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15 de abril del 2002
Relato del ministro de Educación sobre las 24 horas cruciales de Venezuela
"Chávez prefirió que lo apresaran a renunciar"
La Jornada
Amagaron golpistas bombardear el Palacio de Miraflores Varios periodistas
locales de tv renunciaron ante el gran operativo de censura y manipulación,
asegura Aristóbulo Isturis
A primeras horas de la tarde de ayer sábado, en la isla de Orchila,
donde estaba preso el presidente de Venezuela, los soldados encargados de su
custodia se percataron de que en la pista de la guarnición había
maniobras para el despegue de un avión no oficial que había llegado
horas antes procedente de Caracas. La nave era propiedad del dueño de
Venevisión, Gustavo Cisneros, y tenía como misión sacar
a Hugo Chávez al destierro. Sospecharon que la cuenta regresiva había
empezado.
Uno de estos soldados tomó un teléfono y se comunicó a
otra base militar, alertando a los oficiales leales a Chávez. El recluta
recibió la instrucción de desactivar la tarjeta de vuelo de la
nave. Apenas colgó, el teléfono volvió a sonar. Un comandante
leal a Chávez llamaba al oficial responsable de la custodia del mandatario.
-¡Cónchale, hermano! -e dijo a su compañero de armas-. ¿Tú
sabes la tragedia que puede pasar en este país si ustedes se llevan fuera
a Chávez? Va a ser terrible. Aquí hay un millón de personas
en la calle.
A ese telefonazo le sucedieron varias llamadas más. De distintas bases
militares hablaban oficiales de todos los rangos. Una hora tardaron en convencer
a los encargados de Orchila de detener la última opción que le
había quedado al grupo golpista -sacar al presidente del país-
una vez perdido el control del Palacio de Miraflores, de la mayoría de
los destacamentos militares y en especial de las calles, invadidas a esa hora
por centenares de miles de venezolanos que ya habían conocido a través
de los medios alternativos las tres líneas que Chávez había
garabateado de puño y letra en una hoja de papel, avisándole a
la ciudadanía que no había renunciado.
Pero si la labor de convencimiento fallaba, desde otra base militar no identificada
ya se preparaba una operación de rescate de Chávez con una flotilla
de helicópteros.
En entrevista telefónica, el ministro de Educación, Aristóbulo
Isturis, relata esa anécdota y varias más sobre las 24 horas cruciales
de Venezuela, durante las cuales se revirtió el golpe de Estado. Horas
que pudieron tener un desenlace fatal.
"Suicidarnos es como suicidar al pueblo"
Maestro de profesión, Isturis relata los minutos más críticos
de la madrugada del día 12, a punto de que se venciera un ultimátum
que le habían dado los jefes golpistas a Chávez para que renunciara.
Algunos diputados y casi todo el gabinete estaban con el mandatario en su despacho
cuando recibieron la amenaza de que si Chávez no renunciaba iban a bombardear
el Palacio de Miraflores.
-¿De quién era ese mensaje? -De los golpistas. La transmitieron el general
Lucas Rincón y el ministro Eliazar Hurtado.
-¿El gabinete estaba en un sitio distinto a donde estaba Chávez? -No,
no. Todos estábamos juntos. El presidente no estaba solo. Nosotros dijimos
que bombardearan, que nosotros no íbamos a salir. Nos parecía
la salida más digna. Yo en ese momento, en mi mente, vi el retrato de
Salvador Allende. El presidente nos pidió un momento para pensar la cosa
y nos dijo: "bueno, miren, ustedes sigan luchando y si quieren ellos que me
lleven preso y yo no voy a renunciar ni me voy a ir del país. No quiero
que ustedes se sacrifiquen, hay un pueblo allá afuera que necesita dirección,
el pueblo confía en nosotros. No podemos suicidarnos aquí porque
es suicidar al pueblo".
Aristóbulo Isturis fue uno de los primeros ministros en regresar, ayer
sábado, a la sede del ejecutivo. Ex alcalde de Caracas y vicepresidente
de la Asamblea Constituyente por su partido Patria para Todos, Isturis asegura
que varios periodistas de las cadenas locales de televisión han renunciado
a sus puestos, impotentes ante el gran operativo de censura y manipulación
de estos medios. Y relata cómo, una vez que empezó a circular
la carta del presidente, filtrada desde Orchila, a las bases chapistas, la situación
empezó a dar un acelerado vuelco.
De vuelta en su relato a las horas más críticas en el interior
de Miraflores, Aristóbulo señala que antes de que Chávez
determinara dejarse apresar se pensaron otras alternativas, entre ellas la de
trasladar al gobierno en pleno, presidente y gabinete, a Maracay. Pero no se
pudo.
"A las tres y media de la madrugada del día 13, cuando ya se habían
llevado detenido al presidente, los ministros tomamos la decisión de
no salir si no había una garantía de preservar la seguridad del
presidente.
