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Chávez, ante la permanente amenaza de un golpe
"Él está protegido"
Ivonne Trías
Desde Caracas
Una tensión angustiante se vive en Caracas. La recuperación del
gobierno del presidente Hugo Chávez no fue equivalente, como se creyó
en el resto del mundo, de la recuperación de la tranquilidad pública.
Chavistas y opositores, taximetristas, libreros, vendedores y académicos
opinan que "se viene otro abril", en referencia al intento de golpe de Estado
de ese mes. La mesa de diálogo que reclamaba la oposición fue
finalmente instalada pero duró menos que un lirio. Clamando porque se
los había satanizado, los grandes medios de comunicación se retiraron
de las negociaciones. "Yo no me la calo más", dijo, al abandonar la mesa,
Federico Ravell, director de Globovisión. Los mismos medios que impulsaron,
organizaron y practicaron el golpe contra Chávez continúan hoy
ejerciendo su oposición sin haber variado un ápice su modo operativo.
Durante las 24 horas, salvo el Canal 8, del Estado, y la emisora de tevé
alternativa Catia, los distintos canales -Venevisión, Globovisión
y rctv- instigan a la población a deshacerse de Chávez. Lo mismo
sucede con los grandes diarios y con buena parte de las emisoras de radio. Desde
su retiro en Miami, el empresario Isaac Pérez Recao, acusado de autoría
intelectual del golpe, declama cada pocos minutos para millones de telespectadores:
"Presidente, por el bien del país, por la paz de los venezolanos y por
la patria que usted dice que ama, renuncie". Los diarios retoman y titulan:
"Chávez debe renunciar". Otra de las fórmulas para deshacerse
del presidente que proponen estos mismos medios es que la Asamblea General acorte
su mandato, pero, insisten, "siempre con la presión de la gente".
Junto a este clima de agitación se está desarrollando una investigación
sobre los hechos del 11 de abril, a cargo de una Comisión Política
Especial de la Asamblea General, de modo que una especie de interpelación
general y continua obliga a los miembros del recién recuperado gobierno
a responder en un escenario envenenado a través de la prensa. Entre los
dos contendientes enfrentados con máxima hostilidad un demasiado flaco
colchón político hace presagiar nuevas tormentas.
Reunidos en Caracas para la instalación del Observatorio Global de los
Medios, capítulo Venezuela, un grupo de periodistas de distintos países
-entre los que se contaba BRECHA- mantuvo el miércoles 15 una extensa
entrevista con Chávez, poco antes de que éste viajara a Madrid.
"La próxima vez no van a intentar un golpe, la próxima vez van
a intentar un magnicidio", dijo el presidente. Su presunción se basa
en el apoyo popular del que goza, según quedó de manifiesto durante
la intentona de abril. Un nuevo golpe implica la decisión de masacrar
a miles de personas que volverán a defender al presidente que eligieron
y por eso, razona Chávez, sería más pulcro y menos costoso
eliminar a Chávez que provocar una guerra civil.
Como siempre en política, todo es cuestión de tiempo. Los intereses
de los opositores son urgentes: cada día de vigencia de las irritantes
reformas que inició Chávez significa millones de dólares
repartidos de manera distinta a la que ellos estaban acostumbrados. Inadmisible
por lo tanto. De las 49 reformas previstas en la Nueva Constitución Bolivariana,
se han implementado algunas, pocas pero de profundo impacto.
• Ley de tierras: confisca y redistribuye propiedades improductivas (algunas
del mismo Estado que habían sido apropiadas por latifundistas no productivos).
• Ley sobre el impuesto a la renta: establece un control sobre la evasión
fiscal de los sectores más ricos.
• Aumento de la matrícula escolar: llevó a la escuela a millones
de niños de hogares pobres y los proveyó de meriendas.
• Ley de hidrocarburos: frenó el intento de privatizar el petróleo
e inició una política de "internalización"(según
el término empleado por Chávez) de la riqueza petrolera del país.
En números, esto significa que, con el ex guerrillero venezolano Alí
Rodríguez a la cabeza de la opep y con la política de contención
de la producción petrolera que éste impulsa, el precio del barril
subió de nueve a 30 dólares entre 1998 y 2001. En 2002 cayó
a unos 15 dólares por barril, lo cual sigue siendo un precio récord.
Sólo con esta última anotación Chávez se ganó
el premio al peor presidente para los intereses de Estados Unidos. Porque además
del precio, el gobierno venezolano intercambia petróleo subsidiado por
mano de obra altamente calificada con Cuba, lo que permitió a la isla
-de acuerdo a la revista de la Asociación de Docentes de la Universidad
de San Pablo- "salvarse del colapso programado por la administración
Bush".
