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14 de mayo del 2002
Venezuela: La conspiracion persiste
Guillermo García Ponce
Correos para la Emancipación
La historia venezolana no tiene antecedentes de mayor descaro y cinismo
como el que hoy despliegan los autores del golpe del 11 de abril. Violaron el
Estado de Derecho, derogaron por la fuerza la Constitución, la primera
que el pueblo se dio con su voto; disolvieron por decreto las instituciones
democráticas surgidas en elecciones libres, clausuraron el Tribunal Supremo
de Justicia, la Fiscalía de la República y la Defensoría
del Pueblo; detuvieron al legítimo Presidente de la República,
lo incomunicaron y privaron de asistencia jurídica y ahora se levan las
manos y dicen que no fue un golpe de Estado.
Los golpistas, además, instauraron, en el breve plazo de su usurpación,
un gobierno de represión policíaca, atropellaron a ministros y
diputados, asaltaron hogares, y para que no quedara ninguna duda de su carácter
se complotaron para privar de información a los venezolanos. Fue así
como silenciaron la noticia de que el general Baduell, jefe del Batallón
de Paracaidistas y el Alto Mando de la Base Aérea Libertador de Maracay,
habían desconocido a la junta facciosa y que el coronel Jesús
del Valle Morao había restaurado la legitimidad constitucional en el
Palacio de Miraflores. Ocultaron al país la verdad. Mintieron diciendo
que el presidente Chávez había renunciado.
Se aprovecharon de la holgada libertad democrática consagrada en la Constitución
y respetada con el mayor rigor por el Gobierno bolivariano. Durante los tres
años de mandato del presidente Chávez nadie fue perseguido por
sus ideas políticas, ninguna expresión del pensamiento por prensa,
radio o televisión fue proscrita, ninguna tendencia política fue
reprimida.
Sin embargo, a pesar de que estaban abiertas de par en par todas las opciones
para la lucha política o ideológica, para dilucidar las diferencias
o contradicciones por medios democráticos y constitucionales, los gestores
del 11 de abril renunciaron a la vía pacífica y tomaron el camino
de la violencia. Intentaron por la fuerza de las armas y la coacción
mediática imponerse sobre el pueblo venezolano.
La conspiración contra la Constitución y la voluntad soberana
del pueblo se venía gestando desde hace tiempo. No fue una improvisación
como resultado de la "masacre del 11 de abril" o como pretenden decir ahora
"porque había un vacío de poder". Mentirosos. Todo fue arteramente
premeditado, alevosamente programado. La sistemática campaña de
tergiversaciones en los medios de comunicación, la persistente labor
de descrédito del Presidente de la República, la prolongación
del conflicto en Pdvsa hasta hacerlo enganchar con el plan golpista, la marcha
desde Chuao, la provocadora y calculada incitación al desbordamiento
sobre el Palacio de Miraflores y también los francotiradores que dispararon
contra el pueblo, formaron parte de la estrategia elaborada por los grupos extremistas
con apoyo extranjero.
La masacre del 11 de abril fue el punto culminante del plan golpista. Una provocación
al viejo estilo policíaco internacional. Necesitaban muertos, sangre,
caos. Era el pretexto para desgarrar la Constitución. ¿Cuál otro
podían esgrimir? Yo estuve entre la gente que rodeaba a Miraflores. A
mi alrededor vi caer muertos y heridos. Todas las víctimas eran gente
del pueblo. Después estuve adentro del palacio y vi a tres francotiradores
capturados por la Guardia Presidencial. Eran mercenarios extranjeros contratados
expresamente para brindar en bandeja de plata la excusa perversa.
Lo grave de todo cuanto ocurrió es que la conspiración persiste.
El presidente Chávez formuló un llamado a la concordia y al diálogo.
¿Cuál es la respuesta? Persiste la tergiversación, persiste el
odio, persiste la irracionalidad, persiste la campaña mediática
para envenenar y manipular, persiste la injerencia extranjera. El problema es
sumamente grave porque los mandos de la oposición cayeron en manos de
los extremistas. La alternativa frente a Chávez ha sido capturada por
quienes sólo pueden llegar al poder mediante la aventura, la asonada
a medianoche. Jamás por los caminos cívicos y democráticos
de la política que requieren organización, programas y principios.
No renunciemos a la vía pacífica, democrática y constitucional.
Sabemos que es la única que puede preservar la paz. Y necesitamos paz
para crear una nueva Nación. Necesitamos paz para elevar el nivel de
vida de nuestro pueblo, para liberarlo de la pobreza y el atraso, que es al
fin y al cabo la justificación de la revolución bolivariana.