Entonces estos generales, que habían sido nuestros compañeros,
prometieron garantizar. Se pueden ir a sus casas y prepárense para hacer
una entrega de sus ministerios a la gente que va a asumir esto, nos dijeron.
Cuando muchos de los ministros llegaron a sus casas se encontraron con que estaban
allanadas.
"La mía no. Yo vivo en una zona popular cerca de Miraflores y ahí
los golpistas no podían llegar porque los vecinos estaban pendientes,
aglomerados cerca de mi casa por si me allanaban. Yo tenía esa ventaja,
así que mandé buscar a las ministras por otras vías para
que se concentraran en mi casa. Llegaron las ministras del Trabajo, de Medio
Ambiente y de Salud. Por eso cuando llegó la hora de regresar a la presidencia,
de aquí tomamos un carro con varios compañeros y nos movilizamos
directamente a Miraflores. Como está cerca y la gente tenía tomada
toda la avenida que va al palacio presidencial, pues nos dieron protección.
Así entramos. Al identificarme con la guardia, los soldados sacaron banderas
y nos dijeron que pasáramos.
Periodistas, entre la mentira y el llanto
-¿Ustedes trataron de hablar con la prensa en ese momento? -Con todos. Yo hice
una rueda de prensa en mi casa. En esos momentos la televisión y la radio
estaba diciendo que yo era uno de los ministros más buscados, que era
un tipo peligroso y me estaba escondiendo. Lo cierto es que todos saben dónde
vivo y nadie fue a buscarme. Fueron adonde mi mamá, adonde mis hermanos.
Entonces tomé la decisión de ir al canal dos. Me dije pues si
me matan, me matan. Hablé con el jefe de información, Andrés
Izarra. Le dije, tú sabes que no es verdad, por qué sacan esas
cosas. Se puso a llorar. Yo sé que esto es mentira, me dijo.
Hoy renunció a su trabajo. También hablé a Radio Caracas
pero apenas empecé cortaron el programa. No pudimos hablar más
a ningún medio nacional. Entonces comenzamos a trabajar con la prensa
internacional.
Amigos periodistas empezaron a hacer boletines. Hablamos con Caracol de Colombia,
con radios de España, Perú, Francia, la BBC de Londres.
-Por el desbordamiento popular que hubo, uno diría que la gente no les
creyó a los medios masivos.
-Todo eso se desencadenó muy rápido una vez que nosotros logramos
colar la verdad por Internet, el teléfono, las radios comunitarias, como
Radio Perola o del clero progresista, como Fe y Alegría.
Ya noche, cuando los golpistas habían perdido todo, empezaron a planear
cómo sacar al presidente del país.
-Para entonces el gabinete ya había recuperado el Palacio de Miraflores,
¿no? -Claro. Pero antes el fiscal general convocó a una rueda de prensa.
Para que los medios locales mordieran el anzuelo se dijo que iba a renunciar.
Una vez que estuvo en vivo en todos los canales de radio y televisión,
denunció que el presidente no había renunciado y que el vicepresidente
Diosdado Cabello estaba vivo pero lo estaban persiguiendo en caliente para matarlo.
Nosotros ya teníamos el control de Fuerte Tiuna, de Maracay, Valencia,
Barquesimeto, la gente ya tenía tomada la calle.
"A los golpistas lo único que les quedaba era el presidente. La junta
trató de negociar. Nos mandó un mensaje diciendo que se restituía
la cosa, liberaban a Chávez y aceptaban a otro presidente que no fuera
él.
Nosotros no aceptamos. Pusimos como condición para conversar que pusieran
a Chávez en cadena nacional. Eso fue como a las dos de la tarde. Ya después
de eso ellos decidieron sacarlo del país." Antes del desenlace, cuando
finalmente el presidente abordó la nave que lo llevó de Orchila
de vuelta a la capital, los ministros también hicieron su lobby internacional.
Isturis habló con la gente de OEA y la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos. Otros dirigentes, entre ellos miembros de la dirección
del partido Patria para Todos, hablaron con el embajador William Shapiro.
-Me dicen que él estaba muy consciente de lo que estaba pasando.
Porque nosotros se la pusimos difícil. Nuestra gente le aseguró
que nosotros estábamos comprometidos con la Constitución y el
respeto a los derechos humanos y le explicamos que Chávez no iba a renunciar.
Entonces ellos preguntaban, así como parcializados, que qué es
lo que pasaba con la renuncia que habían anunciado por televisión.
-¿Creen ustedes que Estados Unidos estuvo detrás de la trama golpista?
-Mire, yo soy miembro del gabinete, soy una gente cercana a Chávez, nosotros
lo que queremos es mejorar las relaciones con Estados Unidos ¿me entiende? Pero,
en fin, por supuesto que sí.