• Ley de microcrédito: al mismo tiempo que alienta los pequeños
préstamos con bajo interés para los sectores de menores ingresos,
se dispone el cobro de intereses a precio de mercado de los cuantiosos préstamos
concedidos a las grandes empresas de la comunicación. Aquí Chávez
se ganó el premio al peor presidente para los intereses de la nueva "industria
pesada", la de los medios de comunicación de masas.
• Ley de pesca: reserva para los pescadores artesanales una faja marítima
de 80 quilómetros, restándola del área de libertad ilimitada
de que gozaba la pesca de arrastre de las grandes compañías marítimas.
Chávez cuenta con el pueblo del llano y con los militares leales. Pero
entre los beneficiados por estas reformas y los perjudicados por ellas falta
un tejido político y social capaz de proveer al presidente reformador
de los cuadros civiles que necesita para la elaboración de planes, para
su ejecución y evaluación. La lealtad, con ser esencial para Chávez,
no le es suficiente para ocupar ese espacio. Falta una política serena
para la universidad, las comunicaciones y la cultura en general, falta el tejido
de organizaciones sociales y políticas entre las que repartir el poder
y el gobierno. "Sí -dice el presidente a los periodistas-, pero si tú
le preguntas a los técnicos si es el momento de actuar siempre te van
a decir que no. Si fuera por los técnicos todavía estaríamos
esperando."
Los golpistas están sueltos. Por alguna razón Chávez no
ha decidido su encarcelamiento. La Venezuela blanca y rica se expresa con profundo
desprecio por el presidente: el "Negro" o el "Mono". Así llaman a los
habitantes de los cerros, pobres y mestizos en su mayoría, a los que
también llaman cerrícolas. Esa alta burguesía que si lo
necesita acude al dentista en Miami y paga desde 600 dólares mensuales
hasta cifras inconcebibles por un spa, se molesta por la reducción de
sus ganancias pero se enfurece por ver en el palacio de gobierno de Miraflores
a un mestizo rodeado de militares (los hijos de los ricos tienen mejores opciones
que el ejército en Venezuela) y gente ignorante. Si a Estados Unidos
le molesta un presidente que incluya a Cuba en su agenda -"No me pesa, Fidel
es mi hermano", dice Chávez remedando a un personaje cómico venezolano-,
que se reapropie de los pozos petroleros para su país y que diga no al
alca, hay que prever que no soportará la sola suposición de que
a ese reformista surgido del realismo mágico se le sume un presidente
como Lula en Brasil. Un Lula que curiosamente crece abruptamente en las encuestas,
al tiempo que, también abruptamente, trepa el riesgo país y se
multiplican anuncios de corridas bancarias.
Durante el golpe las brigadas mediáticas operaron con estricta disciplina:
"cero chavismo en pantalla" fue la consigna dada por las empresas a sus periodistas.
Los profesionales afectados en su ética tomaron distintas actitudes.
Andrés Izarra, jefe de informativos de uno de los canales, intentó
reclamar por el respeto del derecho a la información de los venezolanos.
"O se pliega a los lineamientos del canal o se va", fue la respuesta. Izarra
es hoy un brillante desocupado. De todas maneras, la prensa alternativa mantuvo
la información en la calle y la prensa extranjera se encargó de
trasmitirla al mundo entero. El "presidente derrocante" Carmona está
detenido en su domicilio. Pero son demasiado pocos los conspiradores separados
de sus áreas de influencia. Chávez ha preferido, por alguna razón,
esperar el lento desarrollo de la comisión investigadora y respetar rigurosamente
los derechos de los golpistas antes que defenderse de ellos.
Hoy, cercado y hostilizado por la prensa y los empresarios, vigilado de cerca
por los servicios de información estadounidenses (él dice tener
pruebas de ello), con un país partido en dos y enfrentado sin mediación
posible, el presidente se confía a su destino. "Yo no soy un traidor
más, de ésos que prometen y cuando llegan a Miraflores se dejan
convencer por las luces brillantes y el oro de las copas y las sillas y los
buenos vinos. Prefiero morir a ser un traidor más a las esperanzas del
pueblo que me trajo aquí", dice, y es difícil no creerle.
En el jardín tropical del palacio, bajo un sol radiante, el único
que está acompañado por una sombra es el Ciudadano Presidente
de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez Frías.
"Simón Bolívar está vivo y anda por aquí", proclama
él. En un aparte, una profesora universitaria que lo acompaña,
susurra: "El está protegido".