río, a pesar
de sus ambigüedades, apoyaron al gobierno de Chávez, así
como las manifestaciones en todo el continente y la solidaridad de pueblos como
Cuba y la Unión Europea, entre otros. Estados Unidos no logró
su objetivo de imponer un gobierno títere; continuará tratando
de minar al gobierno venezolano díscolo y rebelde a sus intereses.
Es importante que el presidente Chávez haga una lectura serena de la
situación y abra una instancia de diálogo nacional, a fin de corregir
rumbos y fortalecer la participación popular. Es necesario que los responsables
del golpe sean llevados ante la justicia para determinar las responsabilidades
que a cada uno corresponden.
Los pueblos de América Latina han dicho basta a los golpes de Estado
y a la implantación de dictaduras. Los hechos demuestran que los países
se asumen como protagonistas de sus propias vidas y constructores de su propia
historia.
(*) Premio Nobel de la Paz